• La escritora entrega una novela donde la insatisfacción es el punto de encuentro de los personajes
CIUDAD DE MÉXICO.
Una travesía poliédrica –espacial, temporal y sicológica–
por la vida de un grupo de amigos es lo que propone En el viaje, la más reciente novela de la escritora
Anaí López. El traslado a la meseta desértica de Real de Catorce es el disparo de arranque para conocer a
Claudio, Mauro, Javiera, Karla, Denisse e Irene, quienes comparten no sólo una
amistad, sino también una enemistad, historial de consumo y pasado compartido,
cuya aventura los pondrá a prueba en esta historia sobre las adicciones.
“Planteo que uno puede hacerse adicto a
muchas cosas, que no son drogas; por ejemplo, al ejercicio, a la comida, a
otras personas, a las pantallas, en fin. Estamos en tiempos muy revolucionados,
la desconexión personal es grande, por eso quise hacer una historia sobre
amistad y vínculos.
“Esa desconexión es la que nos vuelve muy
proclives a exagerar en el consumo de cualquier cosa. Las drogas y las
sustancias están ahí, como está la infinidad de cosas a la que uno se puede
hacer consumidor y dependiente; porque para hablar de adicción debe haber una
cosa muy seria que matice las vidas, las relaciones, y demás”, asegura la
autora en entrevista.
Contada desde la trinchera del
narrador omnisciente, la estructura de En el viaje sigue la
huella de Conversación en La Catedral,
de Mario Vargas Llosa, en la que una plática desencadena el recuerdo para
situar la historia en otro escenario. El tiempo diegético de esta novela aspira
a la fisura y posterior hilvane con tejido invisible.
“Dos aspectos me resultaron
complejos: el narrador y la estructura. Quería contar muchos años, muchas
cosas, muchos personajes. Entonces, finalmente, para la estructura me decidí
por fincar tres pilares a lo largo de la historia de los personajes, que son
tres fiestas trascendentales para ellos: la primera es un rave en
Malinalco, la segunda es la boda de Javiera y la tercera el viaje al desierto.
“En cuanto al narrador, me debatí mucho para
elegir quién debía contar, porque para narrar tantos años, tantas historias y
personajes, lo que me servía más era un narrador omnisciente que dominara todo
el panorama, que pudiera viajar en el tiempo sin restricciones y que pudiera
saber lo que piensan los personajes en todo momento.
“Y funcionó bien, aunque fue complicado
mantenerlo como punto neutral, porque se me salía lo coloquial; pero finalmente
funcionó bien”, afirma López.
Uno de los rostros de esta novela es el de
las sustancias alucinógenas, aspecto fundamental. A decir de la guionista, le
tomó buen tiempo la investigación sobre el tópico, aunque reconoce que al
momento de pulir la obra tuvo que eliminar fragmentos para no sonar educativa.
“En efecto, sí es una historia que se sumerge
en el mundo de las sustancias, aunque a mí no me gusta hablar de drogas, sino
de consumo. Leí mucho sobre este tema. La primera versión era más larga, porque
tenía muchos postulados y datos duros insertos en los diálogos y tramas; y
depurar fue parte de la labor de edición, la cual me llevó casi seis meses,
porque fue pulir todo lo que sonaba didáctico. Cuando se investiga demasiado,
eso se vuelve un problema porque se quiere incluir esa información”, agrega.
Novela caótica, vertiginosa, con
muchas voces y tramas, En el viaje es una suerte de caleidoscopio de
personajes. Los protagonistas, veinteañeros, pertenecientes a la clase media,
fueron pergeñados con la intención de mostrar sus debilidades y las
motivaciones que los llevan al lugar donde se encuentran.
“Creo que todos los personajes tienen un poco
de mí. Adentrarme en los personajes masculinos fue un reto en esta ocasión.
Quise manejar, a diferencia de mis otras novelas, personajes masculinos en
igualdad de protagonismo; entonces, fue meterme en esa sicología. Escribirlos
fue un ejercicio de sacar a relucir mis múltiples personalidades, una especie
de esquizofrenia permitida. Los personajes masculinos me gustaron mucho.
“En cuanto a su edad, que es asunto clave,
creo que los 20 años es una etapa peculiar porque aún sigues siendo muy
adolescente y quieres estar en un rol de exploración, de vuelo y de
descubrimiento; pero, al mismo tiempo, ya se te exige mucha formalidad: que
termines una carrera, que incursiones en lo laboral, que pongas los pies en la
tierra.
“Entonces, la contradicción que
se vive en esa década es parte de lo que me interesaba explorar. Todos los
personajes se enfrentan a esa disyuntiva desde diferentes maneras y lugares. En el viaje es
una búsqueda muy natural por la que transitamos los seres humanos y allí el
problema es manejarse por la vida con respuestas automáticas y hacerse las
preguntas”, concluye.
Anaí López prepara nuevos
proyectos. “Recientemente terminé una serie que se llama Ana, protagonizada por Ana de la Reguera, para Amazon
Prime”, adelanta.