Una nueva apuesta de Ediciones del Lirio, que incluye trabalenguas y adivinanzas, pone énfasis en los libros infantiles
MÉXICO.
Habla y no tiene boca/ Corre y no tiene pies/ Vuela y no tiene alas/ ¡Ya dime qué es!”; es la carta o Ñu jonts
nawijk. “No tengo realmente pies/ Hago rico chocolate/ si me ponen al revés”; es el molinillo o Ñundal. “Dos mapaches, no tlacuaches, andaban entre baches, al corral llegaron sin huaraches”.
Estas son algunas de las adivinanzas y trabalenguas huaves que integran el libro ¡Ityots kuej ñiw, ñuwindxey puoch! (Juego de palabras ikoojts), escrito en la lengua umbeyajts que se habla en el sureste de Oaxaca, en la costa del golfo de Tehuantepec y en la Laguna Superior.
En este título bilingüe, uno de los cuatro que Ediciones del Lirio lanza en su Colección Editorial en Lenguas Originarias, los niños pueden jugar, doblar hojas, descubrir respuestas, leer, destrabar y trabar la lengua y poner a prueba a los más diestros.
El sello ha publicado además un libro de cantos monolingüe en lengua mixteca, Ñuu Savi, Kuvi Ndusu Ta Tyaku, que incluye un disco compacto, está dirigido a los pequeños en preescolar y hace referencia a la naturaleza, la cultura y la vida comunitaria. Y también Bisia’a li’i gu’ndalo ne gunibia’lo guidxilayúGa ni ruca’a ga xcuidi, que presenta una serie de relatos escritos en zapoteco.
Esta producción editorial en lenguas indígenas pone énfasis en los libros infantiles, explica Luz María Lepe, porque “de los niños depende que las lenguas originarias sigan vivas”. La directora del comité editorial de la Biblioteca LEMI (Laboratorio de Educación y Mediación Intercultural), de la Universidad Autónoma de Querétaro, coeditora de la iniciativa, advierte que el uso de las lenguas originarias ha ido disminuyendo, “porque los niños pequeños ya no las hablan y las madres jóvenes ya no las están enseñando; es la tendencia nacional”.
Para Lepe, los actores más importantes son las comunidades indígenas y los hablantes; por esta razón, el Laboratorio trabaja con ellos y los motiva a generar propuestas, explica. “Ha habido un gran desplazamiento de las lenguas originarias de México. Pero en este momento hay apertura, no se les trata sólo como informantes o participantes, sino que se les incluye en una discusión colectiva, colegiada, que busca hacer cosas diferentes, como estos libros.
Lo que pasa con las lenguas depende de las comunidades y los hablantes. Nosotros sólo podemos construir espacios de discusión, alianzas con las personas y una investigación más vinculada a la gente, no sólo académica”, señala.
La catedrática destaca que hay que escuchar lo que piden los indígenas. “Las lenguas no son objetos o sistemas en sí mismos, sino que están ligadas a sus hablantes y a las problemáticas que enfrentan. Las vemos vivas en la gente que tiene una situación concreta en su comunidad que debe transformarse”.
Detalla que, además del Laboratorio, la universidad estatal cuenta con una Maestría en Estudios Amerindios y Educación Bilingüe, cuyos estudiosos trabajan desde los pueblos. El libro ¿Qué hacer para registrar y preservar una lengua? reúne textos nacidos a partir de discusiones académicas, ensayos e investigaciones in situ.
La editora menciona que otro libro nacido de estas incursiones es Aplícate a la lectura y a conocer el mundo, en zapoteco. “Es doble: por un lado, aparecen diversos relatos que contaron los niños indígenas en una escuela, a partir de talleres de narración; y, por el otro lado, son experimentos de ciencia que primero fueron escritos en mixe y después traducidos del español al zapoteco. Se usará en las escuelas de donde surgió”, indica.
Lepe adelanta que están por lanzar dos colecciones más: La Raposa Gris, que sólo dará a conocer relatos y tradiciones orales; y Tan Viejo como el Tlacuache, que tiene que ver con saberes y oficios comunitarios.
Para este 2019, concluye, editarán completas las series de la Biblioteca LEMI.