Sin importar tener que partir de experiencias pasadas, construir sus casas quizá no sea el mayor obstáculo, pues mientras otros ven como algo inservible el escombro y demás desechos de construcción que clandestinamente es arrojado en el cauce de los arroyos
San José del Cabo, Baja California Sur.- Los márgenes de arroyos en que se encontraban endebles viviendas y que fueron escurridas por el fenómeno hidrometeorológico que impactó en septiembre pasado al municipio de Los Cabos, desde hace un par de meses nuevamente están siendo ocupados por familias ante la nula posibilidad de integrarse a un programa de vivienda digna.
Sin importar tener que partir de experiencias pasadas, construir sus casas quizá no sea el mayor obstáculo, pues mientras otros ven como algo inservible el escombro y demás desechos de construcción que clandestinamente es arrojado en el cauce de los arroyos, algunas de estas familias encuentran en ello el material para edificar las viviendas, sin embargo la situación conecta otra realidad y no precisamente se trata de la necesidad de tener que lidiar con la carencia de servicios básicos, sino el extremo peligro que representa asentarse en estos márgenes rodeados de toneladas de escombro.
A tan solo unos pasos del área que delimita el arroyo que atraviesa por la invasión conocida como el vado de la colonia Santa Rosa, en San José del Cabo, se encuentra la casa de doña Berenice Palomeque, quién atraída por la presencia de alguien no conocido en esa área, discretamente retira sus manos de la ropa que lavaba, y asoma su mirada entre las prendas húmedas que cuelgan de un trozo de alambre utilizado como “tendedero”.
Tras cruzar un par de palabras con el reportero, la mujer toma un poco de confianza y finalmente aparece su figura detrás de una cerca que fue construida con pedazos de madera, y la cual marca la entrada a la vivienda.
Accediendo a la entrevista, amablemente compartió doña Berenice que a consecuencia del paso de “Lidia” perdió el humilde patrimonio que compartía con su esposo, quién labora como pintor.
Asegura que le llevó alrededor de dos meses volver a construir su “casita”, y, más que una cuestión o insistencia por desafiar el peligro al habitar en esta zona, es la necesidad lo que la orilló a regresar al vado de Santa Rosa.
“Perdí todo con la tormenta. Hace como cinco meses que regresé, cada que hay una lluvia fuerte el arroyo se hace grande, sé que vivimos en riesgo, pero no hay otro lugar a donde ir, estoy aquí por necesidad” comentó la mujer.
A medida que se aproxima la temporada de lluvias, expresó la señora Palomeque que aumenta la incertidumbre de no únicamente perder de nuevo su casa, sino que la madre naturaleza se ensañe a tal grado de ni siquiera tener oportunidad de desalojar la zona ante la crecida del arroyo.
“Viene gente de otras partes y tira escombro, nosotros que estamos viniendo más cerca del arroyo es quienes corremos más riesgo. Imagínese que en una de esas se venga fuerte el agua y no haya tiempo ni para salir” acotó.
Doña Berenice, afirmó que en caso de que existiera la posibilidad de ser reubicados estaría de acuerdo con esta determinación, no obstante, dijo, aunque sea una situación que ven muy lejana persiste la esperanza de que algún día suceda.“ Yo estoy de acuerdo en que nos reubiquen, no me opongo, sería lo mejor para muchas familias” concluyó.
Durante el recorrido que Diario El Independiente realizó por el cauce del arroyo, se pudo observar a algunos hombres con carretilla en mano acarreando a los domicilios variedad de materiales e incluso pesadas rocas que encontraban entre el escombro que es arrojado en esta zona, esto aparentemente para crear “protecciones” para las viviendas ante la llegada de lluvias.
Cabe mencionar, que recientemente autoridades de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) realizaron un recorrido de verificación por el vado de la colonia Santa Rosa, donde precisamente al dialogar con algunos vecinos de la zona advirtieron sobre las consecuencias y riesgo que podría originar el depósito de escombro y todo tipo de material en el cauce del arroyo.