• El flautista mexicano, quien celebrará 40 años de carrera, narra su experiencia como diputado honorario en la CDMX y sus desencuentros con funcionarios
CIUDAD DE MÉXICO.-Una gran
tristeza y una profunda desazón”. Eso fue lo único que le dejó al flautista
Horacio Franco (Ciudad de México, 1963) su participación en la política como
diputado honorario para elaborar la Constitución de la Ciudad de México entre
los meses de septiembre y noviembre de 2016.
En entrevista con Excélsior,
el intérprete que el próximo 14 de abril celebrará 40 años de carrera
artística, en la Sala Principal de Bellas Artes, recordó algunos de los peores
momentos que ha experimentado durante cuatro décadas que lo han convertido en
uno de los artistas más sólidos y prestigiados de nuestro país. El primero
sucedió en 2003, cuando la extitular de Conaculta, Sari Bermúdez Ochoa, olvidó
pagar los viáticos de la Franz Liszt Chamber, de Budapest, que vendría a México
para celebrar los 25 años de carrera del solista.
El segundo, cuando un diputado
perredista intentó comprar sus conciertos programados “con dinero por abajo del
agua” para que asistiera a las asambleas para elaborar la Constitución de la
Ciudad de México; y tras saber que podía contratar a cuatro asesores que
percibirían 40 mil pesos mensuales.
Participar en la política fue
lo peor de mi vida y créeme que nunca más volveré a meterme en alguna cuestión
legislativa o política. Como artista sólo me dejó una gran tristeza al ver cómo
funciona la política con una lucha para tirar, excluir, aislar y boicotear a un
partido político. De verdad que a nuestros políticos no les importa el pueblo y
menos la cultura o las artes.
Y aunque en la Constitución de
la Ciudad de México sí se contempló ampliamente la cuestión cultural en ningún
momento se mencionó la palabra ‘arte’. Fue una gran pérdida de tiempo”, confesó
el intérprete que recibió la Medalla Mozart (1995), el premio a la mejor
interpretación de una obra contemporánea por el Ministerio de Cultura de Israel
(1996) y el Early Music Award (2003).
¿Cuándo intentaron comprar tus
conciertos? “Cuando era diputado constituyente intentaron comprarme porque
estaba faltando. Como sabes, no había un salario de por medio y yo tenía que trabajar
como también lo hacían Damián Alcázar, Bruno Bichir y Héctor Bonilla. Etonces
empecé a faltar y olímpicamente me dijeron: ¿Cuánto cuestan tus conciertos para
pagártelos por debajo del agua? ¡Pero nunca!, ¡nunca en mi vida!”
¿Quién te lo propuso? “No
abundaré en eso. Sólo te diré que me querían pagar los conciertos que tenía
agendados. Pero eso es chueco. Luego supe que cada diputado constituyente
teníamos derecho a elegir cuatro o cinco asesores a quienes les pagarían 40 mil
pesos mensuales. Yo no quise nada de eso; no quise un moche de nada”.
¿Se aprobó alguna de tus
propuestas en la Constitución de la Ciudad de México? “Ya no estuve pendiente.
Propuse implementar la educación artística obligatoria del kínder a la
preparatoria, en las escuelas de la Ciudad; regular el trabajo de los músicos
callejeros o ambulantes; construir un centro cultural en cada Delegación de la
Ciudad, con una sala de conciertos y no esos templetes que utilizan en Tláhuac
o Iztapalapa; y la deducibilidad de impuestos a la iniciativa privada, entre
otras más”.
EL CASO BERMÚDEZ
La experiencia con Sari
Bermúdez es para Horacio Franco una de las peores vergüenzas en su vida. Era el
año 2003 cuando el intérprete consiguió que viniera al Palacio de Bellas Artes
la Franz Liszt Chamber, una de las agrupaciones más prestigiadas del mundo,
donde tocaría el propio flautista.
“Cuando fue un hecho, ella me
dijo que pagaría los viáticos de la agrupación. Pero cuando llegó el momento de
comprar el pasaje aéreo de los 20 músicos, se hizo la occisa y todos sus
funcionarios escondieron la cabeza bajo tierra, nadie me quiso responder. Yo no
tenía dinero para comprar los pasajes y fue muy doloroso porque me dejaron solo
con Arturo –su esposo y manager–, así que fue un enorme quemón para México y
para nosotros”.
¿Intentaste arreglar la
situación con la agrupación? “¡Claro que lo hice! Pero es una orquesta europea
con muchos contactos y estaban enojadísimos conmigo porque no les importaba que
fuera responsabilidad del gobierno mexicano. Así que nunca más me volvieron a
invitar gracias a esa señora inútil y torpe… y se cerró la puerta”.
¿Sari Bermúdez justificó la
situación? “Cuatro años después la encontré por casualidad y me dijo algo así:
“¿Por qué no me has venido a ver, mi músico precioso? Venme a ver... yo te
quiero mucho, I love you, I love you”. Después la volví a ver en el funeral de
Rafael Tovar, pero no quise acercarme porque es un muy mal recuerdo”, lamentó.
SIN DINERO
En más de una ocasión, el
flautista mexicano ha solicitado a las autoridades hacendarias que flexibilicen
su postura frente al gravamen de impuestos en las artes. La propuesta no ha
tenido resultados. Hace 10 meses, reveló, fue invitado a una charla con José
Antonio Meade –hoy candidato a la presidencia por la coalición Todos por
México– quien tenía parcial conocimiento del hecho.
“Hablé con él y le expliqué la
situación; le comenté que si el gobierno federal no cuenta con dinero para la
cultura, las autoridades hacendarias deberían permitir que la iniciativa privada
done más dinero a través de estímulos. Pero me dijo que no sabía los detalles
del tema”.
Pero las complicaciones
también se viven para conseguir recursos en los etiquetados que reparte la
Cámara de Diputados, reconoció el también director de la Capella Barroca de
México, “donde si no tienes alguien dentro que te ayude a conseguir dinero… es
casi imposible ganar algo, aunado a que luego debes dar moche y a mí no me
gusta ser partícipe de eso”.
¿Cómo has visto el
funcionamiento de la Secretaría de Cultura federal?, se le inquirió. “Te lo
diré así: es como en una primaria o secundaria pública donde nada sirve si la
cabeza no tiene idea, así que no sirve de nada que tengan secretarios capaces
si carecen de presupuesto”.
¿Te sorprendió que Lidia
Camacho se postulara como suplente plurinominal al Senado? “Me enteré hace
poco. Es cuestión de cada quien. Sé que a Lidia le tocó bailar con la más fea
en un momento tardío del sexenio porque el INBA es un instituto que se dejó
caer desde hace varios sexenios, con la falta de presupuesto. Y aunque este
instituto tiene proyectos que valen la pena –como sus agrupaciones musicales–
necesitan refundarse para el próximo sexenio, es decir, sacarlos del hoyo
burocrático y, a veces, de corrupción en el que se encuentran… o seguirán
siendo lo mismo”.
Por último, el flautista
destacó la reciente publicación del libro ¡Es la reforma cultural, Presidente!
Propuestas para el sexenio, 2018-2024, coordinado por Eduardo Cruz Vázquez, en
el que aportó sus ideas y propuestas para el próximo gobierno.