San José del Cabo, Baja California Sur.- Son el memorial de decenas de personas que perdieron la vida en las afiladas garras de la cruda y despiadada violencia que hace un par de años sacudió a uno de los destinos turísticos más importantes del país. En ellas ha quedado la huella de la tragedia, atrapando el dolor de padres, madres, hermanos y amigos de las víctimas cuyo destino quedó truncado en esos sitios; las cruces. 

Una pugna entre organizaciones criminales por el control de tráfico de sustancias clasificadas como ilegales, marcaría en noviembre del 2016 el inicio de uno de los periodos más violentos que haya vivido el municipio de Los Cabos, no solo en las últimas décadas, sino en su historia. 

Durante noviembre y diciembre de ese año las manifestaciones de violencia dejaron varios fallecidos, sin que la población y autoridades imaginaran que, al año siguiente el destino turístico se convertiría literalmente en un campo de batalla. 

En el primer bimestre del 2017 la ola de violencia continuó cobrando más y más víctimas, situación que terminó por encender los focos rojos entre los gobiernos municipal y estatal, fue entonces que se recurrió al apoyo del Gobierno Federal en la cuestión de reforzar la presencia de las fuerzas de seguridad en el destino; más de 1000 elementos militares y federales fueron desplegados a Baja California Sur, concentrándose la mayor parte de efectivos, precisamente en Los Cabos. 

El plomo y pólvora siguió siendo protagonista de sangrientos episodios, quebrantando no solamente la paz y tranquilidad que durante años había caracterizado al polo turístico, sino que sembró terror entre las familias al grado de que, durante algunos meses, sitios recreativos y de diversión familiar llegaron a lucir semivacíos. 

Quienes vivieron la preocupante situación de violencia en el destino turístico, relatan, incluso llegaron a cambiar algunas de sus actividades cotidianas. Recuerdan el temor que se percibía por salir a las calles y correr con la mala suerte de convertirse en víctimas de daño colateral, por las llamadas balas perdidas. 

“Había mucho miedo, era ir a trabajar y regresar directo a tu casa, era algo así como en días de huracán; si no tenías nada que hacer en la calle, quédate en tu casa, encerrado, cuidando de tu familia y tus hijos. Había disparos a todas horas del día, daban las seis o siete de la tarde y ya mucha gente no salía, fue algo que jamás quisiéramos volver a vivir” 

“El miedo se podía respirar, había a veces hasta cinco asesinatos, pedíamos a Dios que pronto se acabara todo eso, vino a cambiar la vida de las familias en muchas formas, realmente nadie imaginaba que algo así llegara a suceder algún día en Los Cabos, después de todo hoy vivimos de nuevo en paz y armonía” compartió Eder, vecino de San José del Cabo. 

El 2017 fue un año que dejó marcado por siempre el sufrimiento para decenas de familias avecinadas en este municipio. Durante ese año fueron consumadas más de 350 ejecuciones vinculadas a la ola de violencia. Marzo de ese periodo, se convirtió en el mes trágico y sangriento para al municipio al consumarse 49 asesinatos. 

Los recuerdos del pasado seguirán por siempre vivos en familiares de víctimas cuyo destinado fue segado por la violencia que selló unas de los periodos más atroces que haya registrado el municipio. Hoy, solo quedan las cruces que recuerdan a algunas de sus víctimas, en tanto otras aún permanecen en la dimensión desconocida. 

“Perdí a un hermano, tenía 31 años. Es fácil juzgar y decir que quienes atravesamos por el sufrimiento de perder a un ser querido, es porque sabíamos en que pasos andaba o en que andaba metido en malas decisiones, pero, hubo casos en los que no fue así, murió gente inocente, y mi hermano fue uno de ellos, dejó dos niñas” 

“Meses después de que murió, pusimos una cruz en el lugar donde él perdió la vida, a manera de recodarlo. Me vienen muchas cosas a la mente cada pasó por el lugar donde está la cruz, recuerdos de cuando éramos niños y las travesuras que hacíamos, me quedo con los mejores momentos. Tratamos de que la cruz no se dañe por el tiempo, a veces vamos a limpiarla o darle su repintada, que se mantenga siempre viva como su recuerdo” compartió la joven Marisa, quien en agosto del 2017 la violencia le arrebató a uno de sus familiares. 

Enero y febrero del 2018, pintarían como un seguimiento a la ola de violencia, sin embargo, a partir de marzo de ese año, y como resultado de fuertes intervenciones de las corporaciones de seguridad y fuerzas armadas en el combate a la violencia, esta comenzaría a perder terreno. 

En los meses siguientes el índice de asesinatos por arma de fuego redujo significativamente, lo que plantaría la semilla de un prometedor escenario de paz y tranquilidad para los habitantes de Los Cabos, percepción que a la fecha se mantiene y enfrenta una pugna con el pasado, por olvidar aquellos momentos que arrebataron a las familias no solo la paz y el orden, sino una parte de lo más valioso de sus vidas, seres queridos. 

De acuerdo con datos de la Procuraduría General del Estado (PGJE) del 2018 a la fecha el índice de homicidios por arma de fuego ha disminuido en un 91 % en Baja California Sur, particularmente en el municipio de Los Cabos se tiene registro de que la cifra en lo que respecta este tipo de delitos ha reducido en un 84%. 

Por otra parte, datos del proyecto ciudadano para la paz en México “Semáforo Delictivo”, indican que en lo que refiere al delito de homicidio en este 2019 el municipio de Los Cabos conserva sus indicadores en color verde, lo que lo mantiene como un municipio seguro. 

Si bien, resulta difícil cuantificar cuantas cruces hay colocadas como memorial de personas que perdieron la vida en a causa de la ola de violencia, mientras se recorren las calles de la cabecera municipal, en algunos sitios, fácilmente se pueden observar estas cruces colocadas en banquetas, camellones e incluso parques. 

Dos años después, estas tierras han recobrado su característica paz y tranquilidad, pero, en ello ha quedado la huella de la tragedia que ni el mismo tiempo o el viento podrán borrar.