La Paz, Baja California Sur.- Fue en mayo del 2018 cuando Jennifer llegó a la ciudad de La Paz, la acompañaban sus maletas y la ilusión de emprender un negocio que cambiaría su situación financiera.

Un sujeto de nombre Charles,  la había convencido de comenzar un negocio en materia de salud en la ciudad de La Paz. Jennifer aceptó la propuesta e invirtió sus últimos 800 dólares sin saber a lo que se enfrentaría.

Partió desde San Diego, Estados Unidos (EE. UU.), y arribó a La Paz poco antes de que comenzará el verano del 2018. Jennifer se hospedó en un hotel en la comunidad de El Comitán, en la ciudad capital.

Fue en ese lugar donde comenzaron los abusos y violaciones a sus derechos. De acuerdo con su testimonio, Charles cambió su actitud y se tornó violento.

El nivel de abusos escaló rápidamente: primero le negaron alimentos, después le prohibió salir del hotel y finalmente comenzó a prostituirla.

Jennifer tenía que conseguir clientes para el supuesto negocio que montarían, sin embargo, las pláticas comerciales no eran lo que esperaba. Según cuenta, su agresor la obligó a desnudarse en frente de los “inversionistas” interesados.

No eran personas sofisticadas, tampoco se miraban acaudalados. Al final el proyecto fue una farsa que fue excusa para engancharla. 

Charles la habría contactado hace 10 años a través de Facebook, jamás espero toparse con abusos y vejaciones. 

Su contexto familiar no era el más sólido, no tenía  a quién recurrir. Cuando escapó del hotel donde se hospedaba, pidió apoyo a estadounidenses que residen en El Comitán. 

Tiempo después logró conseguir ayuda y refugiarse mientras se define su situación, sin embargo, en su proceso de buscar justicia se ha topado con una revictimización: luchar para que las autoridades de las instituciones mexicanas y estadounidenses crean su historia.

“Me estaba esclavizando. Este es un hombre muy peligroso y tengo mucho miedo”, compartió Jennifer.

“Yo quiero que se tomen en serio la violencia contra las mujeres, no es que quieran ser golpeadas o violadas, hay hombres que engañan a las mujeres”, pidió

La víctima denunció que el consulado americano no le ha ayudado a remplazar los documentos que perdió en medio de las agresiones que sufrió. Ya interpuso una queja en contra de la Procuraduría y el Consulado de su país.

Entre lágrimas, Jennifer concluyó que se siente más fuerte para dar a conocer su historia con la esperanza de que las mujeres se subleven y no permitan que estos casos queden impunes en La Paz.

Aunque hoy es más fuerte, dice que el miedo a que las personas no  crean su historia sigue presente. Hoy es Jennifer, mañana puede ser cualquier mujer en un lugar donde la impunidad es pan de cada día.