• El PRI renueva rostros y dirigencias locales o está condenado otra vez al fracaso político-electoral • Ricardo Barroso no pierde de vista posible alianza con Morena a través de Víctor Castro, Narciso Agúndez o Rubén Muñoz • El tricolor tendrá que restar protagonismo a los desgastados Esthela Ponce, Ricardo Barroso y por supuesto a al indolente Isaías González que no le importa para nada su partido
En la nueva dinámica en la que
se encuentra el PRI en el país en su labor por renovar su dirigencia nacional,
bien valdría la pena observar cómo se desenvolverá aquí en la entidad ese
sector de la sociedad que aún se dice priista y que observa desde la barrera el
uso de los acontecimientos con la esperanza de que en este organismo político
aparezcan rostros nuevos o por lo menos que no sean figuras desgastadas
convertidas ahora en verdaderos lastres.
Por su puesto para el tricolor
esto es un reto mayor que debe imponerse la tarea de no presentar más de lo
mismo.
En parte porque en este
partido históricamente siempre han existido liderazgos eternizados no
precisamente por buenos, sino porque les resulta complicado dar cabida a nuevas
generaciones de políticos.
Estos eternizados liderazgos
que a la postre se han convertido en verdaderos lastres, precisamente porque lo
primero que sucede es que cuando se reactivan, lo hace para provocar fuertes
confrontaciones que buscan fundamentalmente controlar de lo que resta de este
otrora poderoso organismo político.
Ahí tiene usted a Esthela
Ponce, Ricardo Barroso e Isaías González, con la posibilidad de participar otra
vez en este nuevo proceso en el que se pretende renovar su dirigencia nacional
y cuya competencia entre Alejandro Moreno e Ivonne Ortega, puede provocar que
los pocos priistas que aún tienen ganas de participar con su partido, se
desanimen y opten por conservarse como hasta ahora, atrás de a barrera,
alejados de la actividad partidista.
Alguien tendrá que hacer un
prudente llamado a estos actores políticos para que participen desde un segundo
o tercer nivel y permitan hacer a un lado sus enormes cargas negativas y dejen
que otros rostros de priistas connotados puedan participar en esta actividad
interna que seguramente servirá como tiro de calentamiento para renovar también
la apagada y extraviada dirigencia estatal y proyectar lo que puede ser su
participación en el próximo proceso electoral del 2021.
Vale decir que para el PRI en
la entidad, la competencia será muy a cuesta arriba y si además se le agrega el
hecho de que los referidos, tan conocidos y desgastados actores políticos
pretendan otra vez aparecer en primer plano como los “controladores” y
titiriteros del vapuleado tricolor, simplemente están condenados otra vez al
fracaso.
Está claro que ante un
escenario de mucha adversidad y en donde es el PAN y Morena los que hasta ahora
se observan como los principales competidores para el próximo Proceso electoral
el tricolor tendrá que definir ya desde ahora su manera de participar en esta
ocasión.
Una forma será la de
reorganizarse internamente con una nueva dirigencia estatal en donde bien
podría estar Noé López, apoyado con quien resulte ganador de la dirigencia
nacional para poder conformar propuestas lo más competitivas posibles.
La otra manera puede ser la de
establecer en la medida de lo posible, potenciales alianzas políticas abiertas
o de facto que les permita transitar hacia un futuro político menos complicado
e incierto como el que hasta ahora viven los priistas sudcalifornianos.
Por supuesto, para poder
realizar esto se tendrá que hacer a un lado, bajar el protagonismo de figuras
tan desgastadas como la del exsenador Ricardo Barroso, que no cesa en sus
intentos por protagonizar un supuesta influencia en la actividades actuales del
tricolor y que está claro podría en un momento dado establecer una alianza de
facto con Morena en la entidad.
Basta decir que es de todos
conocida la amistad de Ricardo Barroso con el superdelegado Víctor Castro y el
exgobernador Narciso Agúndez recién desempacado como comisionado electoral del
PT estatal, así como sus evidentes esfuerzos por apoyar a través de su hermano
el regidor priista Pedro Barroso, todo lo que proponga por su parte el alcalde
morenista de La Paz, Rubén Muñoz Álvarez.
Así que si en efecto el
tricolor local pretende tomar como un nuevo impulso el proceso de renovación de
su dirigencia nacional, tendrá que restarle protagonismo a los exdirigentes
estatales del PRI Esthela Ponce y Ricardo Barroso y por supuesto a un Isaías
González que a pesar diputado federal por el tricolor, actúa con tal indolencia
sobre lo que sucede en su partido que ya muchos suponen que desde hace tiempo
en la práctica ya no está dentro de las filas de este organismo político.
Veremos qué deciden los que
tiene capacidad para decidir al interior del PRI que tiene ante sí una nueva
oportunidad de recomponerse, reagruparse internamente para enfrentar de la
mejor manera posible tanto al PAN como a Morena en el próximo proceso electoral
en donde no solo estarán juego todas las alcaldías, las diputaciones locales y
federales, sino la misma gubernatura.
Ya veremos de qué son capaces
la potencial nueva generación de líderes político del tricolor local