• El libro recopila la correspondencia de la última saga de la dinastía Romanov antes de ser asesinada
Ciudad de México.- Despojados
del título de zar o emperador de Rusia, Nicolás II y la familia imperial
Románov fueron detenidos y sufrieron un largo cautiverio. Tras año y medio, el
zar, su esposa Alejandra y sus cinco hijos fueron asesinados en julio de 1918
por las tropas bolcheviques, dando paso al nuevo régimen soviético de ideología
comunista.
Los momentos finales de la
familia Románov en cautiverio, así como sus vivencias y pensamientos recogidos
en cartas personales, diarios y documentos han sido rescatadas cien años después
por la editorial Páginas de Espuma bajo el título “Románov. Crónica de un
final: 1917-1918”, quien las presenta al público hispano parlante con una
traducción del ruso de Tatiana Shvaliova.
“El libro no quiere ser de
historia, no somos historiadores, queríamos poner la parte humana, la historia
con minúsculas que a veces olvidamos, y que queda oculta por la Historia con
mayúsculas, y más en un momento tan importante para el mundo como 1917 y la
Revolución Rusa”, explicó Ezra Alcázar, quien fungió como editor del texto.
Análisis de una tragedia
La correspondencia recopilada
en el libro presenta al último zar de Rusia como una persona que no estaba
arraigada al poder, más preocupado por su familia, y que encontró alivio al
abdicar de su trono tras la revolución de febrero de 1917, encabezada por un
pueblo ruso harto de la pobreza, la inflación y una participación en la Primera
Guerra Mundial que sólo empeoró sus condiciones de vida.
Sin embargo, tras la
Revolución de Octubre o Revolución Rusa, que trajo consigo la llegada al poder
del Partido Bolchevique encabezado por Lenin y los cimientos de la posterior
Unión Soviética, la vida de la familia Románov empeoró.
“Sus cautiverios se van
haciendo cada vez más fuertes, les van quitando personal, alimentos, dinero,
llega un punto en que ellos se están manteniendo”, señala Alcázar. “Pero nunca
creen que van a ser asesinados, nunca creen que ese será su final”.
Durante muchos años, el nuevo
gobierno soviético no reveló el destino final de los últimos zares, dando como
resultado especulaciones como una supuesta huida de la zarina y sus hijos. “Se
crearon miles de rumores porque los revolucionarios no quisieron confesar desde
un principio que fueron asesinados para que no hubiera, primero, una
contrarrevolución, segundo, que no se intentaran hacer reliquias, y tercero,
para mantener el perfil bajo”, recordó Alcázar.
Adiós a los mitos
La obra representa una
intersección entre el viejo régimen de los zares y el nuevo régimen del Partido
Bolchevique, el cual reprodujo el autoritarismo y la represión del zarismo pese
a sus intenciones revolucionarias de igualdad social. “Todos o muchos, crecimos
con la imagen de la Revolución Rusa como algo que cambió al mundo para bien, y
en un inicio así fue, porque trajo una cantidad de cosas nuevas dentro del
arte, los derechos, de la investigación científica. Sin embargo, lo que vemos
en este libro es que, desde un inicio, ya se veían pequeños chispazos de la
obra violenta en la que se convertiría después la revolución al pasar a la
época soviética, sobre todo al llegar Stalin al poder”, explicó Alcázar.
El libro también repasa la
relación que tenía la familia con Rasputín, un místico que fungió como sanador
y guía espiritual de la familia Románov.
“Es mencionado en las cartas
siempre como Amigo, en mayúsculas, y era la conexión con Dios, y casi tan
importante como Dios, dicen cosas como ‘piensa en lo que diría nuestro amigo,
lo que nos aconsejaría, el querría esto para nosotros’, es un guía espiritual
aunque no esté con ellos en el tiempo que transcurre la obra”, finalizó el
editor.