• Imagen tomada del video difundido por el INAH a través de su canal en YouTube
Ciudad de México.- Las tareas
de excavación, registro fotográfico digital y limpieza de los más de 11 mil
materiales orgánicos y 800 artefactos encontrados en la ofrenda 174 en el
Templo Mayor concluyeron poco después de un año de su hallazgo, informó el
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
En abril de 2017, los
especialistas del Proyecto Templo Mayor del INAH hallaron la caja de sillares
de tezontle, de 74X72 centímetros, en el Centro Histórico de la Ciudad de
México.
La riqueza de los objetos
depositados por los sacerdotes mexicas es consistente con el lugar donde se
localizó: el Cuauhxicalco, estructura donde eran sepultados los restos cremados
de los gobernantes tenochcas, destacó el INAH mediante un comunicado.
La ofrenda fue detectada tras
percatarse de la ausencia de algunas lajas en el piso de este templo; lo cual
era indicio de la existencia de un depósito de carácter ritual, señaló Antonio
Marín Calvo, uno de los arqueólogos responsables de este frente de exploración.
La Ofrenda 174 se salvó providencialmente
cuando se instaló encima de ella un tubo que conectaba con el colector de aguas
negras construido a inicios del siglo XX, durante el gobierno de Porfirio Díaz.
Lo primero en detectarse del
contexto prehispánico fueron fragmentos de copal y de coral, capa bajo la cual
se encontraba el esqueleto completo de un lobo mexicano acompañado de cuchillos
de pedernal y un espadarte de pez sierra.
Más abajo estaban colocadas 23
insignias de lámina de oro que aluden a la guerra librada entre el Dios Huitzilopochtli
y su hermana la Diosa Coyolxauhqui, el Sol y la Luna: manos, representaciones
de corazones, un par de orejeras (símbolo de la deidad lunar), una mandíbula
humana, entre otras.
La siguiente capa estaba
conformada por conchas y caracoles que en su mayoría provienen del Caribe y que
fueron trasladados vivos a la gran Tenochtitlan y debajo había una figurilla
antropomorfa de copal, posible representación del Dios de la lluvia, Tláloc;
además de orejeras de madera con pigmentos azul y negro, cuatro cetros
serpentiformes de madera y la misma cantidad de cuchillos de pedernal.
Mientras que, en el fondo de
la caja de piedra, yacía el espadarte de un pez sierra de un metro de longitud,
equivalente a una cuarta parte del largo total animal, que debió medir más de
cuatro metros.
El INAH dio a conocer que la
Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) otorgó el registro
oficial a la colección científica de fauna silvestre del Proyecto Templo Mayor,
adscrito al museo.
Explicó que el registro
permitirá obtener esqueletos de animales muertos recientemente, que pertenecen
a especies amenazadas de extinción, y facilitará identificar los restos
arqueológicos de muy diversas especies que se recuperan cotidianamente de las
antiguas ofrendas mexicas.