“Fue comenzar desde cero, es algo que jamás quisiéramos volver a vivir y no se lo deseamos a nadie”
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San José del Cabo, Baja California Sur. - “Fue una experiencia muy triste, es algo que siempre recordaremos por toda la destrucción que hubo, esos días en que caía en la noche y la ciudad quedaba completamente oscura, los días siguientes del huracán estábamos solos y desprotegidos, para nosotros fue comenzar desde cero, es algo que jamás quisiéramos volver a vivir y no se lo deseamos a nadie”
Así lo recordó don Zeferino Bautista, a cuatro años de la devastación que provocó el paso del potente huracán “Odile” por el municipio de Los Cabos. La noche del 14 de septiembre del 2014, recuerda con tristeza, fue tanta la furia del cauce del arroyo del vado de la colonia Santa Rosa, que el torrente no solamente desapareció su vivienda sino de la de decenas de vecinos.
Compartió que, debido a que no hubo información suficiente sobre el poder avasallador que poseía el meteoro, él y su familia creyó que ciertamente el paso del fenómeno traería consigo lluvias y rachas de viento, por lo que tomaron la decisión de resistir los embates de la naturaleza en la humilde casa de madera y cartón que tiempo atrás había construido en el lugar, y representaba la mayor inversión en muchos años para él y sus seres queridos.
Las primeras precipitaciones que se registraron a eso de las ocho de la noche de aquel 14 de septiembre, en poco tiempo se intensificaron acompañadas de un fuerte viento que comenzó a sacudir la endeble casa, desprendiendo los trozos de madera y lona que había colocado como “protecciones”.
Cuando decidió desalojar el domicilio junto a su familia, mencionó, que se percató de un ruido que asimilaba a un rugido y al verificar la procedencia del mismo, divisó que el arroyo había comenzado a reclamar su cauce.
“Me di cuenta que la cosa se iba a poner fea y le dije a mi esposa que nos saliéramos de la casa para irnos a un albergue. Después, comenzaron a aparecer destellos de patrullas y policías sacando a la gente, el arroyo estaba creciendo, la colonia se estaba inundando, siempre tardamos en que nos sacaran, las patrullas iban llenas, la lluvia y el viento se estaban poniendo más fuertes” recordó Zeferino.
Cuando finalmente logró abandonar la colonia, agregó, llegó a un refugio donde, por cierto, esa noche, al igual que la mayoría de familias que estaban ahí, no logró dormir. “Como a las diez de la noche el huracán ya estaba pegando, se me venía a la mente mi casa, hasta pensé en regresarme, tenía poquitos muebles, habíamos dejado todas las pertenencias, mi herramienta de trabajo, las cosas de los niños” añadió el hombre.
Por la mañana del 15 de septiembre, comentó, salió del refugio y se trasladado a la colonia para ver las afectaciones que había sufrido su vivienda, misma, que nunca encontró. “Pues cual fue mi sorpresa que la casa ya no estaba, no había quedado nada, era un llano el lugar donde tenía mi casita, había pedazos de madera tirados por todos lados, muchos vecinos estaban en la misma situación que la mía, veía gente llorando, abrazada, y, pensé, gracias Dios, estamos vivos” añadió.