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Hoy es lunes, 25 de noviembre de 2024

Factores extraliterarios invisibilizan a las narradoras, sostiene especialista

• Liliana Pedroza es autora de Historia secreta del cuento mexicano: 1910-2017, obra publicada por la UANL

Factores extraliterarios invisibilizan a las narradoras, sostiene especialista

Ciudad de México.- Las escritoras ‘‘han sido un grupo aparte que ha caminado en silencio, a la par de las historias de la literatura”; no están incluidas en el canon porque sus discursos narrativos son diferentes o apelan a otros temas, opina Liliana Pedroza (Chihuahua, 1976), autora del catálogo Historia secreta del cuento mexicano: 1910-2017, publicado por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), en la colección Ensayo.

 

La investigadora, en entrevista con La Jornada, sostiene que uno de los principales factores que han invisibilizado a las narradoras son extraliterarios, como el socioeconómico, pues la educación iba dirigida hacia los hombres. ‘‘Si las mujeres no tenían acceso a la educación ni al ámbito público, ¿cómo iban a escribir y a ser publicadas?”

 

Otro escollo ‘‘es la idea de que los temas masculinizados son los temas universales, mientras los de la familia, la crianza y la menstruación deben quedar restringidos a los diarios personales, y si se publican sólo tendrán lectoras”.

 

También destaca los límites impuestos por las políticas públicas de un país tan centralista como México, donde apenas a principios de los 90 empezaron a crear institutos culturales en los estados, que ha permitido, muy lentamente, que los escritores no tengan la necesidad de venir a la capital para ser conocidos, reseñados y visibilizados. En las décadas de los 60 y 70, ¿quién iba a dejar a una mujer venir sola a empezar un camino literario?

 

Cataloga 512 relatos escritos en más de un siglo

 

Historia secreta del cuento mexicano: 1910-2017 cataloga 512 relatos creados en más de un siglo, por autoras que han escrito por lo menos un libro en ese género.

 

‘‘No todas son buenas. No tienen por qué serlo. Uno de los paradigmas que tenemos que romper es que las mujeres necesitamos ser mucho mejores para ser tomadas en cuenta”, explica la investigadora Liliana Pedroza.

 

La también escritora investigó de 2003 a 2005 y con esa finalidad viajó por los 31 estados, ‘‘porque pensé que uno de los grandes problemas de los catálogos anteriores era la centralización. Mucha de la academia se centra en lo que hay en las mesas de librerías del centro del país. Fui a cada entidad viendo cuáles eran las mujeres que habían escrito”.

 

Refiere que ‘‘en los años 70 del siglo pasado, con la nueva ola feminista que hablaba sobre el divorcio, el aborto, la planificación familiar, los espacios públicos, va propiciando que las mujeres se empoderen, escriban, publiquen y hablen sobre sus temas’’.

 

Las grandes ausentes en la tradición y la ruptura

 

Liliana Pedroza define que en la literatura siempre ha existido la tradición y la ruptura, aunque invariablemente han sido protagonizadas por hombres. Las mujeres han sido como las grandes ausentes. Quizá en estudios de mayor profundidad podremos abordar de qué manera el rompimiento del discurso heteropatriarcal es parte de una vanguardia, al menos temática.

 

‘‘En los cánones que han escrito los señores de la literatura, claro que no van a hablar de esto; siempre lo van a tratar como un apartado.

 

‘‘Hay que preguntarse –prosigue la experta– por qué ocurre esto con la literatura escrita por mujeres, homosexuales e indígenas, mientras la literatura universal parece que es creada por hombres blancos, heterosexuales.”

 

Según Pedroza, ‘‘desde hace tres décadas las mujeres somos la tercera parte de la literatura mexicana y no estamos debidamente representadas, ni en los jurados ni en los congresos ni en las mesas de lectura. No estamos visibilizadas. Eso es lo que quiere arrojar Historia secreta del cuento mexicano: 1910-2017 en relación con las prácticas culturales”.

 

Esa restricción ‘‘nos ha pegado a todos, incluso a los lectores ante la imposibilidad de conocer a Edith Villavicencio, que está en La Paz, Baja California; es una escritora excepcional, cuyo quehacer solamente es auspiciado por el municipio y no llega hasta acá”, concluye.