Cabo San Lucas (CSL), Baja California Sur.- La desigualdad social que existe en el municipio de Los Cabos crece con el pasar del tiempo y la población desmedida en la ciudad de muchas personas que vienen buscando un empleo y mejores condiciones de vida, sin embargo, varias de ellas terminan en una invasión, sin los servicios básicos y sin un empleo que les permita vivir decorosamente. 

Estos casos están a la vista de todos, o de al menos quienes transitan por la parte baja del puente Leona Vicario, sobre el Boulevard Constituyentes en Cabo San Lucas. Todos los días desde muy temprano, decenas de personas esperan ser “levantadas”para ir a trabajar en la construcción, algunos incluso pernoctan bajo la vía federal. Lamentablemente estos obreros se combinan con personas sin oficio ni beneficio, que se dedican al vicio y provocan desmanes en la zona. 

Tal es el caso del señor Fulgencio Rosales, quien viene del estado de Puebla y de oficio colocador de cantera, dice ser experto en marmol y granito, además de conocer la talavera. “Tengo seis meses en Los Cabos, unos compadres y yo nos vinimos a trabajar, que porque hay mucho empleo en la construcción, pero llegando aquí nos dijeron que si no eras de un sindicato no se puede y pues no queda de otra que estar aquí, esperando a algún ingeniero o arquitecto que nos lleve a trabajar a una construcción, nos pagan doscientos pesos por día”. 

El trabajo a destajo no les ofrece ninguna prestación o seguridad social, y no es recurrente, aunque algunos de ellos logran hacer contacto con alguna constructora y formalizan una o dos semanas de trabajo. 

“He colocado mármol del más fino, también hago pintura. Esos hoteles y casas enormes en la carretera, que se ve cuestan millones, a mí solo me dan si acaso doscientos pesos, pero me dicen que pues no me pueden dar trabajo formal, además que no se arriesgan que porque no me conocen, que no traigo recomendación. Aquí esperamos, luego hay pleitos por ganar al arqui, han terminado mal los compañeros y pues sí, también hay unos que les gusta el vicio.”, platicó Don Fulgencio. 

Fuera de cámaras, porque tiene miedo de que le hagan algo, comentó que al no tener donde dormir, aceptó pagar cinco mil pesos por un terreno en un arroyo, y ahí espera a que según sean reubicados. De trabajo, confía que algún arquitecto o ingeniero le de un lugar fijo, no para tener un sueldo sino para al menos, sentirse útil y no vivir en la incógnita si al día siguiente tendrá para comer o no.