• Arqueólogos localizaron 67 espadartes que estuvieron bajo tierra aproximadamente 500 años, dentro de cajas de piedra y en condiciones climáticas estables
Ciudad de México.- Los
espadartes representaban para los mexicas a cipactli, el "Monstruo de la
tierra", de manera que los sacerdotes los depositaban en un nivel
intermedio dentro de las ofrendas, ya que al representar un cosmograma, debajo
colocaban materiales vinculados simbólicamente al inframundo, al centro
aquellos asociados a la tierra y en niveles superiores elementos relativos al
mundo celeste.
Estas especies, que fueron
altamente valorados por las culturas prehispánicas, entre ellas la mexica,
fueron encontrados en ofrendas rituales a través del Proyecto Templo Mayor
(PTM).
En total se registraron 67
espadartes de pez sierra que estuvieron bajo tierra aproximadamente 500 años,
dentro de cajas de piedra y en condiciones climáticas estables, se informó en
un comunicado.
En el proyecto participaron
los especialistas Adriana Sanromán Peyron y María Barajas Rocha, quien comentó
que en el caso del Templo Mayor, al estar asentado en el centro de un lago, es
un contexto de humedad constante que permite una mejor conservación de
materiales de origen orgánico, caso de los cartílagos rostrales de peces
sierra. No obstante, in situ se realizaban algunas labores para controlar
cambios microclimáticos.
Adriana Sanromán Peyron,
restauradora integrante del PTM, precisó que los restos recuperados en las
excavaciones del PTM corresponden a las especies: Pristis pectinata (pez sierra
de dientes pequeños) y Pristis pristis (pez sierra de dientes grandes, también
conocidos como tiburón sierra, raya sierra o pez espada).
Dos de las cinco especies de
estos animales marinos se hallan en peligro de extinción en todo el mundo, dada
la facilidad de su captura pues habitan en aguas oceánicas someras. Destacó que
en las dos últimas temporadas (la séptima y la octava) del proyecto se
registraron los rostros y vértebras de por lo menos 15 ejemplares de peces
sierra en una decena de depósitos rituales,
Un campesino halló los restos
de una de las esculturas mientras trabajaba la tierra, lo que llamó la atención
de arqueólogos
Durante estos periodos de
expansión del imperio mexica, su traslado hasta el centro de México implicó un
largo recorrido de entre 290 y 440 km, desde los litorales de los océanos
Atlántico y Pacífico. Dado que los análisis han arrojado que los restos
corresponden a organismos de tallas grandes (los individuos juveniles y adultos
llegan a medir entre cuatro y cinco metros), es posible que fueran traídos a
Tenochtitlan ya cortados y tratados.
Sobre su conservación, Adriana
Sanromán, profesora de asignatura de la
Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía, comentó que
"hoy en día sabemos que los espadartes pueden mantener su dureza por mucho
tiempo después de secarse, sin embargo, los organismos de las excavaciones
arqueológicas suelen hallarse sumamente frágiles debido a que los contextos en
los que han permanecido enterrados durante casi 500 años afectaron su
estabilidad.
Sanromán explicó que si bien
el tratamiento aplicado a la conservación de cartílagos rostrales de peces
sierra no ha variado en las cuatro décadas del Proyecto Templo Mayor, se está
desarrollando un análisis de todas estas intervenciones, visto a largo plazo,
bajo la consideración de que pueden existir materiales novedosos que resulten
más compatibles con los materiales arqueológicos.