• Dentro de su vasta colección, el Munal conserva algunas joyas históricas de la pintura devocional de México
CIUDAD DE MÉXICO.-Cerca de 900
piezas contiene la colección novohispana del Museo Nacional de Arte (Munal),
integrada por obras de artistas como Cristóbal de Villalpando, Andrés de
Concha, Baltasar de Echave Orio, Juan Correa, Miguel Cabrera y Juan Patricio
Morlete Ruiz, creadas durante los siglos XVII y XVIII.
Cincuenta obras de este acervo
fueron rescatadas durante la nacionalización de los bienes de la Iglesia, y el
resto provienen de acervo de la Antigua Pinacoteca Virreinal de San Diego
(Laboratorio Arte Alameda desde el año 2000), así como la adjudicación de obras
rescatadas en Estados Unidos y otras más adquiridas.
Esta colección tiene un origen
histórico, porque muchas de las obras novohispanas que tenemos en el Munal
provienen de las que se salvaron después de la nacionalización de los bienes de
la Iglesia (juarismo).
Esto ocurrió en el siglo XIX y
la iniciativa de salvar un conjunto con las obras más destacadas de todos los
recintos que se perdieron y destruyeron fue del escritor, jurista y diplomático
José Bernardo Couto”, comentó el curador Abraham Villavicencio en entrevista
con Excélsior.
En ese momento, Couto dirigía
la Academia de San Carlos y había escrito un texto bajo el título Diálogos
sobre la pintura Colonial en México.
Ese libro es un testimonio de
cuando Couto camina por las galerías de la Antigua Academia de San Carlos en
donde resguardaron las obras que él seleccionó. La historia cuenta que él llegó
al Colegio de San Francisco, donde se reunieron todas las obras, para ver qué
se hacía con ellas; y decidió hacer una colección que llevaría a San Carlos”, apuntó
Villavicencio.
La intención era que ésta
sirviera como testimonio para crear una visión panorámica de la Escuela
Mexicana de Pintura, añadió.
Ésa fue la primera valoración
de un discurso histórico-artístico del siglo XIX al arte novohispano. Esa colección
permaneció en la Academia de San Carlos hasta que el acervo se dividió en una
colección europea, la cual fue enviada al Museo Nacional de San Carlos y los
acervos virreinales que integraron el acervo de la Antigua Pinacoteca Virreinal
de San Diego”, la cual desapareció más tarde y fue reubicada en el Munal.
Dicha colección incluye
pinturas y retablos que antes estuvieron en los exconventos de San Francisco y
Santo Domingo, en la capilla del Rosario, la Casa Profesa de los jesuitas, el
Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco y en la Real y Pontificia Universidad de
México, con piezas de Baltasar de Echave Orio, Alonso López Herrera.
Un ejemplo es la Glorificación
de la Inmaculada, una pieza de gran formato que originalmente estuvo en el cubo
de la escalera de la antigua Real y Pontificia Universidad de México (ubicada
al fondo de la Plaza del Volador, que estaba donde hoy es la Suprema Corte de
Justicia), por indicaciones del rector, elaborada por Francisco Antonio
Vallejo, uno de los pintores más importantes de mediados del siglo XVIII.
MAESTROS DEL REINO
Entre las joyas de la
colección hay tres piezas de Cristóbal de Villalpando. Se trata de San
Francisco de Asís en oración en el desierto, pintada antes de 1680, y La
anunciación y Los desposorios de la Virgen, que datarían de después de 1695.
Además de las 15 obras de
Miguel Cabrera, encabezadas por La Virgen del Apocalipsis —uno de los orgullos
del Munal—, que estuvo en la Pontificia, así como La conversión de San Ignacio de Loyola, La
anunciación y La divina Pastora.
Cabe señalar que la colección
incluye piezas de Pedro Ramírez El Mozo, Luis Juárez, José Juárez, Antonio
Rodríguez, los hermanos Juan y Nicolás Rodríguez Juárez, todos del siglo XVIII,
así como José de Alcíbar, Rafael Ximeno y Planes, entre muchos más.
¿Qué piezas ya no pueden salir
del museo?, se le preguntó a Abraham Villavicencio. “Hay un par de obras sobre
la que se tomó la decisión de que no salgan es el San Miguel Arcángel, de Luis
Juárez, y La bendición de la mesa, de José de Alcíbar.
¿Por qué?, se le cuestionó.
“Son obras que permanecen estables, pero pensamos que los viajes podrían
someterlas a cambios de vibración y temperatura que podrían afectarlas. Se
decidió, por el bien de las obras, que ya no viajarían”.
¿Permanecerán expuestas en las
salas? “Cada año se hace una rotación de piezas a lo largo de las 14 salas en
donde permanece esta colección. Sin embargo, hay algunas entronizadas, como La
Virgen del Apocalipsis, de Cabrera, y la Glorificación de la inmaculada, de
Vallejo.
¿Qué tan bien valorado está
hoy el arte novohispano? “Afortunadamente ahora en México y Estados Unidos y
Europa hay una valoración importante del arte que se produjo en los reinos de
América, tanto de Nueva España como de Perú”.
¿Cuáles son los elementos
artísticos que hacen de este acervo algo único? “La colección nos permite un
muestreo general del desarrollo estilístico personal y por periodos de la
pintura en el reino (de la Nueva España), así como valorar la transformación
del dibujo y ubicar las influencias y la identidad artística del reino.
Por ejemplo, en las obras del
siglo XVI podemos reconocer la influencia de los pintores españoles, italianos
y flamencos (Bélgica y una parte de Francia), donde se observa la huella de
Peter Paul Rubens (1577-1640). Además, se puede constatar que los artistas
novohispanos tenían una gran erudición visual”.
¿Cuáles son las obras más
antiguas? “Tenemos una de las tres sacras plumarias (atril que se ponía en el
altar) que existen en todo el mundo, así como dos acuarelas sobre vitelas
(pergamino de piel de ternera con ilustraciones que formaban parte de los
libros de coro) que pertenecieron a la familia Lagarto. También, una pintura
anónima de la misa de San Gregorio”, así como las obras de Andrés de Concha,
Baltasar de Echave Orio y Luis Juárez.