• En 2013 se descubrió una estructura prehispánica azteca, las ruinas de un palacio virreinal del siglo XVII y una casa colonial del siglo XVIII en el Centro, que hoy desaparecieron
CIUDAD DE MÉXICO.- Un predio
del Centro Histórico de la ciudad donde arqueólogos mexicanos descubrieron los
vestigios de una estructura prehispánica azteca y las ruinas de un palacio
virreinal del siglo XVII y de una casa colonial del siglo XVIII, es ocupado
ahora por un estacionamiento.
Las huellas del pasado
mexicano, localizadas en 2013 en un terreno que comunica las calles de
Venustiano Carranza y República de Uruguay, han vuelto a ser cubiertas con
tierra y, desde hace cuatro meses, abrió al público el nuevo establecimiento,
sin que exista referencia alguna a los hallazgos.
Se solicitó a la oficina de
medios de comunicación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)
más detalles acerca de la situación en la que se encuentra la exploración
arqueológica, pero hasta el cierre de esta edición no obtuvo respuesta.
En el predio de mil 700 metros
cuadrados comenzó a trabajar un grupo multidisciplinario a partir de junio de
2013; las labores fueron denominadas Proyecto Venus y estuvieron encabezadas
por el arqueólogo José Antonio López Palacios y realizadas con apoyo de Grupo
Carso. En el lugar se pretendía construir un estacionamiento pero una vez que
se realizaron los hallazgos, el terreno fue cerrado y así se mantuvo durante al
menos cuatro años.
“Tiene abierto como cuatro
meses”, dice un empleado vestido de amarillo, mientras busca atraer la atención
de los automovilistas hacia el predio. De lo que existe bajo la tierra nadie
sospecha, el paso de los vehículos y de la gente, ha borrado incluso la huella
de las cinco diferentes excavaciones intensivas que se realizaron en al menos
el 45% del terreno.
El yacimiento arqueológico se
localiza a unos mil 800 metros en línea recta de lo que fue el antiguo Templo
Mayor de la gran Tenochtitlán. Al momento del hallazgo, los especialistas
consideraron que se trató de un lugar importante en el que quedó registrada la
evolución de la ciudad, desde la época prehispánica hasta la moderna, pasando
por la colonial.
El predio de Venustiano
Carranza 53 y Uruguay 54 ya era un estacionamiento antes de las exploraciones,
los dueños sin embargo, impulsaban un proyecto que incluía al menos cinco
terrenos colindantes y tenían planeado erigir un edificio que también serviría
como resguardo de vehículos; tras los hallazgos, el plan se detuvo y, hasta
ahora, volvió a funcionar.
Uno de los descubrimientos más
importantes se ubicó en la esquina nororiente del predio, sobre Venustiano
Carranza; ahí los especialistas identificaron los restos de un edificio mexica,
probablemente construido durante los reinados de Axayacatl y Tizoc, quienes
gobernaron entre 1469 y 1486, cuando la ciudad creció debido a las conquistas
del imperio.
A pesar de los años, la
estructura conservó su aplanado original de estuco y asociada a él, se identificó
a 4.20 metros de profundidad sobre el nivel de la calle, un piso prehispánico
de tierra compactada, recubierto con aplanado de estuco y un enlucido fino de
cal. Debajo de éste, encontraron otro piso mejor conservado con huellas de
haber sido expuesto al fuego.
Junto a los vestigios
arquitectónicos de lo que se cree fue el barrio de Moyotlán, (Lugar de
mosquitos en náhuatl) durante la época prehispánica, los arqueólogos rescataron
huesos de animales, navajillas prismáticas, lascas y pedazos de núcleo de
obsidiana. También se encontraron con material azteca III (del 1400 al 1500) y
azteca IV (de 1500 a 1521), fragmentos de sahumadores y figurillas que
representan deidades femeninas asociadas a la fertilidad.
Además de los vestigios
prehispánicos, los científicos encontraron las ruinas de lo que fue un palacio
de dos pisos que contó con una escalera señorial adornada con azulejos. La
mejor estampa de lo que fue la vida en la ciudad en el siglo XVI, fue revelada
por una bóveda que conservaba recipientes completos sobre una base de madera
que se cree pudo haber sido una mesa.
Al fino detalle de
conservación se sumaron los cimientos de lo que fue el portón de aquella casa,
distribuidos a partir de la traza española elaborada en 1524 tras consumarse la
Conquista. Los arqueólogos calcularon la entrada en 3.5 metros de ancho y creen
que pudo haber un portón de hasta cuatro o cinco metros de alto. Pero también
se localizaron vestigios del patio principal y sus columnas y de una caja de
agua.
En el lado sur del terreno,
también se localizaron los restos de una construcción del siglo XVIII. La
morada daba hacia la calle de Uruguay y los científicos localizaron dos cuartos
que formaron parte de la distribución original del antiguo edificio.