• Elena Dmítrievna Diákonova, la esposa de Salvador Dalí antes estuvo casada con Paul Éluard y fue amante de Max Ernst, tres grandes figuras de la poesía y el arte universal
CIUDAD DE MÉXICO. -"Gala
fue una mujer extraordinaria en todos los sentidos, sin ella, Dalí no hubiera
sido quien fue, "pero era misteriosa y compleja y eso no gusta a una
sociedad machista que la tachó de arpía". Así se expresó en mayo pasado
Monika Zgustova, al publicar "La intrusa", un retrato íntimo de esta
mujer decisiva.
"Era misteriosa y a la
gente parece que no le gusta el misterio, le gusta más lo transparente y ella
encima era rusa y hablaba poco, porque estaba en sus pensamientos, pero lo más
importante, no le importaba nada lo que pensaran de ella, y eso crea
recelo", explicó Zgustova.
Gala Dalí, de nacimiento Elena
Dmítrievna Diákonova (1894-1982) más allá de ser la musa y esposa de Salvador
Dalí y haber estado casada con Paul Éluard y haber sido amante de Max Ernst
-tres grandes figuras de la poesía y el arte universal-, fue mucho más que una
mujer que sujetó y elevó a estos genios.
Así se pone de manifiesto en
la "La intrusa" (Galaxia Gutenberg) de la escritora, traductora y
periodista rusa Zgustova, quien tras una profunda búsqueda en la biografía de
esta mujer, "culta, decidida, moderna, valiente y muy libre",
descubre aspectos de su infancia, como su relación con la poeta rusa Marina
Tsvetáyeva, "quien la influyó", y quien fue víctima de la revolución
rusa en 1917, como la familia de Gala.
También habla la autora de la
relación que Gala tuvo con uno de sus tres hermanos, quien estaba enamorado
secretamente de ella, lo que provocó "sentimientos encontrados" en
ella.
"De adolescente sentía la
mirada del hermano encima y le provoca emociones extrañas, porque se ponía
celoso cuando la veía con otros chicos. Pero de ahí que a ella le gustaran
después los amores secretos, difíciles y complicados", relata Zgustova,
autora de títulos como "Vestidas para un baile en la nieve" o
"Las rosas de Stalin".
Su exilio por Europa, la
relación con su padrastro -"al que ella tenía mitificado y quien le
impregnó su amor por la literatura. Gala leía siempre un libro al día"-,
recorren estas páginas.
Un libro que repasa la
tuberculosis que padeció en la adolescencia y su estancia en Davos en un
hospital donde coincidió con un joven Paul Eluard, "que no hubiera llegada
a nada sin Gala", recalca Zgustova.
"Ambos se enamoraron. A
los padres de Eluard no les gustaba Gala como tampoco les gustó a los padres de
Dalí; de ahí el título del libro 'La intrusa' -asegura Zgustova- pero hay que
recalcar que el poeta no hubiera sido quien es sin ella. Le escribía los
poemas, le animaba, estaba a su lado permanentemente para que escribiera. Hizo
mucho", añade.
Después la musa tuvo
relaciones con Georgio de Chirico, quien le dedicó un ensayo fruto de las
conversaciones que mantuvieron ambos. Y finalmente llegó Dalí,"su gran
amor", a quien conoció cuando Max Ernest y Gala viajaron en 1929 a la
Costa Brava para conocer al entonces joven pintor.
"Gala le ayudó al pintor
a tratar la realidad. Fueron amigos, amantes, colaboradores. Dalí era pintor y
escritor y ella le ayudó como correctora de sus textos. Nunca hubiera sido el
genio que fue sin Gala. Ella era muy libre y mujer de un solo hombre, aunque
siguiera teniendo relación con Eluard cuando le veía", dice Zgustova.
Apasionada y anticipada de su
tiempo, Gala fue una de las mujeres más decisivas del arte y la literatura del
siglo XX, que rompió con todos los estereotipos de su época, como se deduce de
las páginas de esta nueva biografía de una mujer obsesionada por la
"eterna juventud" y que se sometió a varias intervenciones para
rejuvenecer su rostro.
30 años sin el surrealismo de
Salvador Dalí, genio indescifrable