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Hoy es lunes, 25 de noviembre de 2024

A cien años de la tragedia del último zar de Rusia

• El libro recopila la correspondencia de la última saga de la dinastía Romanov antes de ser asesinada

A cien años de la tragedia del último zar de Rusia

Ciudad de Mexico.- Despojados del título de zar o emperador de Rusia, Nicolás II y la familia imperial Románov fueron detenidos y sufrieron un largo cautiverio. Tras año y medio, el zar, su esposa Alejandra y sus cinco hijos fueron asesinados en julio de 1918 por las tropas bolcheviques, dando paso al nuevo régimen soviético de ideología comunista.

 

Los momentos finales de la familia Románov en cautiverio, así como sus vivencias y pensamientos recogidos en cartas personales, diarios y documentos han sido rescatadas cien años después por la editorial Páginas de Espuma bajo el título “Románov. Crónica de un final: 1917-1918”, quien las presenta al público hispano parlante con una traducción del ruso de Tatiana Shvaliova.

 

“El libro no quiere ser de historia, no somos historiadores, queríamos poner la parte humana, la historia con minúsculas que a veces olvidamos, y que queda oculta por la Historia con mayúsculas, y más en un momento tan importante para el mundo como 1917 y la Revolución Rusa”, explicó Ezra Alcázar, quien fungió como editor del texto.

 

Análisis de una tragedia

La correspondencia recopilada en el libro presenta al último zar de Rusia como una persona que no estaba arraigada al poder, más preocupado por su familia, y que encontró alivio al abdicar de su trono tras la revolución de febrero de 1917, encabezada por un pueblo ruso harto de la pobreza, la inflación y una participación en la Primera Guerra Mundial que sólo empeoró sus condiciones de vida.

 

Sin embargo, tras la Revolución de Octubre o Revolución Rusa, que trajo consigo la llegada al poder del Partido Bolchevique encabezado por Lenin y los cimientos de la posterior Unión Soviética, la vida de la familia Románov empeoró.

 

“Sus cautiverios se van haciendo cada vez más fuertes, les van quitando personal, alimentos, dinero, llega un punto en que ellos se están manteniendo”, señala Alcázar. “Pero nunca creen que van a ser asesinados, nunca creen que ese será su final”.

 

Durante muchos años, el nuevo gobierno soviético no reveló el destino final de los últimos zares, dando como resultado especulaciones como una supuesta huida de la zarina y sus hijos. “Se crearon miles de rumores porque los revolucionarios no quisieron confesar desde un principio que fueron asesinados para que no hubiera, primero, una contrarrevolución, segundo, que no se intentaran hacer reliquias, y tercero, para mantener el perfil bajo”, recordó Alcázar.

 

Adiós a los mitos

La obra representa una intersección entre el viejo régimen de los zares y el nuevo régimen del Partido Bolchevique, el cual reprodujo el autoritarismo y la represión del zarismo pese a sus intenciones revolucionarias de igualdad social. “Todos o muchos, crecimos con la imagen de la Revolución Rusa como algo que cambió al mundo para bien, y en un inicio así fue, porque trajo una cantidad de cosas nuevas dentro del arte, los derechos, de la investigación científica. Sin embargo, lo que vemos en este libro es que, desde un inicio, ya se veían pequeños chispazos de la obra violenta en la que se convertiría después la revolución al pasar a la época soviética, sobre todo al llegar Stalin al poder”, explicó Alcázar.

 

El libro también repasa la relación que tenía la familia con Rasputín, un místico que fungió como sanador y guía espiritual de la familia Románov.

 

“Es mencionado en las cartas siempre como Amigo, en mayúsculas, y era la conexión con Dios, y casi tan importante como Dios, dicen cosas como ‘piensa en lo que diría nuestro amigo, lo que nos aconsejaría, el querría esto para nosotros’, es un guía espiritual aunque no esté con ellos en el tiempo que transcurre la obra”, finalizó el editor.