• El maestro de la CNTE y tres personas más salieron la madrugada del Cefereso de Puente Grande, Jalisco; participaron en movimientos sociales de Oaxaca
OAXACA.- Acorde con el compromiso
del presidente, Andrés Manuel López Obrador, con la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación (CNTE) esta madrugada salieron del Centro Federal
de Readaptación Social (Cefereso) de Puente Grande, Jalisco, un profesor y tres
activistas, considerados presos políticos del movimiento social de Oaxaca.
Se trata de Lauro Atilano
Grijalva Villalobos, profesor de la Sección 22 del Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Educación (SNTE) y los activistas Leonel Manzano Sosa, Sara
Altamirano Ramos y Damián Gallardo Martínez, presos por supuestamente
participar en el secuestro de los hermanos Álvarez Benfield, sobrinos del
empresario, Gerardo Gutiérrez Candiani, ocurrido en 2013.
Libramos una cruenta batalla
por la libertad durante cinco años y ocho meses, de desvelos, de coraje,
impotencia, rabia. Pero eso sí mucho temple y fuerza de voluntad para estar
casi en el piso y volvernos a parar y mirar de frente para estar a la altura de
las necesidades y circunstancias”, exponen en una carta colectiva, difundida
por la esposa de uno de los recién liberados.
En la misma definen este
viernes como “el gran día que vimos, la luz y salimos de las tinieblas del duro
proceso carcelario”, agregaron, “que hoy se escribe una página más en la
historia de este México donde las reformas estructurales fue el terrible cáncer
que invadió nuestra nación, que llevó a nuestros compañeros a presión”.
La reciente liberación se suma
a la Mario Olivera Osorio, de la Sección 22 del SNTE, en abril del 2017,
también detenidos por el mismo delito por las fuerzas federales en la ciudad de
Oaxaca.
Del 17 de mayo de 2013 a la
fecha, la CNTE lleva exigiendo la liberación de los profesores , así como de
los activistas integrantes del Frente Amplio de Comunidades Marginadas del Estado
de Oaxaca.
En sus movilización la gremial
disidente sostuvo que las detenciones tenían un interés político de
desprestigiar y criminalizar la lucha social de la sección 22 y otras
organizaciones en contra de las reformas estructurales del gobierno de Enrique
Peña Nieto.
Documentó que activistas y
mentores fueron torturados física y sicológicamente por las fuerzas federales.
Después fueron trasladados al entonces Distrito Federal, donde estuvieron
incomunicados y, posteriormente presentado como presuntos secuestradores.
Resaltaron que con la
detención de sus compañeros el Estado mexicano pretendió negar el derecho a
disentir y el respeto a las maltrechas garantías constitucionales, pues los
acusados no incurrieron en algún delito.