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Hoy es jueves, 21 de noviembre de 2024

Realidad de BCS

· ¿Con qué cara, Alfredo Porras se atreve a calificar de que “la alianza del PRD con el PAN es una vergüenza”? · Obsesivo y compulsivo con sus fobias e inclinaciones como político, no sólo ha generado una enorme decepción sino una verdadera pena entre quienes alguna vez confiaron en su cada vez más descarada mitomanía política entre cuyas víctimas se cuenta el propio exgobernador Leonel Cota Montaño



 

Cuando uno lee las expresiones que se refieren a la vergüenza o a la moralidad emitidas por sujetos como el desalmado Alfredo Porras, hoy candidato a diputado federal por el Partido del Trabajo, francamente no sabes si soltar una sonora carcajada o una verdadera lamentación por apreciar el nivel de cinismo y el descaro de sujetos de esta naturaleza que por su entregada pasión al exgobernador Narciso Agúndez, son literalmente capaces de todo.

 

Ex colaborador de Narciso Agúndez durante su gobierno estatal emanado del PRD-PT (2005-2011) en donde fungió como secretario general y excompañero también de celda en el Cereso de esta capital Alfredo Porras Domínguez es evidentemente el menos indicado para calificar de “vergüenza” cualquier acción política de sus opositores.

 

¿Con qué cara, Alfredo Porras se atreve a calificar de que “la alianza del PRD con el PAN es una vergüenza”?

 

Bastaría preguntarle a varios de sus ex cercanos colaboradores para dejar en claro el pésimo nivel de calidad moral que Porras Domínguez tiene a estas alturas de su vida política para levantarse como ícono de moralidad.

 

Por el contrario, es justamente Alfredo Porras que como perrita fiel a Narciso Agúndez Montaño quien ha hecho del PT un verdadero negocio mismo al que traen sumado a esta gavilla a Ernesto Ibarra y le guiñan el ojo a Víctor Castro Cosío, hoy cuestionado candidato de Morena al Senado a quien también pretenden utilizar para sumar a sus esfuerzos la franquicia de morenista.

 

¿Quién puede calificar de actos vergonzosos de sus adversarios políticos cuando se ha sentado con el PRI con el Partido Verde y con quien su desesperación les aconseje para tratar de impulsar a Ernesto Ibarra y canalizar su frustrada venganza en el municipio de Los Cabos?.

 

Solo los cínicos como Alfredo Porras caminan tan tranquilos por el malecón de nuestra capital y en franca actitud de burla y de reto a la comunidad se ostenta como paladines de pureza y limpieza política.

 

¡Nada más lejos de la verdad!

 

Alfredo Porras para quienes lo han conocido de cerca y de lejos en el ámbito político es simple y sencillamente una especie parecida a las perras bravas que suelen morder la mano o lo que sea necesario de sus amos en turno con tal de salirse con la suya.

 

Obsesivo y compulsivo con sus fobias e inclinaciones como político, no sólo ha generado una enorme decepción sino una verdadera pena entre quienes alguna vez confiaron en su cada vez más descarada mitomanía política entre cuyas víctimas se cuenta el propio exgobernador Leonel Cota Montaño.

 

Qué decir del ahora candidato a diputado federal del PT cómplice de un Narciso Agúndez desgastado y desesperado por usar el dinero que sea necesario (procedente quién sabe de dónde) para sacarse la espina de ser hoy por hoy, un político perdedor que no acepta que su mejor momento cada día que pasa queda más lejano.

 

Político petista en decadencia, ahora candidato a diputado federal, es de eso que por menos de lo que usted se imagina no le sorprenderá cuando más temprano que tarde, se tenga que atragantar sus propias expresiones. Lo que no sería la primera vez… ni la última.

 

Porras Domínguez, quien alguna vez soñó con ser gobernador de este estado, es de esos actores políticos arquetipo del representante social que tiene harta a la población.

 

Con posturas políticas desvergonzadas e insolentes el hoy abanderado del PT, Porras Domínguez no resiste ni el mínimo reclamo de quienes alguna vez lo defendieron y hoy son los más decepcionados.

 

Ni más que agregar, Porras Domínguez está condenado al fracaso político y al rechazo unánime de propios y de extraños.

 

Ya lo veremos.

 

¿No le parece así amable lector?