La banda estadunidense protagonizó un espectáculo multitudinario en el monumental Movistar Arena de Santiago donde presentó su álbum más reciente, 'Villains'
SANTIAGO DE CHILE.
El rock 'metalero y psicodélico' de Josh Homme, cantante, guitarrista y líder de Queens of the Stone Age (QOTSA), enloqueció a los chilenos con un repertorio marcado por las reminiscencias de un estilo de los años ochenta pero que suena al siglo XXI.
La banda estadunidense, uno de los máximos exponentes mundiales del 'stoner rock', aunque ellos rehúsen de encasillarse en un único género, protagonizó un espectáculo multitudinario en el monumental Movistar Arena de Santiago, donde presentó su álbum más reciente, Villains.
Cuatro años después de su última visita al país, en la que actuaron sobre el mismo escenario y ofrecieron un directo igual de exitoso, QOTSA volvió a demostrar lo que todos sus fanáticos ya conocen: que tienen una gran capacidad para reiventarse musicalmente y que todo en el escenario gira alrededor de su vocalista, Josh Homme.
La noche que se sabía espectacular arrancó con la actuación del guitarrista chileno-estadounidense Alain Johannes Trío, al que el propio Homme admitió haber invitado porque se trata de "un chileno muy bacán", que es capaz de "transmitir todo" cuando toca, según afirmó a su llegada a Chile.
Tanto el cantante como el resto de integrantes de la banda - el guitarrista Troy Van Leeuwen, el multinstrumentalista Dean Fertita, el bajista Michael Shumany el percusionista Jon Theodore- se mostraron muy felices de poner los pies en suelo latinoamericano después de ver "el sol saliendo desde los Andes", una experiencia que les llenó de energías y motivación para esta noche de verano.
Y así lo demostraron con un directo que se alargó durante más de dos horas, en el que la energía expresada en los tambores de la batería y los instrumentos de cuerda se acoplaron perfectamente a la voz de Hommes, como si de un violento huracán de voces armónicas se tratara.
El público despidió a Johannes Trío con un eterno aplauso que dio paso a un escenario vacío sobre el que sonaba Walk the night de los Skatt Brothers, con el que los estadunidenses hicieron toda una declaración de intenciones.
A partir de ese momento, tras surgir de las sombras al más puro estilo de los villanos de los cómics, el grupo inició un recorrido ascendente en el que If I Had a Tail y Monsters in the Parasol caldearon un ambiente que se presumía apunto de estallar.
Y así fue. La escalera hacia la demencia fue cobrando fuerza simbólica con My God is the Sun para continuar con uno de sus nuevos hits Feet Don't Fail Me, con el que los asistentes desataron sus melenas y empezaron a botar bajo las luces, creando una maraña de cabezas que bien podría haber acabado por formar un "slam" multitudinario al más puro estilo de las fiestas "underground" de la década de los ochenta.
Sin embargo, la locura que desataba QOTSA con su música a medio camino entre la psicodelia y el heavy metal, ha ido "madurando" a lo largo de los años, ya que sus seguidores, al igual que los cantantes, ya sobrepasan, mayoritariamente, los treinta años.
El propio Hommes dio muestras de ese sentimiento de responsabilidad, cuando pidió disculpas por las redes sociales por haber tirado una patada a una fotógrafa durante un concierto en California. Una actitud que, según indicó, "no era aceptable de ninguna forma".
Aún así, la locura es parte fundamental de su show y sus fans más incondicionales lo saben. Hommes, que focalizó las miradas de los cerca de 10 mil espectadores que acudieron al concierto, no tuvo reparo en dar rienda suelta a su energía sobre el escenario, donde saltó, gritó y explotó todo su talento.
Tan intenso fue su espectáculo que el cantante, así como el resto de la banda, acabó exhausto después de un show en el que demostraron que aún siguen vivos y con fuerza para seguir poniendo a prueba los altavoces de medio mundo, como demostraron con la elección de su última canción, A Song for the Dead, una composición de 2002 que sigue haciendo vibrar a su público 16 años después.