EN PRIVADO
Sin duda que el más grande
defecto de Andrés Manuel López Obrador, se debe a que tiene una gran
atracción por las campañas. Lleva seis; y con esa idea que trae en su cabeza y
que no lo deja dormir, respecto a la Revocación de Mandato, serían siete.
Así es. Y para refrescar
nuestra memoria habría que recordar que en las elecciones por Tabasco, (por
cierto como priista), ya que fue maestro en el Instituto de formación
política del PRI, y presidente del Comité Estatal priista, participó en
dos ocasiones. Una vez lo hizo en la Ciudad de México, y a ello habría que
sumarle sus dos competencias presidenciales.
Y con ese afán recalcitrante
de hacer campañas, como la que pretende hacer nuevamente con la supuesta Revocación
de Mandato, --a mí en lo particular--, me deja en claro que aparte de egoísta y
arrogante, el presidente que nos tocó tener, es egocéntrico y narcisista. Y que
no tiene absolutamente nada de sensibilidad. Y esas posturas no dejan de ser
nocivas para un pueblo que espera confiado y ansioso una respuesta de su guía
que lo lleve por senderos de seguridad, de paz, de progreso.
Primero, porque el presidente,
--y su gente que lo rodea desde diversos cargos públicos--, sigue
perdiendo su tiempo en nimiedades, en tonterías.
Segundo, porque pecando de
ciego y sordo, no oye ni ve la existencia de prioridades como el hambre,
la falta de empleo, la violencia, la pobreza. Y que frente a estos fenómenos,
hay un pueblo que lucha desesperadamente por subsistir y salir de esa arena
movediza en que lo ha metido la corrupción y la falta de sensibilidad de los
políticos.
Y por supuesto que a leguas se
nota que todo esto, son solo perversas cortinas de humo que buscan desviar la
atención tejiendo maldades y perfidias mediante coberturas mediáticas de los
medios de comunicación.
Cajas chinas que en la mayoría
de las ocasiones logran sus insanos objetivos creando psicosis, y a veces hasta
terror y miedo entre la población.
Luego entonces, en su afán de
hacer que el pueblo olvide aquellos problemas mencionados, o los deje
momentáneamente por un lado, el presidente busca pasatiempos inventando
distractores, como ya lo hicieron antes otros.
Un primer distractor lo fue la
cancelación de la construcción del nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México en
Texcoco. Otro distractor fue lo relacionado a la venta del Campo Militar Número
1, que se encuentra en pleno centro o casi, de la Ciudad de México, que dizque
para poder echar a andar la Guardia Nacional. Ya después vendría otro
distractor, cuando buscó disculpas por la Conquista de México...
Recordemos que Salinas de
Gortari lo hizo, y muy bien con el Chupacabras, una distracción que para
muchos no dejó de ser parte de una teoría de conspiración del gobierno, pues se
formuló la creencia de que el mítico monstruo en realidad fue
"inventado" –previa paga-- por los medios de comunicación para
desviar la atención de la terrible crisis que vivía el país en materia
económica (la devaluación de 1994), y política en relación a los asesinatos del
cardenal Posadas Ocampo, Luis Donaldo Colosio y Francisco Ruiz Massieu.
Y hoy, con la revocatoria de
mandato o referéndum revocatorio, que es un procedimiento por el cual los
ciudadanos pueden cesar de su cargo público a un funcionario electo antes del
término de su mandato, Andrés Manuel López Obrador, pone en práctica un nuevo
distractor...
Pero un distractor que
lamentablemente encierra muchos cuestionamientos, especialmente aquel donde
muchos se atreven a opinar que lo que AMLO busca --a un futuro—es la
reelección. Por lo cual, y con justa razón, ya los senadores de oposición, la
califican como una treta electoral.
Y es que, frente a su reciente
elección como presidente, donde prácticamente avasalló, AMLO está plenamente
seguro de que de que la gran mayoría de los ciudadanos votarán –efectivamente--
porque continúe en el cargo. Y esa es la intención del presidente al
adelantar la fecha del referéndum en cuestión.
¿Porque? Porque aun cuando
ciertamente son muchos los que ya están arrepentidos de haber votado por él,
no son los suficientes para rechazarlo. Así es que tiene razón la
oposición respecto a esperar, cuando menos, a la mitad del sexenio para poner
en práctica, a través de las boletas electorales, la ya famosa revocación
de mandado.
Y es que todo conocedor de la
política sabe que aunado a ese gusto por hacer campañas, el Presidente pretende
estar en la boleta para ser la figura central de la elección intermedia y de
esta manera influir para que su partido, Morena, gane todo lo que pueda ese
año, pues en juego estarán 300 diputaciones federales por el principio de
mayoría relativa, 200 de representación proporcional, 13 gubernaturas y
centenares de presidencias municipales. Y no está por demás decir que la
intención de AMLO es que haya un efecto bola de nieve como hubo entonces en el
2018 y por consiguiente que el voto a favor de Andrés Manuel López Obrador se
traduzca en votos favorables para Morena en las elecciones de gubernaturas,
diputaciones y alcaldías.
Quiere pues, mantener el gran
apoyo que ya tiene hoy en la Cámara de Diputados, gracias a los resultados
electorales de 2018 y lo fundamentalmente importante para él es contar con dos
tercios de los votos favorables. Es decir, la mayoría calificada para lograr
las anheladas reformas a la Constitución.
Incluso vale anexar que la
operación electoral intermedia, estará dirigida a ganar todo el terreno posible
en los estados y municipios, tomando en cuenta que hasta hoy, Morena y sus
aliados sólo gobiernan cinco de los 32 estados de la República. Luego entonces
el objetivo central es controlar, para 2021, la mayoría de los gobiernos
estatales.
López Obrador pues, pretende
indudablemente amasar aún más poder del que actualmente tiene y la pregunta es:
¿buscará reelegirse en 2024? Pero, no olvidemos que firmó un manifiesto
comprometiéndose a no hacerlo, lo que les trae el sueño a muchos.
Sin embargo, ¿cumplirá lo
prometido y firmado?
Cuestión de tiempo.