• Una exposición en la UNAM revisa la huella creativa que algunos reconocidos proyectistas trajeron tras huir de la cruenta Guerra Civil
CIUDAD DE MÉXICO.-México
homenajea la huella arquitectónica que dejaron en el país los exiliados
españoles que huyeron de la Guerra Civil y del franquismo, con una exposición
inaugurada ayer en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“El exilio expulsó de mi país
a mucha gente, también a muchos arquitectos”, recordó el embajador español en
México, Juan López-Doriga, durante la inauguración de la exposición 80 años...
Presencia del exilio español en la arquitectura mexicana.
Acompañado de académicos e
hijos de exiliados, el diplomático refirió que este 2019 se cumplen ocho
décadas de la llegada del primer barco de exiliados republicanos que
encontraron un segundo hogar en México, país que acogió un mayor número de
reconocidos arquitectos españoles, una veintena, y que se dividieron en tres
generaciones: los que tenían una carrera consolidada en España, los que
comenzaban a despuntar y los que se graduaron durante la guerra (1936-1939).
La exposición rinde un
homenaje a todas estas trayectorias con paneles que recuerdan a esos
arquitectos, muchos de los cuales terminaron sus carreras en México y jamás
regresaron a España.
Pero, sobre todo, la muestra
gira en torno a las obras que estos arquitectos desarrollaron en México y que
marcaron la forma de construir en un país que estaba viviendo una auténtica
modernización.
Uno de los mayores símbolos de
la arquitectura del exilio es el Palacio de los Deportes de la Ciudad de
México, inaugurado en 1968, con una inconfundible cúpula armada con cascarones
de concreto, diseñado por Félix Candela, uno de los arquitectos españoles más
reconocidos.
En la presentación estuvo Maya
Segarra, académica e hija del arquitecto Enrique Segarra, quien se graduó de
arquitectura en 1934, ganó el Premio Nacional de Arquitectura en 1935 y se
exilió en México en 1938.
“Los refugiados llegaron a
México y se integraron en este país en el que aprendieron mucho; era un país
que atravesaba una gran modernización y cambios políticos, sociales,
arquitectónicos y urbanísticos”, dijo Segarra.
Además, aseguró que el legado
arquitectónico que dejaron los españoles exiliados en México es un “testimonio
de ese magnífico y fecundo encuentro que puede existir entre dos países”.
La exposición también tiene un
apartado dedicado a aquellos hijos de exiliados que desarrollaron una
fructífera carrera arquitectónica en México.
Entre ellos, Aída Pérez, quien
desembarcó en México con sus padres en 1942, cuando solamente tenía tres años
de edad, y que llegó a trabajar como arquitecta para la Presidencia de la
República.
“Como se puede ver, (el legado
español) es muy importante; Candela es uno de los arquitectos más famosos del
mundo y afortunadamente estuvo aquí”, explicó Pérez, nacida en 1938 en
Barcelona.
Esta arquitecta, que se
escolarizó en el Colegio Madrid, una escuela para exiliados, y que estudió en
la Facultad de Arquitectura de la UNAM, definió la exposición como
“maravillosa”
“Mis padres, para su buena
suerte, se adaptaron bien. Mi madre cuando iba a desembarcar vio el muelle
lleno de gente; tanta alegría. La conquistó el país”, evocó sobre la llegada de
su familia a México.
Ernesto Casanova, presidente
del Ateneo Español de México, recordó que huir del país natal “es doloroso y
traumático para quien lo vive. Hay que transmitir a las nuevas generaciones el
mensaje de que todos esos sucesos no deben repetirse”, declaró.