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Hoy es lunes, 25 de noviembre de 2024

Joyas “escondidas” del pacífico resisten el embate del olvido

En el Catálogo de Monumentos Históricos de Nayarit, elaborado por el INAH, sobresalen el Fuerte de La Contaduría y el antiguo templo de Nuestra Señora del Rosario, La Marinera

Joyas “escondidas” del pacífico resisten el embate del olvido

SAN BLAS.

La lucha por la libertad y la fe han marcado la historia de los habitantes de San Blas, fundado en 1530 por Nuño de Guzmán y uno de los puertos novohispano más importantes del océano Pacífico. Dos edificios históricos dan cuenta de esto: el Fuerte de La Contaduría y el antiguo templo de Nuestra Señora del Rosario, La Marinera.

Construidos a mediados del siglo XVIII, ambos inmuebles destacan —junto con la primera Aduana Marítima del virreinato, hoy transformada en Casa de la Cultura— de entre las mil 515 edificaciones que integran el Catálogo de Monumentos Históricos de Nayarit, elaborado por el INAH.

La tradición libertaria y la devoción religiosa de los lugareños nació, comenta el historiador popular Guillermo Carvajal, de su contacto constante con la aventura de los viajes y el peligro que éstos representan. Además de haber participado en diversas batallas durante la guerra de Independencia.

San Blas fue puerto de altura desde 1768, por decisión de Carlos III, rey de España. De aquí partía y llegaba el galeón de Manila; salieron los frailes franciscanos, dirigidos por Junípero Serra, hacia la Misión de Nuestra Señora de Loreto, Baja California, con el fin de colonizar y evangelizar la Alta California; y arribó la nao de la China procedente de Filipinas.

Este municipio fue escenario de importantes batallas para lograr la Independencia de México. Cuando el cura Miguel Hidalgo se levantó en armas, José María Mercado era el sacerdote de Ahualulco, Jalisco. El 13 de noviembre de 1810, Mercado proclamó la Independencia, motivó a varios parroquianos a luchar y tomaron Tepic, y luego San Blas, donde el 1 de diciembre de ese año hizo capitular al capitán de fragata José Lavayen, jefe de puerto.

Sin embargo, tiempo después, los insurgentes sublevados en San Blas sufrieron la derrota: los realistas se apoderaron del Fuerte de la Contaduría, donde se aposentaba Mercado, quien al verse sitiado se arrojó a un barranco; ahí halló la muerte el 31 de enero de 1811.

Construido en 1760, este cuartel fue hogar del famoso Batallón de San Blas que luchó con valor en la guerra de 1847, contra el invasor estadunidense. Hoy en día, la fortaleza, que conserva más de una decena de cañones y ha edificado un monumento al cura Mercado, es un importante atractivo turístico que alberga un Museo Comunitario.

Carvajal, guía del museo, explica que este lugar es muy querido y visitado por los habitantes, pues se sienten orgullosos de él. “Es un sitio que data de cientos de años. Los conquistadores españoles relataron que al llegar había 60 chozas de coras y huicholes. Es tierra de mestizos. En 1700 se vivía una gran pujanza, había 35 mil habitantes y ahora sólo somos 15 mil.

La gente vienen porque es una de las mejores vistas del mar que tenemos. Le gusta tomarse fotos con los cañones de fondo o en la escultura del cura Mercado, y que les den detalles sobre su pasado glorioso”, afirma antes de entonar uno de los corridos que dedica a los turistas, como una forma lúdica de despertar su curiosidad sobre las leyendas que rodean La Contaduría.

PEREGRINOS Y FOTOS

 

Otro de los edificios históricos que está plenamente integrado a la vida cotidiana de los porteños es el antiguo templo de Nuestra Señora del Rosario, La Marinera, ubicado cerca de La Contaduría, cuyas arcadas y muros sin techo ni ventanas parecen el escenario ideal para tomarse fotografías de boda y 15 años.

Es la protectora de los marineros. Siempre ha sido muy querida en San Blas. El 7 de octubre, día de la patrona, le dedican misas y peregrinaciones por tres días. Fotografiarse en su templo trae buena suerte”, dice el guía Eduardo Ruelas.

Una placa, colocada en 2008, en la que se notifica que en este atrio fue sepultado el cura Mercado, “Héroe de la Independencia, Gloria legítima de México”, es leída por los curiosos que traspasan alegres la fachada incompleta de este inmueble construido en 1769 para descubrir sus magníficas dimensiones y escoger libremente dónde posar.

El culto a la Virgen del Rosario comenzó el 7 de octubre de 1571, cuando el papa Pío V lo oficializó. Fue adoptada por la Marina española como su santa patrona y la nombraron La Galeona. Tuvo especial veneración en Cádiz, Andalucía, de donde zarpaban las embarcaciones hacia la Nueva España.

Y, al ser San Blas el puerto del Pacífico más importante para la Corona, se trajo una copia de la escultura de La Galeona y se adoptó con fuerza esta devoción, llamándola cariñosamente La Marinera, señala Ruelas. Con salvas de las fragatas, los marineros que emprendían expediciones decían adiós a su protectora, quien los despedía desde el puerto para luego ser regresada al templo.

Desde su edificación este inmueble ha soportado desastres naturales y conflictos bélicos. En 1787, una tormenta eléctrica provocó un incendio, destruyendo el templo y calcinando la imagen de La Marinera. Y en 1793, un rayo quitó la mano derecha de la réplica. Con el tiempo decayó la veneración, no la fe; al contrario, se reactivó hace 18 años. El 7 de agosto de 2000, Miguel de la cuadra-Salcedo, descendiente del primer comandante del Departamento Naval de la región, entregó una nueva réplica al pueblo pesquero. Y La Marinera encontró lugar en el corazón de las nuevas generaciones.