• La escritora argentina aborda en entrevista su más reciente libro, Quién no, que reúne 16 cuentos habitados por personajes frente al abismo
CIUDAD DE MÉXICO.- Historias
cuyos personajes están frente al abismo y deben tomar una decisión. Éste es el
hilo conductor de los 16 cuentos que integran Quién no, el libro más reciente
de la escritora argentina Claudia Piñeiro (1960).
Gente con ciertas fisuras, “un
poco rara”, protagoniza los relatos que hurgan en temas como la hipocresía, el
encierro, las cosas no dichas, la paternidad, la muerte, la infidelidad y el
aborto. “Todo tiene que ver con mis obsesiones. Deciden cosas alejadas de lo
que nosotros haríamos en esas circunstancias. Si nos permitimos hacer empatía
con ellos, nos preguntaremos quién no haría eso”, afirma la narradora en
entrevista.
La palabra normal no me gusta,
porque quién determina qué es lo normal. Literariamente, es más interesante la
gente que tiene ciertas fisuras. Lo raro es una estampilla a la que cubren con
otra. De cerca, todos somos un poco raros”, agrega.
La autora dice que estos
relatos publicados por el sello Alfaguara fueron escritos durante los últimos
15 años, por lo que no los mueve una intención conjunta. “Quise experimentar
cómo narrar a partir de los objetos, no de las acciones; y ampliar el sentido
de la sensorialidad de las historias, es decir, no sólo describir imágenes,
sino también sonidos y olores”.
Así, la maleta del marido que
muere en un accidente aéreo, su ropa y los regalos que traía de ese viaje se
convierten en las pistas para descubrir que tenía dos hogares con esposas e
hijos; o la bolsa de basura con “comida para las gallinas”, las llaves y la
aguja de tejer se alzan como mudos testigos de un impronunciable aborto casero.
La también dramaturga confiesa
que posee una relación obsesiva con las cosas. “En ocasiones dicen más que las
acciones y los verbos, sobre todo en este mundo de mentiras. Estamos en la era
de la mentira. Hay unas sociedades más hipócritas que otras; pero ahora se
suman las mentiras globales, las fake news, que circulan en las redes sociales.
Son mentiras imparables”, advierte.
La sensorialidad, añade, es
interesante como materia literaria. “A veces, ésta se limita a lo visual, el
sentido que tenemos más desarrollado; pero hay otros sentidos que provocan
construir todo un mundo alrededor”.
En uno de los cuentos, por
ejemplo, el padre cojo es reconocido por el sonido que emite su zapato
ortopédico; es un anciano que no permite que su esposa y sus hijos se rían.
La guionista de televisión
detalla que la forma en que hoy se ejercen la maternidad y la paternidad es
otro tópico que le interesa. “En Argentina decimos que es muy difícil
‘maternar’ en esta época. No sé si para nuestras madres fue más fácil, pero
ahora nuestros hijos tienen una libertad que nosotros no teníamos; es
maravilloso por un lado, pero, por otro, genera temores”.
Y este tema conduce a los
jóvenes. “Poseen más libertad, pero también una presión que nosotros no
sentimos. Se enfrentan a la exigencia de los colegios de que deben ser
perfectos, todos iguales, porque es más cómodo para el sistema educativo. Si
eres diferente y no logran cambiarte, te expulsan. Pero siempre se comprometen,
no con los partidos políticos, sino con las causas”, dice.
BASURA COMO METÁFORA
El aborto y la violencia hacia
las mujeres son reflexiones recurrentes para Claudia Piñeiro, porque forman
parte de la vida cotidiana no sólo de Argentina, sino de todos los países de
Latinoamérica.
El tema de la basura en Argentina
está muy relacionado con la violencia de género. Hay muchos casos de mujeres,
asesinadas después de una violación, cuyos cuerpos son tirados a la basura. Es
una metáfora tremenda”, indica.
La reciente ganadora del
Premio Pepe Carvalho de novela negra 2018 comenta que le intriga que la palabra
aborto haya estado prohibida durante muchos años en su país. “Aún no
conseguimos que haya una ley, pero al menos se pronuncia, ya no está prohibida.
El silencio genera un daño terrible. Y la injusticia que las mujeres con
recursos puedan pagar la intervención, mientras que las que no tienen dinero se
lo practican con riesgo de muerte.
Las leyes a favor del aborto
en las sociedades han sido un proceso. No se autoriza la primera vez que se
plantea. Aquí se logró un gran avance: un dictamen de consenso que los
diputados aceptaron y luego pasaron al Senado”, señala.
A la autora de Las viudas de
los jueves le preocupa el “resurgimiento global de posiciones absolutamente
reaccionarias, homofóbicas, misóginas. Hay un retroceso respecto a los derechos
humanos y las libertades”, lamenta. Tal vez por esta razón, deja que sus
personajes masculinos descubran y muestren su lado femenino, sensible. “Con el
avance del feminismo, los hombres se pueden plantar mejor en su lado femenino,
que estaba tapado. Hay un cierto desconcierto en el hombre, al ya no tener al
lado a una mujer que le diga cómo ser padre, por ejemplo. Y creo que debemos
dejarlos ejercer la paternidad a su gusto”.
Tras incursionar en el relato,
Piñeiro dice que le gusta la teoría de Ricardo Piglia. “Plantea que en los
cuentos hay siempre dos historias: una que se relata en la superficie y otra
que va por debajo, que te la van contando a cuentagotas. Y que el final
sorpresivo es cuando la segunda pasa a un primer plano y hay una revelación,
más que una sorpresa”.
Sin descartar que seguirá
explorando el relato, Claudia Piñeiro adelanta que tiene una novela en la
cabeza. “Es un amasijo de ideas con personajes, pero hasta que escribo la
primera escena no entiendo bien de qué va. Aún no decido quién la contará,
quién será el narrador”. Y dice que le gustaría trabajar en algo relacionado
con la crónica o el ensayo.