San José del Cabo, Baja California Sur. - Lo que hace 10 meses inició como un proyecto que prometía erradicar los graves problemas sociales que existen en el municipio de Los Cabos, basado en los principios de “No mentir, no robar y no traicionar al pueblo” se ha convertido en un engaño para quienes depositaron su confianza en quien hoy en día tiene las riendas de este destino turístico, Armida Castro Guzmán, gracias al denominado “efecto López Obrador”. 

En estos meses de gestión del gobierno morenista en Los Cabos, no solamente el despido de funcionarios disfrazados de “renuncias” voluntarias, algunos de ellos al dejar la función pública, incluso, han acusado de que el gobierno de Castro Guzmán ha llevado al municipio de Los Cabos a una cuestión de retroceso, así como la necedad de contar con un vehículo blindado para su traslado en el desempeño de sus funciones, capricho que nunca se había registrado con funcionarios de pasadas administraciones, sumado a la decisión de que junto a otros regidores puso de manifiesto no declarar como urgentes las acciones para la conservación y rescate del estero, cuando hay claras intenciones de construir un lujoso hotel en un área de la reserva ecológica, han derivado el rechazo e indignación de decenas de ciudadanos, quienes deseaban una verdadera “transformación” para el destino turístico. 

Muestra de ello, es que esta semana la fachada de una de las bardas de la planta de tratamiento de aguas residuales de Fonatur, situada en la zona centro de San José del Cabo, apareció pintada con la leyenda “Armida Vendida”, evidenciando precisamente el repudio social ocasionado por la toma de decisiones de la presidenta municipal y su presunta relación con los Sánchez Navarro para apoderarse de áreas protegidas en el destino turístico.

Tras el acto de vandalismo a la céntrica estructura, inmediatamente trabajadores del mismo Ayuntamiento se trasladaron al sitio para borrar las pintas las cuales fueron observadas por automovilistas y peatones que a temprana hora se desplazaban por el primer cuadro de la ciudad. 

El trabajo de Castro Guzmán en estos 10 meses de gestión se ha visto inclinado más en el sentido de malas decisiones y actuaciones que, por sus logros. Pareciera que la alcaldesa se le olvidó por completo los tres principios del proyecto de Andrés Manuel López Obrador, y, es así que el nepotismo y tráfico de influencias ha quedado de manifiesto, además del descarado despilfarro de recursos de algunos de sus directores de áreas presumiendo viajes por cuestiones de “agenda” a costillas del erario público, sin dejar de lado el “huachicoleo” que meses atrás fue descubierto en la cuestión del agua potable, en el pozo 4 ubicado en Cabo San Lucas, y, por si fuera poco, hasta roces y señalamientos con delegados. 

Mientras el barco llamado “cuarta transformación” en Los Cabos navega sin rumbo, miles de ciudadanos deben lidiar a diario con la escasez de agua potable, falta de obras públicas que convierten al municipio en un campo minado por baches, conflictos en el tema de transporte, abandono de comunidades, intereses políticos por encima del pueblo, por mencionar solo algunos.

Aunado a esto las evidentes diferencias con el Delegado electo de Cabo San Lucas, el Profesor Oscar Leggs, donde ha tratado de minimizar su autoridad y presencia con los Sanluqueños acentúa su poca popularidad entre los ciudadanos del destino turístico.