• Se presentará el próximo 1 de diciembre, en el marco de la edición 32 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara
CIUDAD DE MÉXICO.- La palabra
luna, Selene, moon, en español tiene que ver con la luminosidad del astro, pero
en otras lenguas alude a sus cuatro fases o evoca a una mujer hermosa. “Cada
lengua pone el acento en determinados rasgos del mundo que percibe, tiene una
forma especial de verlo”, explica el poeta y filósofo Jaime Labastida.
Elementos fundamentales como
el tiempo no se conciben igual en todas las civilizaciones, afirma el editor.
“El tiempo en las culturas amerindias, a diferencia de las de otras regiones,
no es algo invisible que transcurre, sino algo que se puede ver, un personaje
que pasa o la sombra de una serpiente que desciende”.
Esta diferencia, riqueza y
pluralidad de las lenguas es lo que destaca el Vocabulario de las filosofías
occidentales, un diccionario de los vocablos intraducibles, esos que tienen su
propio significado en cada idioma.
Con la propuesta de que la
filosofía se debe pensar en los diversos idiomas y de que no haya una lengua
dominante para comunicarnos, esta obra colectiva compara en unas 400 entradas
más de cuatro mil palabras, expresiones, giros, en una quincena de lenguas
occidentales y americanas. Es un diccionario audaz, no hay otro semejante en
lengua española”, comenta en entrevista el coordinador general de esta
iniciativa dirigida por la francesa Barbara Cassin, quien trabajó durante una
década con unos 150 especialistas en lenguas como el griego, hebreo, latín,
árabe, alemán, inglés, francés, español, italiano, noruego y ucraniano, entre
otras.
Y la adaptación al español,
que hoy se presentará en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, como parte
de las actividades del XIX Congreso Internacional de Filosofía, se llevó ocho
años y quedó en dos volúmenes de un total de mil 856 páginas. María Natalia
Prunes coordinó al equipo de traducción.
El diccionario subraya cómo
una serie de palabras ha sido traducida a otras lenguas y tiene otra carga
semántica, y cómo los vocablos originan conceptos, pero éstos cambian de lengua
a lengua dependiendo del genio del idioma”, agrega el director de Siglo XXI,
editorial que coeditó el título junto con la UNAM y las universidades Autónoma
de Sinaloa, la Anáhuac, la Panamericana y la de Guadalajara.
Las lenguas son los
patrimonios intangibles de todos los pueblos, son fundamentales, son las que le
dan carácter a cada pueblo”, añade Labastida. “Se pone mucha atención en
conservar los monumentos de los siglos anteriores o en dar condiciones para que
se desarrolle el arte; pero el patrimonio intangible de cada pueblo es su
propia lengua. Eso es lo que se destaca en este diccionario”.
Señala que, aunque la
filosofía en lengua española es relativamente joven —“el primer gran texto, La
libra astronómica y filosófica, fue escrito por el novohispano Carlos de
Sigüenza y Góngora a finales del siglo XVII”—, empieza a gozar de cabal salud y
“comenzamos a hacer una filosofía rigurosa”.
Dice que se hace gran
filosofía en cualquier idioma, de ahí la pertinencia de esta obra. “El español
es una lengua muy nítida. El sonido de sus vocales y sus consonantes no se confunde,
como en otras lenguas. Su gramática está perfectamente establecida, a pesar de
ser irregular en muchas cosas. El léxico también es claro, aunque ambiguo.
Puede funcionar como lengua filosófica a la perfección, no tiene nada qué
pedirle a otra lengua”, concluye el editor.
El Vocabulario de las
filosofías occidentales, diccionario de lo intraducible, se presentará, además,
el próximo 1 de diciembre, en el marco de la edición 32 de la Feria
Internacional del Libro de Guadalajara.