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Hoy es lunes, 25 de noviembre de 2024

El recuerdo como motivo narrativo

• El reconocido escritor Rafael Pérez Gay presenta su más reciente volumen de cuentos, una antología que repasa lo mejor de su trayectoria en el género

El recuerdo como motivo narrativo

Ciudad de México.- Rafael Pérez Gay regresa a la escena literaria con una antología de cuento, que reúne diversos textos que él mismo seleccionó y que abarcan un espacio temporal de casi 20 años. En entrevista con este medio, lo primero que señala es que “La materia última, el fuego de la literatura, está en la memoria”, al hablar sobre “Arde, memoria”, antología personal de cuentos publicada por Tusquets.

 

Para el escritor y periodista, regresar a sus publicaciones para seleccionar los cuentos fue volver atrás en el tiempo: “Reunir estas piezas narrativas fue un viaje al pasado. El más antiguo de los textos viene de 1988, del libro ‘Me perderé contigo’. En ese sentido, ir al pasado es volver sobre algunos de los sueños que tuvo en aquel entonces ese joven al que no puedo traer a comparecer hoy en día. Hay textos de 1993, del libro ‘Llamadas nocturnas’: igual, fue un viaje al pasado. De allí tomé la decisión de que el libro tuviera como fuentes que lo conectaran el ejercicio de la memoria: en primera instancia la memoria, de allí el título, y luego de algo muy cerca de la memoria, el tiempo; por último algo que influye al tiempo y a la memoria, que son algunos de los momentos de la historia de la Ciudad de México”.

 

La experiencia de preparar esta antología le propició la oportunidad de reencontrarse con su yo anterior, gracias a las letras: “Ese joven fue pasando por distintos momentos: era la época en que todavía hacíamos el suplemento de La Cultura en México con Carlos Monsiváis, había entrado a la Revista Nexos. Para mí, desde entonces se desvaneció el falso dilema entre periodismo y literatura: el periodismo debe estar tan bien hecho y debe tener una vocación narrativa; y la literatura debe tener la contundencia y la seriedad del gran periodismo. Todo esto pensaba mientras ponía post its y banderitas para elegir de los textos de este libro”.

 

Otros libros que visitó el autor para esta antología personal fueron “No estamos para nadie” (2007), “El corazón es un gitano” (2010) y “Paraísos duros de roer” (2006). Sobre este último, Rafael agregó: “Es un libro al que le tengo mucho apego: contienen al escritor que a mí me habría gustado ser. Un escritor capaz de hacer piezas narrativas que puedan partir casi como una crónica y convertirse en un relato fantástico”.

 

Algunos de los textos de “Arde, memoria” cruzan la frontera del género fantástico, en una prosa que recuerda a la de Adolfo Bioy Casares, autor argentino que Pérez Gay menciona en el libro: “Es uno de los autores que más quiero y aprecio. Lo he leído con mucho gusto, todos sus libros incluyendo el libro Borges, extraordinario”.

 

Un repaso por su obra

Respecto al acomodo de los cuentos en “Arde, memoria”, esto obedece a la temática y el tono utilizado por el autor.

“La primera parte, ‘Mundos paralelos, sueños rotos’ le llamo también cuentos psicoanalíticos: son cuentos donde hay sueños (dos personas conectan a través de los sueños), hay espacios oníricos, jóvenes que quieren esclarecer misterios… son textos un poco más largos”. Posteriormente siguen tres largos cuentos con el periodismo y la ciudad como protagonistas, para luego continuar con “Un reposo, como un intermedio, sin ser una obra de teatro: son textos de humor que tienen como característica la brevedad”. Luego de esa pausa en la intensidad, el autor se adentra en la última parte: “Los textos melancólicos, tristes”. La salida de “Arde, memoria” se vincula en su tono narrativo con otros dos libros de Pérez Gay: “Nos acompañan los muertos” y “El cerebro de mi hermano”.

 

Desde el mullido sillón…

Escribir ficción como los cuentos de “Arde, memoria”, no es lo mismo que “escribir en nombre” de un personaje ficticio, como lo ha hecho Rafael Pérez Gay a través de Gil Gamés, célebre y polémico columnista. De él, su creador comentó: “Este amigo mío me ha hecho muchos amigos, y me ocasiona no pocos problemas. Decía Dylan Thomas ‘O, make me a mask’ y decía Cortázar ‘Denme una máscara y diré todo lo que siento’. Este amigo, desde el mullido sillón y el amplísimo estudio, suele decir todo cuanto le da la gana, precisamente porque tiene una máscara. Que ya no lo es tanto. Pero siempre la idea de que uno es un personaje de ficción hace que uno pueda decir las cosas que no diríamos si nos plantáramos en lugar como la persona que somos. Es un claro desdoblamiento de la personalidad, una locura y una necedad”. El propio nombre de “Gil Gamés” es un guiño literario a un poema épico con miles de años de antigüedad: “El gran poema, que por cierto se llama ‘El poema de Gilgamesh o la angustia de la muerte’”.