• En una antigua fábrica de calcetines en Cholula, Puebla, tiene su cueva, su refugio para crear
Tiempo interior
La vida espiritual y la vida artística, son
vidas internas, son vidas introspectivas en las cuales el tiempo opera en otras
dimensiones, ajenas al tiempo cronológico o mundano. Es fascinante esa dualidad
de la vida cotidiana, es enigmática, porque este tiempo externo y convencional
que se me va dando clases o en ir al banco, etcétera, se convierte en una
cascada de sucesos, muchas veces incontrolables. Tenemos sensaciones,
percepciones, pensamientos y todo se viene en una avalancha y al entrar en el
tiempo interno, toda esa vorágine o ese vertiginoso proceder empieza a callarse
y entro en un estado más contemplativo, más introspectivo, en un “no tiempo”,
puedo estar concentrada durante horas, sin parar, a lo mejor haciendo un color,
algo tan sencillo y al mismo tiempo elaborado, complejo y profundo. Dibujar una
composición, crear una atmósfera en la pintura, te sustrae por completo del
tiempo cronológico, del tiempo incesante.
La cueva del artista
El presente es lo más difícil de vivir de
manera plena, no digamos conscientemente, sino de manera profunda. Estamos
atrapados en el pasado, en el futuro, planeando, recordando o divagando. Es una
prisión vivir desfasados del tiempo presente, necesitamos un adiestramiento
mental o hacia un mundo interno para acceder a ese presente de manera plena y
profunda. La pintura es una enorme bendición para mí porque si bien de momento
no existen las condiciones para irme a una cueva o a sustraerme por completo de
una realidad convencional, la cueva es el estudio del artista, el estudio del
pintor. En mi estudio puedo crear un mundo paralelo al físico, es una
sustracción de la vida convencional y mundana, del ruido. Al pintar, mi premisa
hacerlo sola y en silencio, y nada puede ser más inductivo para crear este
mundo fuera del tiempo.
El trayecto del tiempo
Estamos en el tren del tiempo, aunque no
quiera uno pertenecer al él, más bien lo que tenemos que hacer es subirnos de
manera apacible y con aceptación, para aprender a vivir en ese presente en el
cual aparecen imágenes inconexas, que nos remiten a los sueños porque
constantemente percibimos imágenes absurdas, ya sea por pulsiones, o por
evocaciones, emociones, aparecen sin lógica. Pensamos que el tiempo le va a dar
una lógica a la realidad, le va a dar sentido y no existe tal realidad, no
existe tal sentido, todo es una proyección mental de cada persona. La pintura
también es eso, es una aparición de algo que estaba invisible, como decía Juan
García Ponce, esa aparición de lo invisible, de lo inconexo, sólo encuentra su
razón de ser en el cuadro final.