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Hoy es lunes, 25 de noviembre de 2024

El fotógrafo Rogelio Cuéllar festejará 50 años de trayectoria

• Con la publicación en 2019 de cuatro libros que recogen todas las facetas de su obra, el fotógrafo mexicano festejará 50 años de trayectoria

El fotógrafo Rogelio Cuéllar festejará 50 años de trayectoria

CIUDAD DE MÉXICO.- Rogelio Cuéllar (Ciudad de México, 1950) alista el festejo por sus 50 años como fotógrafo y retratista. En entrevista con Excélsior adelanta que prepara la publicación de cuatro libros: uno sobre paisaje urbano y rural, otro con los rostros de la plástica, uno más con cien historias visuales de escritores y artistas; y otro en donde músicos, artistas y científicos recrearán, con una obra plástica, un elemento de la tabla periódica de los elementos químicos. Todo aparecerá en 2019 y bajo el sello de La Cabra Ediciones.

 

Te diría que en mi fotografía sí hay una visión y una apuesta por la memoria gráfica, porque como fotoperiodistas sabemos que vamos sobre la noticia, pero a partir de mañana eso comienza a formar parte de una historia y es importante”, expresa el artista mientras desayuna una banderilla con café.

 

Recuerdo que desde un principio agarraba las bolsas de papel bond y ahí metía mis rollitos bien guardados, con sus nombres, pues veía que en los laboratorios de los periódicos colgaban el rollo e imprimían una foto, luego ese rollo terminaba en una caja de cartón… y de ahí a la basura. Así que esa conciencia sobre el valor del negativo fue intuitiva, conciencia por preservar la historia que con el tiempo será patrimonio cultural e histórico”.

 

El primer proyecto sobre el que habla es 250 retratos de la literatura mexicana, que montó en línea, un proyecto de investigación, preservación y difusión de las fotos de escritores que por primera vez se muestran en conjunto. Fue a iniciativa de Juan Carlos Oliver —diseñador de Ediciones Era— y con apoyo del Fonca, con el que propusieron como proyecto digitalizar una selección de 250 escritores de la literatura iberoamericana con al menos 10 mil negativos”.

 

Sin embargo, el archivo de Cuéllar es más vasto: resguarda imágenes de 600 escritores y poco más de 70 mil negativos, pero sólo corresponde a escritores. A eso hay que  sumarle el doble de material dedicado a artistas plásticos y otra parte que ha dedicado al desnudo, los paisajes y movimientos sociales. El total, ni él mismo lo conoce.

 

Pero cuando se le pregunta cómo nació su interés por la foto, Cuéllar se remonta a los 60, cuando empezó a trabajar freelance en la revista Sucesos para todos, su paso por Siempre!, Revista de revistas (Excélsior), Proceso de Julio Scherer y Sábado de Fernando Benítez.

 

De toda esa experiencia concluyó que él no quería ‘capturar’ al malo de la semana sino a los personajes en quienes sí creía. “Me di cuenta de que no quería fotografiar al malo, sino en quienes sí creo, en los creadores; ésa es la clave”, reconoce.

 

¿Hay conciencia de la memoria en su trabajo?, se le cuestiona al fotógrafo que Jorge Luis Borges bautizó como El duende y que le valió captar aquella famosa instantánea donde el autor de El Aleph usa el mingitorio. “Eso lo hice intuitivamente, sabiendo que no era original, porque muchos fotógrafos de otras latitudes han retratado a sus contemporáneos, sólo es retomar lo que hicieron Bernice Kolko, Mariana Yampolsky y no digamos Tina Modotti y Edward Weston, es como seguir la misma tradición; eso y el interés por conocerlos, pues este trabajo es una especie de antología”.

 

¿Por qué cree en ellos? “Es un gusto personal… y aunque nos guste o no su literatura, su pintura, su música, su coreografía o su dramaturgia… pienso que son personas honestas que apuestan a su visión de la verdad”.

 

PAZ Y MONTERROSO

 

Para Cuéllar, uno de los elementos más importantes en su trabajo—hoy memoria histórica del México contemporáneo— es la mirada de su interlocutor. “Quizá busco la premisa más sencilla: que no sean fotos posadas. Me gusta el uso de luz natural, sus espacios (de los creadores), mostrar una foto muy natural”.

 

¿Recuerda cuando tomó esa foto a Borges en el urinario? “Claro. Me acerqué con mi camarita Pentax, que acababa de comprar en dos mil 500 pesos en Donceles, y después del primer clic, Borges dijo ‘¡Ya el duende está aquí!’”.

 

También rememora las fotos que le tomó a Paz en el jardín de su casa en Paseo de la Reforma. “Llegué ese día, porque era candidato al Nobel de Literatura. Entonces Carlos Payán me dijo que fuera a hacerle unas fotos, pero cuando llegué a su casa Marie-Jo me dijo que Octavio no estaba de ánimo”.

 

Así que puse el tripié, monté la cámara Hasselblad, enfoqué con la conciencia de que a esa velocidad congelaría el movimiento y pedí saludarlo. Pero cuando venía… disparé. Él se acercó a mí y se disculpó, y le pedí un recadito para mi director donde él escribiera que llegué puntual a la cita. Entonces Paz regresó, tomé más fotos y guardé aquel recadito: era un pretexto para moverlo. Años después Octavio vio esas fotos y eran las que más me pedía”.

 

También recuerda a Augusto Monterroso: “Cuando lo conocí me dijo que le gustaría que le hiciera unas fotos con elefantes y jirafas en Chapultepec. Pero yo vi a ese señor chaparrito, pensé que estaba un poco pirado (bromea), entonces se puso una gorra y tomó a su gato, pero también le tomé una donde aparece con un cartel de circo como fondo”.

 

Esa foto es inédita, detalla Cuéllar: “Y me parece interesante, porque está el cartel de circo con el aro donde está parado el tigre que le queda como aureola de santo”.

 

Esto demuestra cómo en cada foto hay una historia, y también esa búsqueda de Cuéllar que necesita la mirada cómplice, “pues al momento de mirar se siente una corriente eléctrica en el cuerpo; como captar el alma de los retratados”.