• Presenta su "show" Ventura con trapecistas, malabaristas, ilusionistas, contorsionistas y equilibristas
CIUDAD DE MÉXICO
A 131 años de su fundación, el Circo Atayde Hermanos evoluciona al incorporar una fastuosa iluminación, pantallas
y efectos especiales a
su espectáculo Ventura, que
luce con la participación de 60 artistas en escena.
A fines del siglo XIX, el circo anunciaba
entre sus atracciones, la luz eléctrica, pues antes la carpa se alumbraba con
hachones (cirios gruesos) y se fabricaba con lonas inflamables. Hoy es
diferente, pues un recinto de grandes dimensiones, fabricado con cemento y
concreto, le abre sus puertas.
Apoyarnos de la tecnología para
colocar pantallas y efectos especiales, fue el verdadero reto, pues así
no conocíamos al circo, pero hoy lo hacemos para destacar cada
uno de los actos. Sin embargo, seguimos manteniendo la esencia
del circo clásico, aquel que nació en la carpa”, explicó
Celeste Atayde Canestrelli.
La gerente general del
espectacular "show", que este 7 de agosto inició una
pequeña temporada en la Arena Ciudad de México, dijo que
Ventura está diseñado para presentarse en recintos de gran tamaño como
éste y la Arena Monterrey, donde estuvo del 31 al 4 de agosto.
“El circo está en constante
cambio, siempre hemos estado
evolucionando desde que se creó la carpa hasta la
implementación de iluminación y efectos especiales. Llegar de la mano con dos
empresas de renombre como Bobo y Zignia Live, junto con Producciones Alberto
Atayde, significa cobijarse en las ligas mayores”, destacó.
Durante dos horas, el Circo
Atayde Hermanos presenta 16 actos que incluyen acrobacias de piso y
aéreas, malabaristas, trapecistas, ilusionistas y payasos. Todo con el
propósito de asombrar al público y entretener sanamente a la familia.
Son, aseguró Celeste Atayde, los mejores
artistas provenientes de Rusia, Francia, Argentina, Brasil, Estados Unidos y
México.
Algunos de ellos, incluso, arriesgan su vida en el llamado péndulo de la muerte,
pues hacen giros de 360 grados, se ponen de cabeza y retan a la gravedad sin el
apoyo de arneses o malla de seguridad.
Otros, a bordo de una motocicleta aérea
colocada sobre unos cables, hacen todo tipo de acrobacias logrando poner los
nervios de punta del espectador.
Por si fuera poco, los trapecistas “vuelan”
de un extremo a otro sobre el escenario, mientras que los equilibristas
protagonizan uno de los momentos más cardiacos de la noche al escalar, sin
protección, un mástil a más de 20 metros de altura.
“Una vez arriba, hacen todo tipo de malabarismo y movimientos de riesgo,
ante la mirada atónita del público que reza porque ninguno de ellos caiga al
piso.
Estuvimos en otra arena por más de 40 años,
por lo que estamos acostumbrados a trabajar en lugares de esta magnitud. La
diferencia de todos es que la Arena Ciudad de México es muy moderna y cómoda,
pues desde cualquier punto se tiene visibilidad”.
Debido a que desde hace algunos años se prohibió el uso de animales en los
circos, los caballos y los elefantes son recreados en tamaño
real a través de marionetas manipuladas por personas. Aunque lucen bien, no es
el mismo impacto de cuando se les observaba de manera majestuosa en escena.
La primera función que el Circo
Atayde Hermanos ofreció fue el 26 de agosto de 1888 en
Mazatlán, Sinaloa. En
aquel entonces, la gente se sentaba en gradas de madera, el maquillaje del
payaso era muy cargado y los trapecistas tenían un vestuario de mayas con
canzoncillo tipo Superman.
Hoy el vestuario es muy colorido, sofisticado y elegante con lentejuelas o fluorescente que,
literalmente, hace brillar al artista.
Los payasos prácticamente se mantienen igual.
Mientras se alista el siguiente número, ellos se encargan de provocar las
carcajadas de los asistentes. Interactúan con ellos y los hacen parte del
espectáculo mediante rutinas sencillas.