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Hoy es jueves, 28 de noviembre de 2024

‘Vive Venezuela lucha de poder, no un golpe de Estado’

• Académicos de la UNAM aclaran cómo la Asamblea Nacional, opositora a Maduro, usa la constitución para hacer a Juan Guaidó presidente interino y así llamar a nuevas elecciones

‘Vive Venezuela lucha de poder, no un golpe de Estado’

CIUDAD DE MÉXICO.-En Venezuela, más que un golpe de Estado, atestiguamos una confrontación entre poderes: el Legislativo democráticamente electo, y el Ejecutivo, que se ha reelegido mediante una votación ilegítima, coincidieron académicos del Centro de Investigaciones Sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la UNAM.

 

Este conflicto no es positivo para México ni para la región, porque impacta en la polarización de posturas internacionales, en la economía y en el incremento de flujos migratorios, dijeron Mario Ojeda Revah y Fernando Neira Orjuela.

 

La actual situación en Venezuela es resultado de un proceso de poco más de dos décadas, en un país que sufre una catástrofe económica, social y humanitaria; una inflación anual de un millón 200 mil por ciento; con cuatro de 30 millones de venezolanos que han salido de su territorio en años recientes; una mortalidad infantil superior a la de Siria; y un nivel de hambruna y de notable violación a los derechos humanos.

 

Por ello, la Asamblea Nacional, controlada por la oposición al Presidente Nicolás Maduro, desafió, a partir de la propia Constitución bolivariana, la votación para reelegir al mandatario, explicó Mario Ojeda Revah.

 

El Artículo 233 indica que en caso de que falte el Presidente por razones de incapacidad física o mental, el titular de la Asamblea (en este caso Juan Guaidó) se encargará de la Presidencia y convocará, en un plazo de 30 días, a nuevas elecciones. Además, el Artículo 350 refiere que el pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios o garantías democráticos, o menoscabe los derechos humanos”.

 

Fernando Neira Orjuela manifestó que es complicado dar marcha atrás en este proceso de cambio para el país sudamericano, por lo que la era de Nicolás Maduro está en un punto casi final.

 

“Lo que lo sostiene es sólo el apoyo de los mandos de las fuerzas armadas; mientras tenga ese respaldo, no se fraguará un cambio de régimen, incluso en ese juego de poder internacional que tienen sobre esta situación Estados Unidos y Rusia”, agregó.

 

MÉXICO

El conflicto, prosiguió Neira Orjuela, no es positivo para México, ni para la región.

 

Al respecto, Mario Ojeda celebró que nuestra nación no haya tomado una postura precipitada; sin embargo, criticó que no haya sido determinante, aun con la presión de otros países latinoamericanos y de Estados Unidos.

 

“Es una posición ambigua, una visión añeja de la política exterior; se tiene que hacer un llamado al diálogo a las partes en conflicto. La Doctrina Estrada no está grabada en piedra, pues la ‘no intervención’ tiene sus límites, más cuando se violan las garantías individuales”.

 

Finalmente, Ojeda proyectó que si se suscitara una intervención armada de fuerzas foráneas como las de Estados Unidos o Brasil, el hecho puede acabar en un conflicto mayúsculo, no sólo de repercusiones regionales, sino globales.

 

CRISIS VENEZOLANA ES UN JUEGO DIABÓLICO

Venezuela está inmersa en problemas económicos muy serios, un gobierno encerrado en sí mismo y con una política que impide las expresiones de disidencia, señala Rubén Ruiz Guerra, director del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la UNAM.

 

“Estamos viendo la reactivación de la oposición fuerte, visible en Venezuela en contra del presidente Constitucional Nicolás Maduro”.

 

Precisa que la administración de Maduro ha sido muy controvertida.

 

Ha habido varios elementos que han causado condiciones de vida muy difíciles para la población venezolana. Por una parte, una inflación que en este momento se calcula entre un millón y medio y dos millones por ciento anual, una verdadera locura. Sumado a esto el descenso en los niveles de vida, la falta de bienes de todo tipo, alimentos, medicinas.

 

Las condiciones de vida en Venezuela se han deteriorado de tal manera, que se calcula que en los últimos tres años han migrado entre dos y tres millones de venezolanos a los países vecinos y a los Estados Unidos.

 

Agrega que la crisis venezolana se enmarca en un proceso en el cual el gobierno de Nicolás Maduro se ha encerrado en sí mismo, y ha hecho a un lado las garantías del ejercicio de la libertad de expresión y la manifestación política.

 

Ruiz Guerra refiere que en recientes días ha habido manifestaciones importantes, particularmente en Caracas. Se calcula que son las más importantes en la historia venezolana. La oposición ha sido muy castigada por el régimen, algunos de sus líderes están en la cárcel, otros han sido torturados, se han reprimido las manifestaciones, en 2017 hubo más de 100 muertos.

 

¿QUÉ VIENE?

Ruiz Guerra dice que tenemos que esperar para medir la fuerza al interior del país de la Asamblea Nacional, si hay los recursos suficientes para sobrevivir y para establecer políticas de algún tipo que le den un cierto sustento social.

 

El gobierno de Nicolás Maduro parece ser que no sufre mucho, a pesar de todos los problemas económicos que ha tenido Venezuela todavía tiene recursos.

 

“En el contexto internacional, tiene algunos aliados muy importantes: Rusia, China y Turquía que están muy interesados en algunos de los productos de Venezuela; el primero de ellos el petróleo. Venezuela descansa sobre la reserva más grande del mundo de petróleo, pero aparte de eso, tiene una enorme cantidad de metales preciosos, de metales industriales que sirven para el desarrollo de las nuevas tecnologías, además de que le han prestado dinero. De hecho una parte del petróleo venezolano se va para China y Rusia”.

 

Asimismo, el gobierno estadounidense también le compra petróleo a Venezuela. La mitad de las ventas venezolanas de petróleo al extranjero va hacia Estados Unidos que le paga dólar sobre dólar.

 

“Es una posición ambigua, por una parte está presionando en términos políticos, pero por otra, está dando recursos para el sostenimiento del gobierno. Es un juego bastante diabólico”, concluye el titular del CIALC.