• El reconocido escritor Rafael Pérez Gay presenta su más reciente volumen de cuentos, una antología que repasa lo mejor de su trayectoria en el género
Ciudad de México.- Rafael
Pérez Gay regresa a la escena literaria con una antología de cuento, que reúne
diversos textos que él mismo seleccionó y que abarcan un espacio temporal de
casi 20 años. En entrevista con este medio, lo primero que señala es que “La
materia última, el fuego de la literatura, está en la memoria”, al hablar sobre
“Arde, memoria”, antología personal de cuentos publicada por Tusquets.
Para el escritor y periodista,
regresar a sus publicaciones para seleccionar los cuentos fue volver atrás en
el tiempo: “Reunir estas piezas narrativas fue un viaje al pasado. El más
antiguo de los textos viene de 1988, del libro ‘Me perderé contigo’. En ese
sentido, ir al pasado es volver sobre algunos de los sueños que tuvo en aquel
entonces ese joven al que no puedo traer a comparecer hoy en día. Hay textos de
1993, del libro ‘Llamadas nocturnas’: igual, fue un viaje al pasado. De allí
tomé la decisión de que el libro tuviera como fuentes que lo conectaran el
ejercicio de la memoria: en primera instancia la memoria, de allí el título, y
luego de algo muy cerca de la memoria, el tiempo; por último algo que influye
al tiempo y a la memoria, que son algunos de los momentos de la historia de la
Ciudad de México”.
La experiencia de preparar
esta antología le propició la oportunidad de reencontrarse con su yo anterior,
gracias a las letras: “Ese joven fue pasando por distintos momentos: era la
época en que todavía hacíamos el suplemento de La Cultura en México con Carlos
Monsiváis, había entrado a la Revista Nexos. Para mí, desde entonces se
desvaneció el falso dilema entre periodismo y literatura: el periodismo debe
estar tan bien hecho y debe tener una vocación narrativa; y la literatura debe
tener la contundencia y la seriedad del gran periodismo. Todo esto pensaba
mientras ponía post its y banderitas para elegir de los textos de este libro”.
Otros libros que visitó el
autor para esta antología personal fueron “No estamos para nadie” (2007), “El
corazón es un gitano” (2010) y “Paraísos duros de roer” (2006). Sobre este
último, Rafael agregó: “Es un libro al que le tengo mucho apego: contienen al
escritor que a mí me habría gustado ser. Un escritor capaz de hacer piezas
narrativas que puedan partir casi como una crónica y convertirse en un relato
fantástico”.
Algunos de los textos de
“Arde, memoria” cruzan la frontera del género fantástico, en una prosa que
recuerda a la de Adolfo Bioy Casares, autor argentino que Pérez Gay menciona en
el libro: “Es uno de los autores que más quiero y aprecio. Lo he leído con
mucho gusto, todos sus libros incluyendo el libro Borges, extraordinario”.
Un repaso por su obra
Respecto al acomodo de los
cuentos en “Arde, memoria”, esto obedece a la temática y el tono utilizado por
el autor.
“La primera parte, ‘Mundos
paralelos, sueños rotos’ le llamo también cuentos psicoanalíticos: son cuentos
donde hay sueños (dos personas conectan a través de los sueños), hay espacios
oníricos, jóvenes que quieren esclarecer misterios… son textos un poco más
largos”. Posteriormente siguen tres largos cuentos con el periodismo y la
ciudad como protagonistas, para luego continuar con “Un reposo, como un
intermedio, sin ser una obra de teatro: son textos de humor que tienen como
característica la brevedad”. Luego de esa pausa en la intensidad, el autor se
adentra en la última parte: “Los textos melancólicos, tristes”. La salida de
“Arde, memoria” se vincula en su tono narrativo con otros dos libros de Pérez
Gay: “Nos acompañan los muertos” y “El cerebro de mi hermano”.
Desde el mullido sillón…
Escribir ficción como los cuentos
de “Arde, memoria”, no es lo mismo que “escribir en nombre” de un personaje
ficticio, como lo ha hecho Rafael Pérez Gay a través de Gil Gamés, célebre y
polémico columnista. De él, su creador comentó: “Este amigo mío me ha hecho
muchos amigos, y me ocasiona no pocos problemas. Decía Dylan Thomas ‘O, make me
a mask’ y decía Cortázar ‘Denme una máscara y diré todo lo que siento’. Este
amigo, desde el mullido sillón y el amplísimo estudio, suele decir todo cuanto
le da la gana, precisamente porque tiene una máscara. Que ya no lo es tanto.
Pero siempre la idea de que uno es un personaje de ficción hace que uno pueda
decir las cosas que no diríamos si nos plantáramos en lugar como la persona que
somos. Es un claro desdoblamiento de la personalidad, una locura y una
necedad”. El propio nombre de “Gil Gamés” es un guiño literario a un poema
épico con miles de años de antigüedad: “El gran poema, que por cierto se llama
‘El poema de Gilgamesh o la angustia de la muerte’”.