• A casi seis meses del gobierno de AMLO reina la incertidumbre y la zozobra entre quienes pensaban que ya a estas alturas estarían encabezando una “delegación” federal • Ello debilita la presencia de un Víctor Castro que en corto y abiertamente busca ya desde ahora ser el candidato de Morena a la gubernatura del Estado en el 2021 • Se suma la accidentada relación con la mayoría de los representantes de los medios de comunicación ante la intolerancia a la crítica y a los señalamientos mediáticos
Este sábado se cumple los
primeros seis meses de gobierno federal que encabeza el presidente Andrés
Manuel López Obrador y en Baja California Sur, aún no se termina por armar el
equipo de sus colaboradores cuya coordinación se supone estaría al mando del
superdelegado Víctor Castro Cosío, quien no ha podido cumplir cabalmente con
esa responsabilidad.
A Castro Cosío se le acabaron
las excusas, las evasivas y por supuesto, el tiempo.
Entre las inconsistencias o
falta de atención a los compromisos políticos contraídos antes, durante y
después de la campaña electoral, está la de colocar a algunos actores políticos
en las diversas áreas de representación federal conocidas históricamente como
“delegaciones federales”.
Algunos incluso que
supuestamente estaban “contemplados” al inicio de la llamada cuarta
transformación, ya no quisieron esperar más.
Otros ya no pudieron esperar
más tiempo (casi seis meses sin salario o ingreso formal desesperan a
cualquiera) y han decidido salir de la entidad a buscar otras posibilidades
laborales.
La posibilidad de que se
cumpla la promesa de colocar a todos los llamados todavía “delegados
federales”, es muy remota, lo que debilita definitivamente la presencia de un
Víctor Castro que en corto y abiertamente busca ya desde ahora ser el candidato
de Morena a la candidatura a la gubernatura del Estado en las elecciones del
2021.
Obviamente para muchos esta
actitud es un acelere que puede costarle mucho políticamente a Castro Cosío y a
sus principales seguidores que en gran medida también han frenado de diversas
maneras que nuevos adeptos se integren al grupo “puchista” y se sumen al
esfuerzo de este proyecto político.
Víctor Castro ya no cuenta con
los alcaldes de Los Cabos, La Paz y Comondú. Aunque algunos insisten en señalar
que definitivamente nunca contó fehacientemente con ellos.
Tampoco cuenta con muchos de
los diputados locales que esperaban mayor reciprocidad política de quien es el
representante formal del gobierno de López Obrador.
Su accidentada relación con la
mayoría de los representantes de los medios de comunicación deja ver también
cada vez con mayor claridad, la intolerancia a la crítica y a los señalamientos
mediáticos que evidencian justamente estas limitaciones.
Se cumplen este fin de semana
los primeros seis meses de un mandato federal donde las condiciones económicas
del país, no están en el nivel de mejoría que se ofreció alcanzar a estas
alturas.
Se supone, en teoría, que para
la próxima semana, es decir a partir del lunes tres de junio, las llamadas
delegaciones federales ya estarían definidas con sus correspondientes
titulares.
Pero hasta ahora reina la
incertidumbre y la zozobra entre quienes pensaban que ya a estas alturas
estarían percibiendo su respectivo salario federal.
Por el contrario, lo que sí es
evidente es que este nuevo grupo en el poder federal se encuentra más
confrontado que nunca, lo que obligará a como dé lugar, a tratar de disimular
más, estos ventilados descalabrados.
Las históricas diferencias
políticas entre Víctor Castro y Leonel Cota cada día serán más evidentes por lo
que el también llamado “superdelegado” tendrá que hacer ajustes efectivos en su
manera de hacer su tarea.
Para nadie es un secreto que
las viejas heridas causadas entre estos personajes aún no han cicatrizado del todo
y que seguramente revivirán.
Está claro que Víctor Castro y
sus colaboradores, están más preocupados por el proceso sucesorio del 2021 que
por la conformación de los equipos de trabajo de cada delegación federal lo que
seguramente generará molestia entre quienes no resulten agraciados en este
reparto de posiciones políticas y laborales.
Por supuesto la soberbia se
tendrá que hacer a un lado para poder enfrentar con éxito este dilema en donde
serán muy pocos espacios para repartirlos entre tanto compromiso contraídos en
campaña lo que se sumará a las evidentes diferencias que Víctor Castro
históricamente presenta con el exgobernador Leonel Cota Montaño y ahora también
con la propia dirigencia estatal de Morena que encabeza Alberto Rentería.
Ante los esperados reclamos de
quienes sufran la decepción de no ser colocados en las mencionadas áreas
federales, Víctor Castro, más por necesidad que por decisión propia, tendrá que
aprender hacer política de altura donde prevalezca la madurez por encima de las
clásicas reacciones viscerales.
¿No le parece así amable
lector?