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Hoy es lunes, 25 de noviembre de 2024

Dame Zero; de la calle a la galería

• Sarah Lucas; la creadora londinense presenta Dame Zero, su segunda individual en México; en esta nueva muestra se empapó de la cultura de nuestro país para llevarla al arte conceptual

Dame Zero; de la calle a la galería

CIUDAD DE MÉXICO.- En las últimas semanas, Sarah Lucas (Londres, 1962) caminó todas las mañanas por las calles de la colonia San Miguel Chapultepec, recorrió el mercado de la Lagunilla y trabajó con artistas jóvenes. Se empapó, pues, de la cultura mexicana para llevarla al arte conceptual. A su plástica hecha de material cotidiano como cigarros, plástico o chatarra, y hacer un guiño a iconos de la historia cultural del país.

 

Un retrato de Diego Rivera y Frida Kahlo, la reproducción de dos esculturas prehispánicas del Museo Nacional de Antropología, una serie de autorretratos que evocan al Dr. Atl y dos sillas intervenidas que compró en un tianguis son las piezas que produjo a partir de su experiencia con la ciudad, y ahora presenta en la exposición Dame Zero en la galería Kurimanzutto. Se trata de la segunda individual de la artista en México después del proyecto Nudes que realizó en el Museo Diego Rivera Anahuacalli en 2012.

 

Quien integró el grupo Young British Artists en la década de los 90 (junto a Damien Hirst, Tracey Emin y Liam Gillick, entre otros) trabajó las piezas  –esculturas, fotografías, dibujos y objetos– como comentarios a la realidad de la ciudad, y sin tomar una posición panfletaria también reflexiona sobre la sexualidad, el género y la muerte. Temas constantes en su producción de más de tres décadas en las que ha buscado desafiar los estereotipos de feminidad y masculinidad en una crítica sobre la condición humana.

 

Me gusta mucho volver aquí, porque uno tiene nuevos amigos y venir es un trabajo continuo en México. Soy muy curiosa y puedo ir por las calles viendo”, apunta quien ha expuesto en la Tate Modern, el Guggenheim de Bilbao y representó a la Gran Bretaña en la Bienal de Venecia.

 

En este proyecto la lectura sobre los roles de género no es explícita, pero la carga sexual en las obras se percibe tanto en los autorretratos como en la silueta que hizo de Kahlo mucho más robusta. De hecho, la artista señala que produce arte que no tenga el sello de una mujer o un hombre, pues no encuentra distinciones en la manufactura.

 

Y más bien su obra se alimenta del entorno social. “En esta ocasión mete la cultura de la calle a la galería, en 2012 prefirió intervenir un sitio exterior, y ahora hizo lo contrario“, acota José Kuri, director de la galería, sobre la exposición que se inaugura mañana. “Podría leerse como una continuación de su primer proyecto en México en el Museo Anahuacalli porque hay reminiscencias de su encuentro con la cultura mexicana como Diego Rivera”.

 

De entrada atraen los retratos que hizo de Rivera y Kahlo. Son la siluetas de los artistas trazadas por decenas de cigarros que Lucas usa como si fueran óleo o cualquier tinta tradicional. En gran formato, cada imagen evoca a los pintores que la artista llamó “los padres”.

 

La figura de Frida es muy impactante, tenía que hacerla”, dice Lucas al señalar los cuadros sobre papel maché. Con la misma técnica de moldear cigarros, trazó también un dibujo de Vlady que simula una suerte de laberinto y cubrió dos réplicas de esculturas de perros prehispánicos. Son figuras que vio en el Museo Nacional de Antropología y ella llevó al campo abstracto.

 

Los cigarros como materia prima ocupan el centro de la exposición, pues también los usó para intervenir un automóvil chocado que sacó de un deshuesadero local. Lucas contó que en Inglaterra o Estados Unidos resulta imposible adquirir un coche dañado porque es asegurado por la policía, pero en Mexico no; entonces adquirió la chatarra de uno para llevarlo a la galería como un comentario sobre la muerte, el tiempo y la memoria.

 

En seguida la mirada llega a la serie de autorretratos en la que Lucas se ve detrás de una capa de humo de cigarros. Es, dice, una acotación a la investigación de Dr. Atl sobre los volcanes, pero también un juego de humor negro sobre el carácter de poder que otorga un cigarro en la mano o en la boca de una mujer. De hecho a partir de la carga sexual que Lucas otorga al tabaco  es que reinterpreta el significado de los objetos que interviene igual un auto chatarra que una escultura prehispánica.

 

No sorprende que Lucas tapice objetos con cigarros o monte a mitad de sala una silla roja de segunda mano que encontró en la Lagunilla, pues todo su trabajo se caracteriza por usar material ajeno a la escultura tradicional. Muebles desgastados, ropa, frutas, verduras, periódicos, cigarrillos, resina y accesorios de iluminación que resulta en obra conceptual semejante al readymeade de Marcel Duchamp.

 

Ella dice que nunca se puede disociar de quién es, pero tampoco trata de ser panfletaria, es quién es y utiliza su sexualidad como un arma y como algo que le da la oportunidad de trabajar con lo que tiene a la mano como el tabaco.

 

En este proyecto lo que nos gustó mucho de Sarah, más que buscar ciertas piezas,  es que intentamos darle un contexto social. La exposición está llena de estas conexiones a la cultura mexicana que tal vez no son explícitas, pero al final es un arte muy local que está pensado desde aquí y trasciende fronteras”, describe Kuri.

 

Con influencias de los escultores Barbara Hepworth, Henry Moore y Louise Bourgeois, la estética de Lucas se diferencia por el humor y la sátira como herramienta para provocar emociones, como en sus primeros collages hechos con portadas de periódicos británicos o las referencias al cuerpo femenino en posiciones eróticas igual en fotografías que esculturas.