• Un hallazgo arqueológico, exigencias vecinales y permisos de la delegación han impedido poner la primera piedra del recinto proyectado desde 2012
CIUDAD DE MÉXICO.- El
presidente de la Academia Mexicana narra todos los problemas que ha enfrentado
su nueva sede
El hallazgo de los vestigios
de una construcción prehispánica es uno de los dos obstáculos que aún impiden
la construcción de la nueva sede de la Academia Mexicana de la Lengua (AML) en
el Barrio de Santa Catarina, en Coyoacán.
Francamente harto y molesto”,
tras cinco años de realizar una veintena de trámites para que la delegación les
otorgue la Manifestación de Construcción (antes permiso), lamenta el poeta y
filósofo Jaime Labastida en entrevista con Excélsior que no hayan podido poner
siquiera la primera piedra.
El Instituto Nacional de
Antropología e Historia (INAH) lleva ya un año haciendo trabajos, pagados por
nosotros. Están llevando el registro, no nos oponemos a ello. Pero es otro
obstáculo más que impide iniciar el trabajo en definitiva”, explica.
El presidente de la AML
detalla que el descubrimiento es la base de una construcción. “Ellos mismos no
saben de qué se trata. Puede ser un edificio ritual. No es una gran pirámide ni
nada por el estilo. Es una construcción a base de piedras de río. Les hemos
dicho que se puede poner un piso de cristal y delimitar esa área, para que
forme parte de nuestra construcción. No tenemos inconveniente en que así suceda,
pero no avanzamos nada”.
El editor comenta que “el INAH
termina las investigaciones parece que este mes de febrero. Y luego nos ha
pedido dos o tres meses más, para hacer el informe detallado de lo que han
encontrado. Pero esto ya no impediría la construcción”.
Señala que la Declaración de
Impacto Ambiental es el otro nuevo requisito que no ha permitido la
construcción de la sede definitiva de la Academia en el predio de 11 mil metros
cuadrados, ubicado en Francisco Sosa 440, cuyo propietario original fue el
ingeniero Miguel Ángel de Quevedo (1859-1946).
El también ensayista no
entiende por qué se les pide esa nueva declaración, pues ya habían cumplido con
los estudios de impacto ambiental e impacto de mantos freáticos que les habían
solicitado.
Querían que reaprovechemos el
agua de lluvia. Ya cumplimos. Ya hicimos también el censo de los individuos
arbóreos, que antes no existía”, dice aludiendo a los 510 árboles de 40
especies y 28 familias botánicas que se conservan en el predio y que la UNAM
catalogó para que sean respetados. “No sé en qué consista la nueva petición
ambiental”.
Admite que hay otra cuestión
que les ha planteado el INAH. “Que la barda es antigua. No lo creo, ésta debe
haber sido hecha por don Miguel Ángel de Quevedo en el siglo XX. No tiene la
mayor importancia. Ya se cayó una parte ahora con el sismo, la reparamos. Tiene
encima una malla ciclónica, esto no tiene nada que ver con algo antiguo. Es un
absurdo lo que nos están pidiendo. Sin embargo, hemos respetado todas estas
sugerencias y peticiones”.
El director de la editorial
Siglo XXI afirma que “si se salvaran estos obstáculos, que ya al parecer son
los definitivos y últimos, pues podríamos empezar a construir en marzo y
tendríamos por lo menos el auditorio terminado antes de que finalice este año”.
Destaca que incluso ya pagaron
los derechos para que se les expida la Manifestación de Construcción, pero no
se las dan. “Yo ya estoy francamente harto, molesto, porque son impedimentos,
impedimentos e impedimentos. Nunca supusimos que los trámites iban a ser tan
difíciles de obtener. Son más de cinco años. Hemos saltado cerca de 20 trámites
que se nos han exigido, pero sucede que al saltar un obstáculo aparece otro”,
agrega.
Ahora ve lejano aquel 23 de
octubre de 2012, cuando el entonces Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes (la actual Secretaría de Cultura federal) donó el predio mencionado a la
AML tras adquirirlo en 100 millones de pesos.
Nunca nos han puesto traba,
aparentemente. Nunca nos han dicho que tal cosa no se puede, pero siempre
sucede algo que impide otorgar la Manifestación de Construcción. He dicho que
si en la época de Felipe II hubiéramos solicitado los permisos y, aunque se
hubiera hundido una vez la carabela en la que iba esa solicitud, ya los
tendríamos. Y, en cambio, ahora no es posible”, indica.
El catedrático e investigador
añade que “lo más asombroso es que disponemos incluso de los recursos para la
construcción, pero no hemos podido poner siquiera la primera piedra”.
Advierte que de los 135
millones de pesos que la Secretaría de Educación Pública les aportará para la
construcción de la sede, por la inflación están solicitando ahora 148 millones
de pesos.
La SEP los tiene en sus manos. No ha puesto
obstáculo alguno para liberarlos, pero no avanzamos. Incluso nos entregaron una
parte el año pasado, pero lo tuvim