• El MUAC convoca a todos aquellos que tengan información sobre la poeta, quien pasó 15 días encerrada en los baños de la Torre de Humanidades de la UNAM
CIUDAD DE MÉXICO.- De Alcira
Soust Scaffo (Uruguay, 1924-1997) se sabe mucho y nada: fue profesora de
educación básica en su país natal y llegó a México en 1952. Fue maestra en la
Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM donde repartía sus poemas en
carteles. Durante la entrada del Ejército a Ciudad Universitaria en 1968, se
ocultó entre diez y 15 días en un baño de la Torre de Humanidades; sobrevivió
tomando agua del sanitario y comiendo papel higiénico. Se convirtió en musa y
figura para intelectuales, como Roberto Bolaño quien la tomó como personaje de
sus novelas Los detectives salvajes y Amuleto.
Pero se desconoce de un
posible matrimonio con un doctor en Michoacán, no se saben detalles de su
estancia en México antes de ingresar a la UNAM, sus vínculos con artistas,
escritores e intelectuales de la segunda mitad del siglo XX, su estancia en un
siquiátrico, su regreso a Uruguay. “Hay huecos en su historia”, ataja Amanda de
la Garza, curadora del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC). Para
llenar estos vacíos en la biografía de la poeta, el recinto inició la búsqueda
de los rastros de Soust Scaffo para presentar una exposición documental sobre
su vida y obra, programada para agosto próximo.
Se trata de la convocatoria
Rescatando la memoria de Alcira Soust Scaffo, que invita a quienes conocieron a
la artista aportar cualquier documento, testimonio o material que arme el
rompecabezas de su vida. Se busca en particular material sobre el proyecto
Poesía en Armas, traducciones de poemas, notas o referencias a sus
intervenciones poéticas, collages literarios y fotografías, en particular del
Jardín Cerrado que hizo en la UNAM entre 1971 y 1978 y del Jardín Emiliano
Zapata de entre 1979-1988.
El proyecto sobre Alcira forma
parte del programa 68 que estamos desarrollando en el museo. Alcira es más
conocida por el episodio de su vida de cuando quedó encerrada en los baños de
Ciudad Universitaria en 1968 en la Torre de Humanidades, pero lo que nos
interesa más allá de este episodio, que recoge Roberto Bolaño, es entender el
papel de Alcira en diferentes movimientos estudiantiles y las conexiones con
intelectuales y artistas del país en ese periodo tan importante”, señala De la
Garza.
La propuesta de la exposición
es recuperar parte de su archivo personal para enfatizar la relación entre su
militancia política y poética a través de sus poemas-acción y poemas gráficos.
Pues, explica la curadora, Soust encontró en un mismo camino y modo de acción
la protesta social y la expresión lírica. Hizo de una misma misión escribir
poesía y luchar por causas sociales. Así fue parte de la resistencia en la UNAM
durante la ocupación militar en 1968 y en otras luchas sociales, hasta su
retorno a Uruguay al inicio de los 90.
Creemos que es un personaje
interesante que permite una lectura muy amplia a lo largo de diversas décadas
sobre este vínculo entre activismo político, estudiantil y las artes, en
particular la poesía”, recalca sobre quien llegó a México con una beca del
Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y
el Caribe, (CREFAL), para asistir al curso de formación de Especialistas en
Educación Fundamental en Pátzcuaro, Michoacán.
Si bien se le asocia con
escritores, Soust mantuvo amistad con artistas como Rufino Tamayo, con quien
estudió muralismo en Michoacán al terminar su curso de educación.
También fue cercana del
director de orquesta Eduardo Mata, de Juan José Arreola, participó en programas
de Radio UNAM, asistió a talleres de literatura en Casa de Lago con Juan José
Arreola y fue fiel admiradora del poeta español León Felipe.
Es alguien que buscaba estos
vínculos y desplegó una red de afectos y relaciones amplias que es lo que nos
interesa reconstruir en la exposición”, precisa sobre la muestra que se titula
Escribir poesía y vivir dónde.
DE JARDINES Y POESÍA VISUAL
Quien fuera alumno o profesor
de la Facultad de Filosofía y Letras entre las décadas de los 60, 70 y 80 bien
recordará a Soust en los pasillos con hojas sueltas que repartía a diestra y
siniestra. No eran volantes o publicidad; eran sus poemas visuales que difundía
de la manera más básica, de mano en mano. Papeles con vocales de colores de una
tipografía especial que ella misma diseñó. Hoy esta acción parece tan habitual,
pero a finales del siglo pasado resultaba performático, y ella lo hacía hasta
en mítines políticos.
Admiradora de León Felipe, fue
figura central del movimiento infrarrealista que fundó Roberto Bolaño y Mario
Santiago Papasquiaro en los 60; Soust fue representante de la juventud
radicalizada de la época.
Con el mismo empeño puesto en
la palabra, la poeta encontró en la jardinería un símbolo de paz y fue autora
del Jardín Cerrado y del Jardín Emiliano Zapata, éste último sirvió como
cementerio histórico, recuerda De la Garza. Pero también en memoria de la
matanza estudiantil en Tlatelolco, la poeta promovió sembrar una jacaranda en
la facultad de Filosofía y otra en la de Psicología como hermandad entre las
escuelas. Los árboles aún se conservan.
Aunque la uruguaya jamás
abandonó la UNAM, su condición tras 1968 se fue deteriorando. Se sabe que tras
la salida del ejército, Rubén Bonifaz Nuño, quien ese año era coordinador de
Humanidades, realizaba un recorrido por la Torre de Humanidades junto con
Miguel León-Portilla, y encontró a Soust en condiciones de salud graves físicas
y sicológicas. Hay leyendas que dicen que perdió la dentadura y sufría de
paranoia. “En realidad su vida peligró durante el tiempo que estuvo escondida”,
señala De la Garza.
En 1988 regresó a Montevideo
en un frágil estado de salud, y falleció el 30 de junio de 1997 a los 74 años:
“Alcira tuvo una vida muy difícil en México, y los amigos cercanos decidieron
que era mejor que regresara a su casa de Uruguay con su familia, no fue una
decisión propia sino de gente cercana, porque ya había estado a la fuerza en un
hospital siquiátrico y estaba en una situación de precariedad en muchos
sentidos”.