• En el puerto de Veracruz, y bajo la mirada de instituciónes educativas y gubernamentales, se completó el mayor traslado de un sistema arrecifal del que se tenga memoria en México
CIUDAD DE MÉXICO.- Un puñado
de 153 hombres y mujeres, en su mayoría pescadores ribereños del Golfo de
México, lograron lo impensable: reubicar 48 mil colonias coralinas y más de 400
mil organismos marinos, como pepinos, erizos y anémonas.
Frente a las costas de la ciudad
y puerto mexicano de Veracruz, y bajo la mirada de instituciones educativas y
gubernamentales, se completó el mayor traslado de un sistema arrecifal del que
se tenga memoria en México, y con un nivel de supervivencia del 85%.
Los arrecifes Punta Gorda Sur
y Bahía de Vergara, en el Parque Nacional Arrecifal Veracruzano, integrado a la
Red Mundial del Programa del Hombre y la Biosfera, han cambiado de domicilio y
hoy están a unos 25 kilómetros de su sitio original.
Para lograrlo, durante seis
meses se hicieron 3 mil viajes en lancha en alta mar de una duración entre 60 y
90 minutos con la participación de 120 pescadores además de oceanógrafos,
biólogos y médicos, hasta sumar 153 personas.
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La orden de salvar a estos
arrecifes del Parque Nacional de 65 mil 516 hectáreas llegó junto con la
decisión ampliación del puerto de Veracruz, que comenzó en 2014 y se espera
terminar en 2030.
"Sentíamos bien bonito
porque estábamos rescatando algo que iba a quedar perdido", dice a Efe
Bernardo Hernández Guzmán, un pescador pulpero y arponero que aprendió a bucear
y sembrar corales en medio de fuertes marejadas.
Con dos hijos, aseguró
sentirse orgulloso del resultado: "ahora por lo menos nuestros nietos verán
los corales", dice.
Como parte de las decisiones
de ampliar el puerto de Veracruz, las autoridades ambientales de México
dictaron 91 medidas y 12 condicionantes para la prevención, mitigación y
compensación, entre ellas salvar los arrecifes.
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La Administración Portuaria
Integral de Veracruz, responsable del proyecto del nuevo puerto, ha destinado
100 millones de pesos para aplicar las medidas ambientales supervisadas por
instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto
Politécnico Nacional y la Universidad Veracruzana.
"La reubicación era una
condicionante para el proyecto de ampliación y una medida forzosa, y se hizo en
varias etapas", dijo el investigador Francisco Javier Matos Hernández,
coordinador y superintendente del proyecto de acreditación ambiental.
El traslado del arrecife se ha
cumplido en etapas, la primera al censar todos los elementos de los arrecifes
en un área de 1.5 kilómetros por 300 metros al mismo tiempo que se revisaban su
nuevo hogar y se vigilaba el traslado.
"Era un mar de
lanchas", recuerda Hernández, integrante de la Universidad Veracruzana.
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Los pescadores tuvieron que
ser certificados como buzos profesionales y con un salario diario de 700 pesos
retiraban los corales para colocarlos en recipientes especiales para su
traslado a 25 kilómetros de distancia y volverlos a sembrar con un cemento
elaborado con cenizas.
"A dos años de distancia,
el porcentaje de supervivencia (en el arrecife) es del 85 % cuando las
autoridades exigían un 70", dice, Hernández, quien atribuye el éxito a que
las especies reubicadas ya vivían en un área con descargas residuales
constantes que los había hecho resistentes.
El pescador Jorge Ramírez
Zuñiga, recuerda que lo más difícil fue trabajar con calma, porque en su oficio
se necesita rapidez. "Siempre nos llamaban depredadores, pero ahora hay
más conciencia ambiental", agregó.
La población se involucró en
el rescate de este ecosistema que contribuye a la mitigación de los impactos a
la costa provocados por tormentas, huracanes y vientos como los
"nortes".
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Además de la mudanza del
arrecife, se trabaja en la retención de los sedimentos generados por la
construcción del rompeolas, una obra de concreto de 4.3 kilómetros de largo,
dijo el responsable de la Coordinación de Protección Ambiental de la
Administración Portuaria, Issac Ramírez.
Los propios pescadores
desplegaron mallas anti dispersión cada vez que se colocaban alguna de las 27
mil piezas de concreto que forman este rompeolas.
A la par, se vigilaron en
tiempo real en 50 sitios de flora y fauna marinas y parámetros físico-químicos
en el Parque Arrecifal Veracruzano, sistema que mantiene la línea de costa
relativamente estable, produce oxígeno y capta bióxido de carbono.
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