• El historiador mexicano publica el segundo tomo de su biografía Porfirio Díaz. Su vida y su tiempo, que ahora aborda La ambición (1867-1884), capítulo que cobra vida a través de cartas, diarios y manuscritos de testigos y protagonistas
CIUDAD DE MÉXICO.- Un hombre
que está dejando de ser soldado, de tener una vida ruda, y comienza a ser un
político, un hombre de Estado. Este es el Porfirio Díaz (1830-1915) que se
retrata en el segundo tomo de la biografía del militar oaxaqueño que ocupó la
Presidencia de México por 30 años. “Este volumen echa luz sobre el rebelde y el
estadista, pero también sobre el hombre que logró gobernar un país ingobernable
buscando la reconciliación”, comenta en entrevista con Excélsior el
investigador Carlos Tello Díaz, tataranieto del caudillo.
El doctor en Historia por la
Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París dedica esta nueva
entrega de Porfirio Díaz. Su vida y su tiempo (Debate) a La ambición (1867-1884);
y es la continuación de La guerra (1830-1867), obra ganadora del Premio
Mazatlán de Literatura.
Privilegiando la voz de los
protagonistas de los hechos, que se escucha a través de sus cartas, diarios y
testimonios escritos, este título relata los años trágicos de Díaz en la finca
de La Noria; el fracaso de su rebelión contra el presidente Benito Juárez
(1806-1872); su paso por La Habana, Nueva York y San Francisco; su defensa de
México frente a la amenaza de guerra de Estados Unidos y la forma como ordenó
reprimir una rebelión en Veracruz, entre otros episodios.
“México estuvo en guerra,
primero entre liberales y conservadores; y, luego, a pesar de que conquistaron
el poder en 1867, los liberales pelearon entre sí diez años más. Díaz logró la reconciliación
y el hecho de que la economía empezó a progresar, basada en los ferrocarriles,
fue una de las claves de su éxito”, afirma el autor.
Sin claudicar
El maestro en Filosofía y
Letras por la Universidad de Oxford aclara que quienes eran opuestos a Díaz
identificaban su espíritu conciliatorio como claudicación. “Nunca lo fue. En
ningún sentido se dio marcha atrás a las Leyes de Reforma, no se reformó la
Constitución; sencillamente, el país necesitaba reconciliarse consigo mismo
tras muchos años de guerra”.
Detalla que la reelección de
Juárez, “varios pensaban que ya había estado mucho tiempo en el poder”, no fue
el único punto de desacuerdo entre las fracciones liberales. “También el tema
de qué hacer con los defensores del Imperio, si habría que ser clementes o
duros; y la desmovilización del Ejército de la República. Fue un periodo
turbulento poco conocido y anticlimático, porque los buenos ganaron y luego se
pelearon entre sí causando mucha muerte en el país”.
Quien ha sido investigador en
las universidades de Cambridge, Harvard y La Sorbona detalla además las
vicisitudes que enfrentó don Porfirio previas a su Presidencia. “A Díaz le
había ido muy bien durante mucho tiempo y, especialmente, en 1866. Pero, a
finales de 1867, todo le empezó a salir mal y así fue durante cinco años: vivió
tragedias personales, fracasos políticos, desavenencias con su hermano y con
buenos amigos suyos.
“Perdió dos hijos, su
primogénito y el que le siguió, en el transcurso de dos o tres semanas; sufrió
una helada que acabó con sus plantíos de caña y de alfalfa y un terremoto
derrumbó su casa. En un lapso breve conoció varias desgracias. Pero resistió
este especie de periodo de prueba, que terminó con el triunfo de la revolución
de Tuxtepec y su elección como presidente de México, en mayo de 1877”, añade.
La continuidad
Una de las tesis centrales de
La ambición (1867-1884), narra Carlos Tello, es que hubo continuidad entre los
gobiernos liberales; y prueba de esto es Manuel María de Zamacona, excanciller
de Juárez que puso su talento al servicio de Díaz para que éste saliera airoso
de la amenaza de guerra de EU.
“Un personaje llamado
Rutherford Birchard Hayes llegó a la presidencia de EU, entre 1877 y 1881, de
manera fraudulenta. Y Díaz logró salir airoso utilizando la propia democracia
de EU contra su presidente: la prensa de oposición, los miembros del congreso
opuestos a la política agresiva del presidente y los grupos de comerciantes,
empresarios y financieros que querían asociarse con México”, narra.
“Mátenlos en caliente”
El autor de El exilio: un
relato de familia publica, entre las fuentes primarias que ha consultado, el
telegrama en clave de Díaz a su amigo el gobernador de Veracruz Luis Mier y
Terán, en el que le ordena reprimir una rebelión. Este documento es el origen
de la legendaria frase “Mátenlos en caliente”.
“No lo dice así, pero sí
ordena reprimir con violencia la rebelión en Veracruz. Como es una de las
frases más conocidas sobre el gobierno de Díaz, le dediqué un capítulo para
describir minuciosamente qué pasó. La frase exacta es ‘Fusile luego todos los
oficiales y el diez por ciento de la tripulación’, según la traducción”, indica.
“La historia está llena de
mitos, pero lo que hacemos los historiadores es despejar esa cortina de humo y
ver qué ocurrió, los detalles que fueron pasados por alto”, dice el
investigador de la UNAM.
Otros documentos que muestra
es la carta en la que don Porfirio le declara su amor a su futura esposa Carmen
Romero Rubio. “Carmelita, yo debo avisar a usted que la amo”. Tello confiesa
que se la dio un sobrino de Carmelita, amigo de su abuelo. También se incluye
la tarjeta de presentación de Díaz como masón, “me la dio el nieto del sastre
de don Porfirio”.
Tello adelanta que en el
tercer y último tomo de la biografía se abordará la larga dictadura de Díaz, su
derrocamiento con la Revolución mexicana, el exilio y la muerte. “No hay
avances, apenas comenzaré la investigación; me tomará unos cinco años, quizá”.