• 'Y cuando estábamos conscientes de lo absurdo de la vida, y de que un día nos olvidaríamos el uno del otro, entonces hacíamos el amor inútilmente'...
CIUDAD DE MÉXICO.- Fernando
del Del Paso fue un apasionado del dibujo y las letras que legó novelas
inmortales; pero hay una pieza que recorre las redes sociales, que
verdaderamente es una joya, como todo su legado.
Se trata de un extracto de su
novela Palinuro de México.
El premio Cervantes 2015
Fernando del Paso, quien murió a los 83 años, consideró que dibujar era una
"venganza" de su mano izquierda "al acto de escribir",
mismo que le consagró en como autor de novelas colosales como "Noticias
del Imperio", una obra maestra de la narrativa mexicana.
De Palinuro de México
extraemos estas líneas:
Hacíamos el amor
compulsivamente. Lo hacíamos deliberadamente.
Lo hacíamos espontáneamente.
Pero sobre todo, hacíamos el amor diariamente. O en otras palabras, los lunes,
los martes y los miércoles, hacíamos el amor invariablemente. Los jueves, los
viernes y los sábados, hacíamos el amor igualmente. Por últimos los domingos
hacíamos el amor religiosamente.
O bien hacíamos el amor por
compatibilidad de caracteres, por favor, por supuesto, por teléfono, de primera
intención y en última instancia, por no dejar y por si acaso, como primera
medida y como último recurso. Hicimos también el amor por ósmosis y por
simbiosis: a eso le llamábamos hacer el amor científicamente. Pero también
hicimos el amor yo a ella y ella a mí: es decir, recíprocamente. Y cuando ella
se quedaba a la mitad de un orgasmo y yo, con el miembro convertido en un
músculo fláccido no podía llenarla, entonces hacíamos el amor lastimosamente.
Lo cual no tiene nada que ver
con las veces en que yo me imaginaba que no iba a poder, y no podía, y ella
pensaba que no iba a sentir, y no sentía, o bien estábamos tan cansados y tan
preocupados que ninguno de los dos alcanzaba el orgasmo.
Decíamos, entonces, que
habíamos hecho el amor aproximadamente.
O bien Estefanía le daba por
recordar las ardilla que el tío Esteban le trajo de Wisconsin y que daban
vueltas como locas en sus jaulas olorosas a creolina, y yo por mi parte
recordaba la sala de la casa de los abuelos, con sus sillas vienesas y sus
macetas de rosasté esperando la eclosión de las cuatro de la tarde, y así era
como hacíamos el amor nostálgicamente, viniéndonos mientras nos íbamos tras
viejos recuerdos.
Muchas veces hicimos el amor
contra natura, a favor de natura, ignorando a natura.
O de noche con la luz
encendida, mientras los zancudos ejecutaban una danza cenital alrededor del
foco.
O de día con los ojos
cerrados.
O con el cuerpo limpio y la
conciencia sucia.
O viceversa.
Contentos, felices, dolientes,
amargados.
Con remordimientos y sin
sentido.
Con sueño y con frío.
Y cuando estábamos conscientes
de lo absurdo de la vida, y de que un día nos olvidaríamos el uno del otro,
entonces hacíamos el amor inútilmente.
Para envidia de nuestros
amigos y enemigos, hacíamos el amor ilimitadamente, magistralmente,
legendariamente.
Para honra de nuestros padres,
hacíamos el amor moralmente.
Para escándalo de la sociedad,
hacíamos el amor ilegalmente.
Para alegría de los
psiquiatras, hacíamos el amor sintomáticamente. Y, sobre todo, hacíamos el amor
físicamente.
También lo hicimos de pie y
cantando, de rodillas y rezando, acostados y soñando. Y sobre todo, y por
simple razón de que yo lo quería así y ella también, hacíamos el amor
voluntariamente.
Nacido en Ciudad de México el
1 de abril de 1935, de niño soñó con dedicarse al humor gráfico, posibilidad
que rechazó por falta de habilidad con el lápiz pero que retomó años después
como una especie de liberación.
Los primeros pasos del autor
se encaminaron al dibujo, una de sus grandes pasiones, pues de 1955 a 1969
trabajó como creativo en el mundo de la publicidad.
Diplomático, académico y
periodista residió en Londres más de una década (1970-1985), donde fue locutor
de la BBC, y entre 1986 y 1988 fue el agregado cultural de la embajada de
México en París y después cónsul (1988-1991).
Considerado uno de los grandes
estilistas e innovadores en lengua española, publicó en 1958 su primer libro,
el poemario "Sonetos de lo diario", al que seguirían novelas con una
profunda vocación histórica.
"Yo creo que a muy
grandes rasgos toda novela es historia. En toda novela se puede aprender algo
de la historia de una época", explicó el escritor.
Dijo que las buenas encerraban
"una recreación muy hábil de la vida", y sostenía que la buena literatura
enseñaba "cómo es el ser humano, aunque más bien sus aspectos
trágicos".
Entre sus novelas están
"José Trigo" (1966), considerada un libro precoz, innovador en el uso
del lenguaje y surgido en pleno "boom" latinoamericano, y
"Palinuro de México" (1982), una parodia en torno a un estudiante de
medicina que se ve involucrado en el movimiento estudiantil de 1968, que
quedaría marcado por la trágica matanza ocurrida el 2 de octubre de aquel año
en la Plaza de Tlatelolco.
Pero sin duda la más emblemática
de las novelas de Del Paso fue "Noticias del imperio" (1986), un
trabajo monumental que logró recrear con maestría el efímero Imperio Mexicano
encabezado por Maximiliano y Carlota (1864-1867).
Su editora en España, Carmen
Balcells (1930-2015), que fue recibiendo el libro por partes, le aconsejó en un
primer momento recortarlo, pero posteriormente se dio cuenta de que, por la
precisión y estructura del relato, era imposible hacerlo y fue publicado como
quería Del Paso.
En una entrevista con Efe, Del
Paso explicó que desde pequeño quedó fascinado por un relato que en México se
explicaba en las escuelas "en forma muy breve, casi anecdótica", pero
que a él le impresionó siendo un niño.
"Supe que habíamos tenido
un emperador rubio a quien habíamos fusilado y una emperatriz a quien
llamábamos Mamá Carlota, que había enloquecido y muerto muy viejita",
agregó entonces.
Además, es autor de ensayos
como "El coloquio de invierno, con Carlos Fuentes y Gabriel García
Márquez" (1992) o "Memoria y olvido, vida de Juan José Arreola"
(1994), o "Viaje alrededor del Quijote" (2004), y en el género
dramático su obra "La muerte se va a Granada" (1998), inspirada en la
muerte de Federico García Lorca.
En poesía dejó títulos como
"De la A a la Z: Poemas para niños" (1988), "Paleta de diez
colores" (1990), "Castillos en el aire" (2002) y
"PoeMar" (2004).