• El Seminario de Cultura Mexicana inaugura el viernes una selección de obras abstractas realizadas por el autor español en los años 50 y 60
Desde que llegó a México en 1940 con el
exilio español, el pintor y diseñador gráfico Enrique Climent (1897, Valencia,
España-1980, México), trabajó de manera ininterrumpida. Con su estilo intimista
marcó una distancia con la Escuela Mexicana de Pintura, encabezada por los tres
grandes del muralismo. Al seguir otra ruta, se convertiría en un referente para
los integrantes de la llamada Generación de la Ruptura.
“Fueron los años del hartazgo del arte
nacionalista enarbolado por los muralistas, Diego Rivera, José Clemente Orozco
y David Alfaro Siqueiros; cuando Climent trabajó una obra más de caballete, más
íntima, sin un discurso politizado”, explica su hija, Pilar Climent.
Para reconocer al artista y su legado, el
Seminario de Cultura Mexicana organizó la exposición Enrique Climent. La
pintura abstracta 50’s y 60’s, a inaugurarse el sábado 3 de agosto a las
12 horas en su Galería 526.
La muestra, que se enmarca en el 80
aniversario del exilio español, la integran 65 obras de mediano formato,
entre óleos y algunas ilustraciones con temas eróticos y zoomórficos que
elaboró Climent al final de su vida, dice a M2 Pilar Climent. “Fue un artista
completo, con obra muy bonita y divertida, pero con muy poca presencia en las
instituciones culturales, cuando su obra es fantástica”, añade.
Pilar Climent detalla que la
exposición tiene una narrativa que lleva al espectador por el inicio de la
carrera del artista en la Academia Española, su paso por las vanguardias de los
años 20 y 30 y la Guerra Civil española, que lo obliga a salir a México. Como
todos los exiliados, recurrió al realismo académico, pero en los años 50 retomó
un lenguaje más de vanguardia.
Fuera del top ten La hija del artista precisa
que la selección de obras tiene que ver con una época que muy productiva y
sorprendente de Climent. “Él fue un artista olvidado y marginado por las
corrientes de su momento; eso provocó una especie de desaparición de algunos
artistas, como mi papá”.
Por fortuna, indica, en años recientes “ha
habido mucho interés por su obra, lo que no se veía desde hace mucho. Como que
ahora se le está revalorando”.
Sin embargo, ha sido difícil que su obra sea
considerada como parte del patrimonio artístico de México. “Se le ha relegado,
como si su obra y su aportación estética no hubiesen existido. Al no ser uno de
los top ten que manejan siempre en la pintura moderna”.