• Sarah Lucas; la creadora londinense presenta Dame Zero, su segunda individual en México; en esta nueva muestra se empapó de la cultura de nuestro país para llevarla al arte conceptual
CIUDAD DE MÉXICO.- En las
últimas semanas, Sarah Lucas (Londres, 1962) caminó todas las mañanas por las
calles de la colonia San Miguel Chapultepec, recorrió el mercado de la
Lagunilla y trabajó con artistas jóvenes. Se empapó, pues, de la cultura
mexicana para llevarla al arte conceptual. A su plástica hecha de material
cotidiano como cigarros, plástico o chatarra, y hacer un guiño a iconos de la
historia cultural del país.
Un retrato de Diego Rivera y
Frida Kahlo, la reproducción de dos esculturas prehispánicas del Museo Nacional
de Antropología, una serie de autorretratos que evocan al Dr. Atl y dos sillas
intervenidas que compró en un tianguis son las piezas que produjo a partir de
su experiencia con la ciudad, y ahora presenta en la exposición Dame Zero en la
galería Kurimanzutto. Se trata de la segunda individual de la artista en México
después del proyecto Nudes que realizó en el Museo Diego Rivera Anahuacalli en
2012.
Quien integró el grupo Young
British Artists en la década de los 90 (junto a Damien Hirst, Tracey Emin y
Liam Gillick, entre otros) trabajó las piezas
–esculturas, fotografías, dibujos y objetos– como comentarios a la
realidad de la ciudad, y sin tomar una posición panfletaria también reflexiona
sobre la sexualidad, el género y la muerte. Temas constantes en su producción
de más de tres décadas en las que ha buscado desafiar los estereotipos de
feminidad y masculinidad en una crítica sobre la condición humana.
Me gusta mucho volver aquí,
porque uno tiene nuevos amigos y venir es un trabajo continuo en México. Soy
muy curiosa y puedo ir por las calles viendo”, apunta quien ha expuesto en la
Tate Modern, el Guggenheim de Bilbao y representó a la Gran Bretaña en la
Bienal de Venecia.
En este proyecto la lectura
sobre los roles de género no es explícita, pero la carga sexual en las obras se
percibe tanto en los autorretratos como en la silueta que hizo de Kahlo mucho
más robusta. De hecho, la artista señala que produce arte que no tenga el sello
de una mujer o un hombre, pues no encuentra distinciones en la manufactura.
Y más bien su obra se alimenta
del entorno social. “En esta ocasión mete la cultura de la calle a la galería,
en 2012 prefirió intervenir un sitio exterior, y ahora hizo lo contrario“,
acota José Kuri, director de la galería, sobre la exposición que se inaugura
mañana. “Podría leerse como una continuación de su primer proyecto en México en
el Museo Anahuacalli porque hay reminiscencias de su encuentro con la cultura
mexicana como Diego Rivera”.
De entrada atraen los retratos
que hizo de Rivera y Kahlo. Son la siluetas de los artistas trazadas por
decenas de cigarros que Lucas usa como si fueran óleo o cualquier tinta
tradicional. En gran formato, cada imagen evoca a los pintores que la artista
llamó “los padres”.
La figura de Frida es muy
impactante, tenía que hacerla”, dice Lucas al señalar los cuadros sobre papel
maché. Con la misma técnica de moldear cigarros, trazó también un dibujo de
Vlady que simula una suerte de laberinto y cubrió dos réplicas de esculturas de
perros prehispánicos. Son figuras que vio en el Museo Nacional de Antropología
y ella llevó al campo abstracto.
Los cigarros como materia
prima ocupan el centro de la exposición, pues también los usó para intervenir
un automóvil chocado que sacó de un deshuesadero local. Lucas contó que en
Inglaterra o Estados Unidos resulta imposible adquirir un coche dañado porque
es asegurado por la policía, pero en Mexico no; entonces adquirió la chatarra
de uno para llevarlo a la galería como un comentario sobre la muerte, el tiempo
y la memoria.
En seguida la mirada llega a
la serie de autorretratos en la que Lucas se ve detrás de una capa de humo de
cigarros. Es, dice, una acotación a la investigación de Dr. Atl sobre los
volcanes, pero también un juego de humor negro sobre el carácter de poder que
otorga un cigarro en la mano o en la boca de una mujer. De hecho a partir de la
carga sexual que Lucas otorga al tabaco
es que reinterpreta el significado de los objetos que interviene igual
un auto chatarra que una escultura prehispánica.
No sorprende que Lucas tapice
objetos con cigarros o monte a mitad de sala una silla roja de segunda mano que
encontró en la Lagunilla, pues todo su trabajo se caracteriza por usar material
ajeno a la escultura tradicional. Muebles desgastados, ropa, frutas, verduras,
periódicos, cigarrillos, resina y accesorios de iluminación que resulta en obra
conceptual semejante al readymeade de Marcel Duchamp.
Ella dice que nunca se puede
disociar de quién es, pero tampoco trata de ser panfletaria, es quién es y
utiliza su sexualidad como un arma y como algo que le da la oportunidad de
trabajar con lo que tiene a la mano como el tabaco.
En este proyecto lo que nos
gustó mucho de Sarah, más que buscar ciertas piezas, es que intentamos darle un contexto social.
La exposición está llena de estas conexiones a la cultura mexicana que tal vez
no son explícitas, pero al final es un arte muy local que está pensado desde
aquí y trasciende fronteras”, describe Kuri.
Con influencias de los
escultores Barbara Hepworth, Henry Moore y Louise Bourgeois, la estética de
Lucas se diferencia por el humor y la sátira como herramienta para provocar
emociones, como en sus primeros collages hechos con portadas de periódicos
británicos o las referencias al cuerpo femenino en posiciones eróticas igual en
fotografías que esculturas.