· De acuerdo con la FAO, el número de adultos con obesidad en México pasó de 20.5 millones en 2012 a 24.3 millones en 2016; la obesidad es también un resultado de la inseguridad alimentaria
Ciudad de México.- La
población de adultos con obesidad en México pasó de 20.5 millones en 2012 a
24.3 millones en 2016, según el informe “El estado de la seguridad alimentaria
y la nutrición en el mundo 2018” presentado en la sede de la FAO.
El reporte de la Organización
de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) destacó que
la obesidad entre adultos ha empeorado principalmente en Norteamérica y el
problema afecta a una de cada ocho personas en el planeta.
El reporte, según el cual el
hambre ha aumentado a causa del cambio climático y crisis económicas y afecta a
821 millones de personas en el mundo, dijo que la obesidad es también un
resultado de la inseguridad alimentaria.
Indicó que el vínculo entre la
inseguridad alimentaria y el sobrepeso y la obesidad pasa a través de la dieta,
que se ve afectada por el costo de los alimentos.
En ese sentido, resaltó que
los alimentos nutritivos y frescos tienden a ser costosos.
“Por lo tanto, cuando
comienzan a escasear los recursos de los hogares destinados a la alimentación,
las personas eligen alimentos menos costosos que, a menudo, tienen una alta
densidad calórica y un bajo contenido de nutrientes”, explicó.
Dijo que, en el contexto de
los mercados de alimentos globalizados, donde el costo relativo de los
alimentos con un alto contenido de grasas y azúcares es bajo en comparación con
los productos frescos, el establecimiento de prioridades de costos para las
familias que padecen inseguridad alimentaria puede dar lugar a dietas con un
alto contenido calórico, escasa diversidad y bajo contenido de nutrientes y
fibra.
Señaló que las personas que
padecen inseguridad alimentaria tienen menos probabilidades de tener acceso
físico a los mercados donde poder comprar alimentos nutritivos y saludables a precios
asequibles, especialmente en los países de ingresos altos.
Según el informe, también
existe una ruta psicosocial que va desde la inseguridad alimentaria hasta la
obesidad.
En ese sentido, explicó que la
experiencia de no tener acceso a determinados alimentos, o un acceso adecuado,
a menudo genera sensaciones de ansiedad, estrés y depresión, que a su vez
pueden conducir a comportamientos que aumentan el riesgo de padecer sobrepeso y
obesidad.
Entre estos pueden incluirse
patrones de ingesta compulsiva (atracones) o sobrealimentación cuando hay
alimentos disponibles (y la disponibilidad continua es incierta) o bien la
elección de “alimentos placenteros” de bajo costo, hipercalóricos y ricos en
grasas, azúcares y sal.
“Se ha determinado que esos alimentos
tienen efectos psicológicos que reducen el estrés a corto plazo”, dijo.
El reporte dijo que el estrés
que ocasiona vivir con inseguridad alimentaria también puede tener un efecto
negativo en la lactancia materna y las prácticas de alimentación de los niños
pequeños, lo que a su vez aumenta el riesgo de los niños de padecer obesidad en
la edad adulta.
Además, indicó que los cambios
metabólicos que ocasionan los trastornos en los patrones de alimentación y la
privación de alimentos son otro de los componentes de la trayectoria
obesogénica de la inseguridad alimentaria a la malnutrición.
Según el informe, las
adaptaciones psicológicas en respuesta a los ciclos de “festín y hambruna” se
han asociado con un aumento de la grasa corporal, una disminución de la masa
muscular magra y un aumento de peso más rápido cuando hay abundantes alimentos.
Igualmente, la privación de
alimentos de la madre y el lactante o el niño puede dar lugar a la
“programación metabólica” del feto y el niño pequeño, lo que aumenta el riesgo
de obesidad y enfermedades crónicas no transmisibles relacionadas con la dieta
en las etapas posteriores de la vida.
La desnutrición, así como el
sobrepeso de la madre, ocasionados por la falta de acceso estable a una
alimentación adecuada puede programar funciones metabólicas, psicológicas y
neuroendocrinas en su descendencia, lo que alimenta un ciclo intergeneracional
de malnutrición, dijo.
El informe también apuntó que
el número de personas subalimentadas en México disminuyó de seis millones en el
periodo 2004-2006 a 4.8 millones en el lapso 2015-2017.
No obstante, dijo que en 2017
el número de personas en situación de inseguridad alimentaria grave en el país
era de 11.3 millones.