• El Estado mexicano entiende la migración como un problema de seguridad nacional equiparable al narcotráfico, dijo María Corina Muskus.
Ciudad de México.- En el afán de disuadir y
reducir la migración que transita por territorio nacional hacia Estados Unidos,
en México se han recrudecido las políticas migratorias, denunciaron
organizaciones de la sociedad civil en la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos.
Durante la audiencia “Migración y asilo en
México” solicitada por organismos no gubernamentales en el contexto del 173
periodo de sesiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH),
María Corina Muskus de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los
Derechos Humanos (CMDPDH) afirmó que “para disuadir y reducir la migración,
México no tiene reparo en generar sufrimiento y trauma a las personas migrantes
y solicitantes de asilo, esto se traduce en la violación sistemática y
generalizada de sus derechos humanos".
Ante funcionarios del gobierno nacional,
Muskus abundó que el Estado mexicano entiende la migración como un problema de
seguridad nacional equiparable al narcotráfico y crimen organizado.
Por ello -agregó- la política migratoria en
México se ha recrudecido mediante un enfoque militarizado con el despliegue de
al menos 2 mil elementos de la Guardia Nacional entre frontera norte y sur.
Indicó que en 2019 se ha observado un
incremento significativo del número de personas en necesidad de protección
internacional. Durante el primer semestre la Comisión Mexicana de Ayuda al
Refugiado (Comar) recibió 31 mil 355 solicitudes de refugio, por lo que se
proyecta que 80 mil personas buscarán esta protección en México este año. Lo
anterior significa un incremento del 196 por ciento en estas peticiones de 2018
a 2019.
Añadió que privilegiar el enfoque de
seguridad sobre el de protección de las personas migrantes ha generado
debilitamiento institucional de la Comar.
Además, sostuvo, “en los últimos meses el
nuestro país transitó de un discurso de protección de las personas migrantes a
una política que criminaliza la migración calificándola de ilegal y
descontrolada y la coloca en un plano de un ilícito”.
Tras la implementación de un Protocolo de
Protección Migrante (MPP) y el acuerdo México- Estados Unidos se consolidó una
política de contención, detención y deportación.
Por un lado, explicó, nuestro país se
comprometió a contener los flujos migratorios que ingresan por la frontera sur
y por el otro, en un hecho inédito aceptó recibir en la frontera norte a todas
aquellas personas que se encuentran en proceso de asilo en Estados Unidos y que
ingresaron a este país por México.
“El involucramiento de la Secretaría de
Relaciones Exteriores (SRE) en la conducción de la política migratoria ha
llevado a que la migración sea atendida desde una lógica comercial y
diplomática y no de derechos humanos”, consideró.
Esta intervención se fortalece y se pretende
legitimar a través de un decreto presidencial mediante la cual se creó la
comisión intersecretarial de atención a los migrantes
En relación a los impactos de esta política,
Soraya Vázquez defensora de derechos humanos con Families Belong Together en
Tijuana, expuso que desde junio de 2016 el Estado mexicano aceptó colaborar con
Estados Unidos para dosificar el ingreso de solicitantes de asilo a través de
listas administradas discrecionalmente por los propios migrantes en
coordinación con el Instituto Nacional de Migración (INM) y la sociedad civil.
Ello significa que toda persona que quiera
solicitar asilo en Estados Unidos debe anotarse en las listas que operan en las
ciudades fronterizas de Tijuana, Mexicali, Ciudad Juárez, Piedras Negras, Nuevo
Laredo y Matamoros.
Agregó que hoy en día a lo largo de la
frontera permanecen 40 mil personas en espera de su turno, a esa cifra se suman
42 mil solicitantes de asilo en Estados Unidos que han sido retornados a México
bajo el MPP.
Soraya Vázquez dijo que la discrecionalidad
en el manejo de la lista ha permitido actos de discriminación en contra de
solicitantes africanos, haitianos e indígenas, así como mayor corrupción, venta
de lugares y el pago de soborno a funcionarios públicos de hasta 800 dólares
por adelantar su turno.
“El Estado no ha adoptado medidas para
garantizar las condiciones mínimas de estancia digna y segura para las personas
retornadas por el MPP y en busca de su protección. Estos individuos se
encuentran expuestas en ciudades fronterizas como Tijuana, ciudad Juárez y
Tamaulipas, las cuales registran altos niveles de violencia e inseguridad”,
advirtió Vázquez.
Afirmó que lo único que ofrece el Estado
mexicano a las personas retornadas por el MPP "es un papelito", una
Forma Migratoria Múltiple que no les permite trabajar, estudiar ni acceder a
servicios de salud.
“En este escenario de abandono institucional,
la única ayuda humanitaria proviene de albergues, sociedad civil y asociaciones
religiosas sin ningún financiamiento público, lo cual es sumamente grave si
consideramos que las personas deben esperar hasta cuatro meses su turno en la
lista y otros que tienen su próxima audiencia en corte de migración hasta
mediados del 2020”, aseveró.
Denunció que la cancillería mexicana coordina
operativos en los que semanalmente dos autobuses con 80 personas retornadas
salen de Matamoros, Tamaulipas con destino a Tapachula, Chiapas. "Allí son
abandonados sin certeza alguna sobre sus condiciones de estancia, mucho menos
garantía de que podrán acudir a su próxima audiencia.
Por su parte, Ángeles Hernandez de la Red
Todos los Derechos para Todas y Todos declaró que "ha quedado de
manifiesto el recrudecimiento de la criminalización generalizada de la población
migrante".