• "Para preservar las tierras salvajes, hay que detener la industria y prohibir a la gente acceder a ellas", afirma James Watson.
París.- Son cinco países los
que se reparten el 70% de los últimos espacios vírgenes en la Tierra, es decir,
donde no hay actividad humana de ninguna clase. No obstante, los defensores y
activistas del medioambiente se muestran preocupados pues los espacios salvajes,
es decir, las tierras y los mares no afectados por la expansión humana y la
explotación a escala industrial de los recursos naturales (bosques, energías
fósiles, tierras cultivables...) representan en la actualidad el 23% de la
Tierra, según un artículo publicado este miércoles en la revista Nature.
Estos espacios suponen un
refugio vital para miles de especies amenazadas por la deforestación o la
sobrepesca y son algunas de las mejores defensas de las que disponen los
humanos contra los devastadores fenómenos meteorológicos provocados por el
cambio climático.
Hace un siglo, todavía
representaban un 85%. Y solo entre 1993 y 2009 se perdió una superficie
equivalente a India.
El estudio publicado por
‘Nature’ muestra que más del 70% de estos territorios preservados (sin tener en
cuenta la Antártida) se concentran en cinco países: Rusia, Canadá, Australia,
Estados Unidos y Brasil.
"Por primera vez hemos
cartografiado las zonas de naturaleza virgen, tanto terrestres como marítimas,
y mostrado que no quedan muchas", explicó a la AFP James Watson, profesor
de la universidad de Queensland y autor principal del estudio.
"Unos pocos países poseen
muchos de estos territorios vírgenes y tienen una responsabilidad enorme para
preservar las últimas regiones salvajes".
- Una pausa para la naturaleza
-
Los investigadores se apoyaron
en datos compartidos para medir el impacto humano en la vida salvaje a través
de ocho indicadores, como los espacios cultivados, las infraestructuras y el
urbanismo.
Para los océanos usaron datos
sobre la pesca, el transporte marítimo y la contaminación. El resultado fue que
solo el 13% de los mares están poco o nada afectados por las actividades
humanas, principalmente en los polos.
Este estudio llega tras la
publicación, el martes, del informe "Planeta Vivo" del Fondo Mundial
para la Naturaleza (WWF), que mostró que, debido a la presión humana, las
poblaciones de vertebrados salvajes se redujeron en 60% entre 1970 y 2014.
"Al igual que la
extinción de las especies, la erosión de los espacios salvajes es globalmente
irreversible", constatan los investigadores.
Rusia, Estados Unidos y
Brasil, que acaba de elegir como presidente al ultraderechista Jair Bolsonaro,
no consideran una prioridad la protección del medioambiente.
La taiga rusa y el permafrost
--el suelo congelado durante dos años seguidos-- contienen millones de árboles
que absorben el carbono de la atmósfera, moderando el impacto de las emisiones
de gases de efecto invernadero.
Pero Rusia apuesta fuerte por
el desarrollo de la ruta marítima del norte del Ártico, que se hizo más
practicable con el deshielo provocado por el cambio climático.
Por su parte, Donald Trump
anunció el retiro de Estados Unidos del Acuerdo sobre el Clima de París, y Jair
Bolsonaro, apoyado por los poderosos grupos de presión agroindustriales,
anunció que fusionará los ministerios de Agricultura y Medio Ambiente, lo que
podría poner en peligro la protección de la selva amazónica.
"Para preservar las
tierras salvajes, hay que detener la industria y prohibir a la gente acceder a
ellas", afirma James Watson.
"Los países deben
legislar y no dejar que la industria penetre. La naturaleza necesita una
pausa", insiste.
Los científicos piden una
legislación más estricta para proteger estas tierras de los objetivos
industriales y una reforma de la financiación para proteger mejor los bosques.
"No podemos explotar por
todas partes y estos países aún disponen de estos bastiones de tierras
salvajes. Creo que el mundo apreciaría que resistan y digan 'vamos a cuidar de
estas regiones'".