San José del Cabo, Baja California Sur. - Apartados de los pintorescos paisajes y lujosos hoteles representativos de uno de los destinos turísticos más importantes del país, se refugia una cruel realidad envuelta en carencias y familias hundidas en la pobreza que las mantiene aprisionadas en el anhelo de encontrar igualdad de oportunidades y una mejor calidad de vida. 

Caminos en pendientes trazados a fuerza del paso contante y marcados por arroyos que reclaman su cauce cada que se registra una fuerte lluvia, son sitios donde varias familias han instalado un lugar para vivir sin importar que se trate de una zona catalogada como de alto riesgo o sea una de las áreas más lejanas del municipio. 

Un ejemplo de esto se vive en las invasiones ubicadas en la zona conocida como la “parte alta” del vado de la colonia Santa Rosa. Es ahí donde la falta de agua es algo cotidiano debido a que carecen como tal de este y otros servicios, sin embargo, en el verano la situación se agudiza para las familias que habitan en estas zonas pues deben soportan no solamente las altas temperaturas, sino ingeniárselas para conseguir el vital líquido. 

Al igual que la mayoría de las humildes casas que han sido construidas en este lugar, la vivienda de doña Eugenia Santos no cuenta con piso firme, el techo en partes es de madera y en otras está cubierto con lámina y cartón negro, lo que permite que los rayos del sol se filtren fácilmente aumentando la temperatura dentro del endeble domicilio. 

Comenta la mujer originaria del estado Guerrero que, tan pronto dan las 12 del mediodía se vuelve casi insoportable estar dentro de la casa pues el calor se torna infernal. Aunque cuenta con un ventilador eléctrico, el cual acapara energía a través de una toma clandestina, el aire que arroja este pareciera le quema la piel. 

“Se sufre, y mucho. Hay días en que de plano el calor no te deja dormir en las noches, la casa por dentro se vuelve un horno, para mí es la época del año que menos me gusta porque es muy incómodo estar pasando calor y se batalla mucho para tener agua” compartió la mujer. 

Vivir sin agua es una realidad que día a día enfrentan, agregó doña Eugenia, y aunque algunas “pipas” recorren estos lugares para vender el vital líquido no siempre se tiene el recurso económico para para comprarlo ya que en ocasiones hay que decidir entre asegurar los alimentos o tener agua en casa. 

“Tener agua es una de las cosas por las que más se batalla, y más en el tiempo de calor. No siempre se puede comprar agua a la pipa, andas batallando por conseguir, el agua que te venden no siempre viene limpia, a veces tienes que reusarla. Gastas entre cien y ciento cincuenta por rellenar los tibores, con este calor pues el agua te dura uno o dos días, cuando no hay ora’ sí que tienes que ingeniártelas para sobrevivir” añadió la mujer. 

Mientras la escasez de agua continúa es una de los problemas más sensibles en el municipio, para las familias que viven en las zonas más apartadas de la ciudad esta situación representa todo un calvario, pues a decir de doña Eugenia en ocasiones hay que destina varias horas del día tratando de conseguir el vital líquido y así mitigar los estragos del intenso calor.