Hija y madre comparten el escenario para presentar Los monólogos de la vagina, obra que cobra actualidad al darle voz a mujeres sobre abuso y sexualidad
MÉXICO.
Hace 24 años, las actrices Angélica María y Angélica Vale compartieron un escenario teatral mexicano gracias al musical La isla de los niños, en 1995.
Desde entonces, la cartelera mexicana no había tenido la suerte de verlas juntas de nuevo, hasta hoy, cuando madre e hija, respectivamente, se suban al tablado del Nuevo Teatro Libanés para protagonizar una función única de Los monológos de la vagina, la obra basada en testimonios de mujeres de todo el mundo para hablar de violencia de género y sexualidad femenina, escrita por la feminista estadunidense Eve Ensler.
El texto no les es ajeno. En 2014, Las Angélicas formaron parte del primer elenco que protagonizó la obra en español para Broadway, en Nueva York, al lado de Kate del Castillo.
Angélica Vale tiene presente tal estreno en la Meca del Teatro, el 19 de mayo de 2014, pues dio función embarazada de su segundo hijo, Daniel Nicolás Padrón Vale, quien nació el 11 de agosto, y quien se unió a la familia conformada también por su hija Angélica Masiel, nacida el 6 de junio de 2012.
Lo hice con Daniel en mi panza, estaba embarazadísima, y estuvo increíble. Fue una oportunidad genial, nos fuimos a Nueva York seis semanas, estuve con mi mamá, con Kate del Castillo, conocimos a la autora Eve Ensler y estuvimos en Broadway. Fue una gran experiencia.
Pero llegar a México se siente diferente. Es una gran emoción porque se trata de mi casa. Es delicioso llegar a México y que entiendan todos los chistes, porque nos conocemos”, expresó Angélica Vale vía telefónica desde Los Ángeles, mientras despedía a Elena y Jaime, los hijos del actor Jaime Camil y Heidi Balvanera, quienes son compañeros de sus hijos en las clases de español.
Para Vale, quien comparte la actuación, la música –pues grabaron a dúo en 2015 el disco Dinastía– y la vida de manera muy cercana con La novia de México, a quien considera su amiga, abrir el telón con su madre es más que gratificante, pues existe un profundo entendimiento mutuo, bajo y sobre escena.
Llevamos muchos años de gitanas y las dos sabemos leer las cartas. Las dos nos tomamos muy en serio nuestro trabajo y tenemos confianza, sabemos que no vamos a fallarle, ni ella ni yo, al público, así que nos vamos a divertir juntas.
Nos entendemos con miradas mi mamá y yo, hay una comunicación muy fuerte y nos divertimos mucho, además de que gozo mucho oyéndola y quieras o no, ¡es Angélica María! Me cae el veinte y digo ¡wow! Luego pienso que es mi mami, me siento la gran cosa y me abro así como pavorreal. Es muy padre estar en el escenario con ella y el ser amigas, es un plus”, destacó la actriz, a quien le corresponde en la obra el monólogo La mujer que amaba hacer vaginas felices, que finaliza con un triple orgasmo en escena: “Hay momentos de diversión como los gemidos, para echar mucho relajo”, dijo.
A pesar de que la obra fue escrita en 1996, estrenada en teatro ese mismo año por su autora y después adaptada para tres actrices, el texto basado en más de 200 entrevistas a mujeres de todo el mundo acerca del sexo, el amor y la violencia, cobra relevancia tras el auge en redes sociales del movimiento #MeToo, nacido de manera viral en 2017, para denunciar abuso y acoso sexual, sobre todo tras las acusaciones contra el productor de cine y ejecutivo estadunidense Harvey Weinstein.
Mi hija tiene seis años y no es la edad adecuada para que vea la obra y escuche a su mamá gimiendo en cualquier tono. ¡Pero sí se tiene que hablar! Llegará la edad en que tenga que hablarlo con mi hija Angélica.
Hay que darle voz a todas esas mujeres que no pueden hablar, por miedo o cuestiones políticas. Me toca un monólogo muy denso acerca de las mujeres violadas en Bosnia, Mi vagina era mi pueblo, y las imágenes son muy fuertes. Eso pasó, fueron entrevistas a mujeres reales, y se tiene que decir”, enfatizó.
La actriz descartó abuso o acoso sexual en su trayectoria, gracias al cuidado de su madre y su abuela.
Nunca tuve un momento de #MeToo en la vida, pero creo que los extremos son malos, como acusar y esconder las manos. No debemos jugar con eso”, concluyó.