• “El perdón, viniendo de un solo lado, es purismo”, sentenció ayer el artista chino al presentar su muestra en México
CIUDAD DE MÉXICO.-Un artista
que rechaza “sentirse cómodo” en una sociedad violenta e injusta —“porque es
una de las condiciones más bajas del ser humano”—, que ha preferido la crítica,
el cuestionamiento y la transgresión, el chino Ai Weiwei presentó ayer su
primera obra inspirada en la realidad mexicana: Retratos de LEGO. Caso
Ayotzinapa.
Este monumento, retablo o
mural está compuesto por los retratos de los 43 normalistas desaparecidos en
Ayotzinapa en septiembre de 2014, construidos por un millón de piezas LEGO; e
incluye la proyección de los avances del documental To be, que reúne
entrevistas con los padres y amigos de los jóvenes, con policías, funcionarios
y expertos, y que en 2020 estará en festivales internacionales de cine.
Cada crimen que se produce
deja un vacío. Este vacío es una ofensa contra la dignidad de los seres humanos
y puede ser el origen de rencor y violencia. Nos toca a los ciudadanos demandar
información y exigir la solución del caso”, comentó el artista en rueda de
prensa.
En el Museo Universitario de
Arte Contemporáneo (MUAC), que festejará su primera década de vida con la
exposición Restablecer memorias, que exhibirá a partir de mañana dos de sus
instalaciones, el también activista de 63 años aclaró que busca con esta pieza
revalorar el papel de la memoria.
El conocimiento de nosotros
mismos está basado en la memoria. Si los gobiernos se niegan a revelar la
verdad, esto tiene que ver con el intento de robarnos nuestra integridad;
borrar la memoria es plantear una falsedad sobre nosotros. La verdad y la
justicia no se van a entregar por sí solas, tiene que ver con una lucha”,
advirtió.
Para quien ha criticado al
gobierno chino por sus actos de represión y censura, lo que le valió en 2011 un
arresto domiciliario de 81 días, todo artista es un activista. “A lo mejor soy
un maestro del LEGO y de la selfie, como Rembrandt del óleo o Warhol de la
serigrafía, qué más da. No le concedo ninguna importancia a esto. Soy un ser
humano y me concierne qué le sucede a las personas”.
Este “ciudadano chino que vive
en Berlín desde hace cuatro años”, como se define, confesó que México siempre
le atrajo, pero tenía un conocimiento pobre del país, por lo que quiso hacer
una obra no superficial, sino una que se basara en una investigación profunda.
El antecedente de este trabajo
está en China, en 2008, cuando un terremoto provocó la muerte de entre 70 mil y
80 mil personas, entre ellas miles de estudiantes. Lancé una investigación vía
internet. El gobierno no ofrecía respuestas ni cifras. Eran hijos de campesinos
y a nadie le importa cuando éstos mueren. Logramos establecer, con la ayuda de
los padres, la identidad de cinco mil 290 estudiantes que habían muerto”,
narró.
La otra pieza que se exhibe es
Salón ancestral de la familia Wang (2015), que se presenta por primera vez en
América Latina. Es un templo proveniente de la dinastía Ming, cuya antigüedad
data de entre 400 y 500 años, y cuya historia se vio cercenada por la
Revolución comunista china. Para ensamblar la estructura monumental, que consta
de mil 300 piezas y un peso de 50 toneladas, se necesitó la colaboración de
maestros carpinteros traídos de dos provincias chinas.
Las ideas
Tras posar frente a sus obras
y dejarse tomar infinidad de fotos, contento y paciente, Ai Weiwei reflexionó,
en un breve encuentro posterior con algunos medios de comunicación, sobre los
temas que le inquietan: migración, libertad, memoria y perdón.
Sobre la migración y el exilio
dijo que el filme Human Flow lo dejó conmovido y motivado, pues se vio a sí
mismo. “No dejé mi país porque quisiera, sino porque mi vida estaba amenazada.
Me encarcelaron, me golpearon, son muy poderosos (los del Estado). Siento que
me hicieron esto porque lo merecía: estaba determinado a luchar por los
derechos humanos”.
Para el también cineasta y
fotógrafo, la libertad requiere de la lucha ciudadana. “Libertad sin lucha es
una palabra vacía. Cuando en la educación moderna se dice ‘ésta es mi libertad
personal, soy muy libre’, no entiendo de qué hablan, porque sin todas estas
restricciones y dificultades la libertad no significa nada. La libertad es una
condición espiritual”.
Sobre el perdón, tema que se
discute en México por los 500 años de la Conquista española, dijo que siempre es
discutible. “Hay que ser claros, ¿qué vamos a perdonar? Los crímenes están
hechos. El perdón, viniendo de un solo lado, es purismo. No creo en eso,
siempre hay maldad. El simple perdón no funcionará. Pidiendo tregua, tal vez
podremos hablar de reconciliación”.