• Ayer, a los 87 años, murió el célebre pintor zacatecano; ya se le organiza un homenaje póstumo en cuanto sus deudos lo indiquen
CIUDAD DE MÉXICO.-Con el
fallecimiento del pintor y coleccionista zacatecano Rafael Coronel (1931-2019)
se fue el artista de la forma tenebrista y del trazo monstruoso que privilegió
la imagen de muertos, demonios y personajes sombríos quienes luchan entre la
realidad y la fantasía.
Rafael Coronel murió ayer a
los 87 años, como difundió su hijo Juan Coronel Rivera en redes sociales. Por
la tarde, autoridades del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y del
gobierno de Zacatecas anunciaron que le rendirán un homenaje póstumo en cuanto
la familia decida una fecha.
Sus restos mortales, velados
desde anoche en la agencia funeraria J. García López de San Jerónimo,
permanecerían en la Ciudad de México; al cierre de esta edición no se habían
revelado los detalles sobre su deceso.
Definido por Luis Cardoza y
Aragón como “un río en el mapa de la pintura mexicana, cuyas formas abstractas,
o no, siempre producen impacto, manifiestan sensibilidad e imaginación”,
Coronel fue un lobo solitario que viajó a la Ciudad de México para estudiar en
la Escuela de Pintura y Escultura La Esmeralda. Su vocación, dicen, venía de
familia, pues uno de sus abuelos decoraba iglesias y dibujaba las guirnaldas
que adornaban las paredes.
Hermano menor de Pedro
Coronel, contrajo nupcias con Ruth Rivera —hija de Diego Rivera y Lupe Marín—,
con quien tuvo a su único hijo: Juan Coronel Rivera en 1961. Ocho años después,
ella falleció.
Considerado una de las figuras
más representativas de la pintura mexicana de la segunda mitad del siglo XX y
el XXI, Coronel le dio forma al nuevo expresionismo mexicano y a lo largo de 70
años de trayectoria transitó del dibujo a las tintas, el óleo en negro sobre
papel, entre el arte figurativo y abstracto.
En 1954, Carlos Mérida lo
llevó con Inés Amor e ingresó a la Galería de Arte Mexicano, donde dos años
después realizó su primera exposición individual y cinco años después obtuvo su
primera muestra individual en el Palacio de Bellas Artes, donde volvería en
2011.
De acuerdo con la galería
Mónica Saucedo, “en la imaginería de Coronel viven sombríos monjes, frailes,
santos, muertos y demonios que se debaten entre la realidad y la fantasía en un
universo crudo y a la vez poético”, y asegura que la influencia de los grandes
maestros europeos como Goya, Rembrandt y Vermeer está presente en su trabajo,
particularmente el tenebrismo de Caravaggio.
Coronel obtuvo el Premio
Córdoba al mejor pintor joven latinoamericano y el Primer Premio de la Bienal
de Tokio y Osaka, y desde 1956 sus obras se han montado en tres continentes, la
mayor parte de la cual se distingue por la tendencia melancólica que privilegia
el uso del claroscuro. Y más allá de su obra pictórica dejó su colección de 11
mil máscaras en el museo que lleva su nombre, en Zacatecas, en donde se exhiben
desde los años 90.
PODER EXPRESIVO
En entrevista con Excélsior, la
crítica Sylvia Navarrete explicó que Rafael Coronel fue “un pintor al que le
pasó lo mismo que a José Luis Cuevas, quien se instaló en una retórica visual
que encontró un estilo muy personal e inconfundible, sin descuidar el factor
comercial porque cuando empezó a vender bien, se animó a seguir pintando esos
personajes con cofias alargadas que evocan a sacerdotes”.
Así es como la mayor parte del
público lo conoce, apunta Navarrete. Sin embargo, debe destacarse que Coronel
fue un excelente dibujante y un colorista consumado. “Y, más allá de su estilo
maduro, lo que más me ha interesado son sus inicios, ubicados entre los años 50
y principios de los 60, una época olvidada (para la mayoría de curadores), pero
interesante, porque ahí alcanza su gran poder expresivo”.
Navarrete destaca que en su
obra se pueden ubicar escenas tremendas, como el retrato de una rata que está
en la colección del Museo de Arte Moderno. “Ahí también hay una serie de
máscaras y rasgos de máscaras que sirven para subrayar el aspecto primitivo del
ser humano”.
Sin embargo, reconoció que no
es seguro que su obra tenga mucho impacto en las generaciones más jóvenes que
lo identifican más con una pintura comercial. “Yo creo que las jóvenes
generaciones que desconocen su obra temprana no se sienten identificados con
Coronel. Sobre él hay que reconocer que su camino en la historia del arte lo
hizo de forma independiente y muy valiente, aunque es cierto que desde muy
joven tuvo apoyo de la galería Inés Amor y de la Galería de Arte Mexicano, y formó
parte de una época que buscaba, después de la Segunda Guerra Mundial, un
humanismo; eso es muy notorio en el inicio de su carrera”, apuntó.
Rafael Coronel fue un creador
realista, a quien se le identificó con los interioristas, en los años 60, y que
precisamente era un contrapunto a la Ruptura y al arte abstracto; reivindicaba
a la pintura como una manera de emitir un mensaje social, obviamente no con el
proselitismo de los muralistas. Además, es un artista más cercano a Arnold
Belkin, José Luis Cuevas, Emilio Ortiz y Francisco Icaza”, concluyó.