• El libro se publicará el próximo 29 de octubre
La nueva
novela del escritor Eduardo Mendoza, «El negociado del yin y el
yang» (Seix Barral), proseguirá
la serie iniciada con «El rey recibe», llevando a Oriente el
protagonista Rufo Batalla, y verá la luz el 29 de octubre.
La editorial
ha explicado que el libro «recorre de forma extraordinariamente lúcida y con
gran sentido del humor algunos momentos históricos, culturales y sociales del siglo XX», a partir de la peripecia personal del protagonista, en
un mundo absurdo en el que todo es posible.
La novela se
inicia en la primavera de 1975, cuando el dictador Francisco
Franco tiene los días contados, y el protagonista se siente
inquieto y estimulado por los nuevos aires de cambio y esperanza que comienzan a respirarse en España, por lo
que planea su regreso a Barcelona.
Cuando está a
punto de abandonar Nueva York recibe una sugerente propuesta del príncipe
Tadeusz Maria Clementij Tukuulo, relacionada con su disparatado plan de reconquista del trono de Livonia, un país hoy
inexistente; a sabiendas de que este príncipe aparece y desaparece en su vida y
le manipula a su antojo, Rufo se deja llevar y acepta una misión incierta en
Oriente, pero allí descubrirá que éste no es el último ni el único destino de
esta aventura.
En el
comunicadpo emitido por la editorial, Mendoza relata que en la corte imperial
del antiguo Japón, existió un departamento ministerial
consagrado al yin y al yang, un método de distribución de las fuerzas que rigen el
universo.
Este concepto
había entrado en Japón procedente de China, y «se le había atribuido tanta
importancia que se le dedicó todo un sector administrativo, cuyas funciones
eran nulas, pero cuya mera existenciahonraba un concepto que encerraba
en sí el orden del cosmos».
«El negociado
de mi título alude a esta subdivisión gubernamental y también a la forma de
gestionar las misteriosas fuerzas que nos llevan de un lado para otro», un
principio según el que todo depende del equilibrio entre el yin
-que representa lo femenino, la tierra, la oscuridad, la pasividad y la
absorción-, y el yang -lo masculino, el cielo, la luz, la actividad y la
penetración-.
En virtud de
este equilibrio, el envejecimiento se debe a la pérdida de terreno del yin con
respecto al yang, y así con todo: «No hace falta añadir que a mí, como ateo y aficionado al fútbol, el concepto del yin y el yang me
parece un disparate. Pero no ignoro que a su sombra se desarrollaron grandes
civilizaciones».