• El historiador mexicano charló con Excélsior acerca de Cruzar el umbral al Medio Oriente, su más reciente libro
CIUDAD DE MÉXICO.- De la
cultura árabe emanaron grandes pensadores, “filósofos imprescindibles para
entender el desarrollo de las ideas en el mundo”, como Avicena, Maimónides o
Ibn Battuta, pero esta herencia de siglos de esplendor se ha dejado de lado.
Los árabes de nuestros días
han arrastrado un largo periodo de silencio impuesto, ocultando sus
aportaciones. Ahora todo parece limitarse al esquematismo religioso alimentado
por la ignorancia”, afirma el sociólogo e historiador Carlos Martínez Assad
(1946).
Este silencio, explica, se
debe a que los árabes “dejaron de ser” tras su expulsión de España hace cinco
siglos y cuando volvieron a “ser” ya no constituían una gran nación, “sino una
veintena de pueblos dispersos entre extensos desiertos, conformados entre
guerras, persecuciones y ocupaciones militares”.
Pero las culturas del Medio
Oriente y la riqueza que han heredado al mundo prevalece y sigue produciéndose;
por esta razón, el especialista egresado de la UNAM invita a los mexicanos a
“cruzar el umbral”, a salir de la casa a la calle, acercarse a su literatura y
a su cine. “No podemos entender si no nos confrontamos con el otro”.
Lamenta que los medios de
comunicación “han insistido tanto que veamos ese espacio sólo como una cuna de
terroristas que ahora hay más encono. Hay conflictos políticos serios, pero es
un mundo que tendríamos que comprender más, sobre todo lo que ha significado
para la cultura”.
El investigador y catedrático
está convencido de que los reacomodos internacionales que tuvieron lugar en la
segunda mitad del siglo XX han dado a los árabes un papel protagónico. Y dice
que sólo hay que esperar que escritores e intelectuales como Naguib Mahfouz
(Nobel de Literatura 1988), el kurdo Yasar Kemal, el libanés Amin Maalouf, el
turco Orhan Pamuk (Nobel de Literatura 2006) o el poeta Adonis “incidan en una
propuesta que rescate el humanismo, la ciencia y las artes, campos en los que
dejaron profunda huella sus antepasados”.
Detalla que usa a los viajeros
del siglo XIX que venían de Medio Oriente para demostrar que hay tres culturas
producto de los tres monoteísmos nacidos en la región, judaísmo, cristianismo y
el islam, “las tres religiones con las que más relación tenemos en México”.
El académico agrega que en
este largo recorrido que emprende en el libro, por los siglos XIX, XX y XXI,
habla de los momentos de auge de la cultura y de la lengua árabes. “Me voy
apoyando en los escritores más invocados, como Gibran Jalil Gibran, que es la
expresión del Renacimiento de la cultura árabe a principios de la pasada centuria;
muchos los invocan, pero pocos los leen”.
Otro tema que aborda es la
diferencia entre los árabes y el islamismo. “Existe la confusión de que árabe y
musulmán es lo mismo, siendo que hay más musulmanes que árabes; éstos son unos
400 millones y los primeros más de mil millones”.
La idea, dice Assad, es
invitar a reflexionar sobre la cultura que se está perdiendo por el
resurgimiento del radicalismo islámico, auspiciado por Estados Unidos. “Ha sido
brutal en el caso de Siria que lleva, en siete años de guerra, unos 500 mil
muertos y ocho millones de exiliados, de los cuales se han ahogado, en los
últimos cinco años, 14 mil. Sin ningún miramiento dieron al traste con Damasco,
la ciudad habitada más antigua del mundo, que tiene siete mil años, está
mencionada en El Génesis”.
Destaca que su análisis parte
del hecho de que Occidente ha construido el Oriente que ha querido, poniendo en
sus expectativas las carencias. “El Oriente es mucho más que una pintura de
Delacroix o de los europeos que lo hayan imaginado. Hay gente que goza y sufre;
hay lugares donde el machismo es fuerte y otros donde las mujeres tienen la
capacidad de decidir; hay países ricos como los saudís y otros pobres como
Irán, aunque tienen petróleo; Túnez es una democracia que está resurgiendo y
Líbano sigue manejándose comunitariamente. Es que la cultura occidental no
puede con la heterogeneidad”.
Por todo esto, el autor señala
que los mexicanos no deben decir que esta cultura está muy lejos y que no hay
que mirarla, “porque ahora, con el éxodo centroamericano, México está en la
misma posición que Turquía: nos piden contener la migración”.