La Paz, Baja California Sur.- El pasado 20 de abril, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) publicó en el Diario Oficial de la Federación el acuerdo de ampliación del polígono del área de refugio para la vaquita marina (Phocoena sinus), especie endémica del Golfo de California, para quedar en mil 841 kilómetros cuadrados, con el fin de permitir y fomentar la “recuperación” de la población.

Rafael Pacchiano Alamán, titular de la dependencia asegura haber respondido a recomendaciones del Comité Internacional para la Conservación de la Vaquita (CIRVA) y a un estudio que demuestra que la distribución de la especie no se limita a la Reserva de la Biosfera del Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado y Área de Refugio para su Protección, sino que excede sus límites.

Por ello dijo necesario ampliar el polígono que abarque la zona dentro del área natural protegida, como fuera de ella; de acuerdo con el CIRVA, en la porción occidental del Alto Golfo de California, en las proximidades del Puerto de San Felipe, se encuentra la zona de mayor concentración de la vaquita marina.

Por su parte, la Dirección General de Vida Silvestre (DGVS) de la Semarnat expuso haber elaborad un estudio justificativo referido en el artículo 67 de la aún vigente Ley General de Vida Silvestre, en el que concluyó que resulta fundamental ampliar el polígono del área de refugio.

Informaron del seguimiento al Programa de Monitorización Acústica para obtener la tendencia de la población y la evaluación de la eficacia de las medidas de conservación actuales y futuras, así como continuar con la eliminación de “equipo de pesca” en el rango de distribución de la vaquita, centrándose en el área de mayor riesgo durante la temporada de desove de la totoaba (Totoaba macdonaldi).

• Niegan pescadores ser causantes de la extinción de la vaquita marina

La industria pesquera ha opinado que la principal causa de la mortandad de la vaquita marina no son los pescadores, sino la obstrucción del flujo de agua dulce del río Colorado en el Alto Golfo de California por parte del gobierno de los Estados Unidos (EEUU) mediante la presa “Hoover” en la decada de 1930, ocasionando alta salinidad en el hábitat natural de esta especie protegida.

Así coincidieron la Cámara Nacional de la Industria Pesquera (Canainpesca) y la Confederación Mexicana de Cooperativas Pesqueras (Conmecoop), señalando que la construcción del sistema hace más de 4 décadas ha afectado el ecosistema del cetáceo, de acuerdo a lo manifestado por Humberto Becerra Batista, líder del sector industrial y José Jesús Camacho, del sector ribereño.

 No obstante a pesar de esta situación, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) del gobierno federal se ha negado a aceptar estos señalamientos ante las autoridades norteamericanas, con el único fin de evitar conflictos diplomáticos con el vecino del norte, señalando entonces a los pescadores como principal “chivo expiatorio”.

“El tema de la vaquita marina nos preocupa muchísimo, porque ha sido la excusa más fuera de lugar para sacar a los pescadores de sus áreas tradicionales de pesca. La vaquita es una especie que vive en la desembocadura del río Colorado, es su hábitat porque desemboca agua dulce que se mezcla con la salada y se forma un ecosistema muy limitado”, dijo Becerra Batista.

“Ahí encuentran las mejores condiciones para desarrollarse y vivir, pero hace más de 40 años se represó el agua por la presa Hoover para destinarla a la agricultura y zonas urbanas en Estados Unidos”, agregó el líder industrial.

Expuso que fue hasta entonces que la vaquita marina comenzó “a morir” debido a la modificación de su medio ambiente, situación que no ha convencido al gobierno mexicano para la elaboración de los estudios técnicos correspondientes, que demuestren el verdadero impacto que tuvo el represamiento del río Colorado en el Golfo.

No descartaron que la pesca ilegal sea otro factor que influya en la posible extinción de esta especie, debido a que algunos ejemplares han sido detectados con signos de enmallamiento, los cuales mueren por el negocio clandestino y no por las actividades debidamente reguladas ante la ley y las autoridades pesqueras.