• La mezzosoprano se presentará en el Conjunto de Artes Escénicas; interpretará zarzuelas y arias
Ciudad de México.- La aclamada
mezzosoprano letona Elína Garanca regresa a México, esta vez para presentar
tres conciertos. Uno de ellos será en la Sala Plácido Domingo del Conjunto de
Artes Escénicas, donde la acompañará la Orquesta Filarmónica de Jalisco bajo la
dirección de Constantine Orbelian. Nacida en Riga (Letonia), Elína debutó en la
ópera a finales de los años 90. A la fecha incluye en su repertorio papeles
estelares de óperas de Mozart, Rossini, Donizetti, Bellini y Bizet.
El sábado 27 de enero
resonarán piezas de Glinka, Chaikovski, Cilea, De Falla y Bizet, en un recital
imperdible para los amantes del bel canto. Recién llegada a México, Elína
platicó vía telefónica sobre su carrera, sus planes y sus presentaciones en el
país.
—Te has definido como una
cantante de ópera freelance, ¿cuáles son las principales dificultades de ser
una cantante de ópera en el siglo XXI?
—Se deben tener muchas cosas.
La voz, obvio, es lo primero para serlo. Pero luego hay que tener bien puesta
la cabeza, porque este negocio es muy duro y se vive rápido. Se debe saber qué
hacer, cuándo y por qué, cómo comunicarse con los teatros, los agentes, para
que no abusen.
—Son tres conciertos los que
darás en México, ya has estado antes, ¿cómo ha sido tu experiencia?
—Me encanta México, la comida,
la gente, el clima: me tratan como reina donde quiera que voy, son muy amables
y entusiastas de la música clásica. Es sorprendente el seguimiento. Por
ejemplo, en el Metropolitano (de Nueva York) ponen las transmisiones en HD y en
el Auditorio Nacional y se llena, es sorprendente. Los conciertos que he dado
aquí me ha ido muy bien hasta ahora, es muy emotivo.
—¿Nos platicarías del
repertorio que cantarás en Guadalajara?
—Trato de dar un concierto en
el que se muestre la completa capacidad de mi voz. Por ejemplo, cantaré dos
arias de Adriana Lecouvreur (de Francesco Cilea) y dos de Sansón y Dalila
(Camille Saint-Saëns). No creo que debería limitar mi repertorio sólo por ser
mezzosoprano, si la voz tiene la flexibilidad de alcanzar tesituras más arriba
o abajo, ¿por qué no hacerlo? En un recital se pueden poner las arias que
queramos. Es la música que amo, y creo que a mi voz le queda muy bien, a mi
sentimiento y mi carácter. Por supuesto, trato de incluir otras cosas para no
repetir lo que ya canté en México. También canto zarzuelas, que ha sido un gran
descubrimiento para mí, hace ya algunos años. Me enamoré de la música española.
—¿Cómo fue tu descubrimiento y
relación con esta tradición española?
—Fue principalmente por mi
esposo (el director de orquesta Karel Mark Chichon), que nació en Gibraltar.
Ahora vivimos en España. Y, obvio, por Teresa Berganza, Victoria de los
Ángeles, Domingo y Carreras, cantantes muy famosos y activos que promueven la
zarzuela. La zarzuela es como la opereta, si vemos la partitura vemos que es
música muy profunda y lo difícil que es interpretarla bien. He notado que es un
poco provocador que yo venga del Norte, rubia y de ojos azules, para cantar
zarzuela.
—¿Qué es lo más difícil de
cantarla?
—Creo que a veces hay que
pronunciar muchas palabras en muy poco tiempo. Se puede hablar o entender
español, el estilo de vida de la gente; pero hay un acento especial, como en
Andalucía, que ayuda a cantar zarzuela. El español en general tiene muchas
palabras breves. Por ejemplo, al cantar “Carceleras” hay muchas palabras que deben
pronunciarse rapidísimo, llevarlas del cerebro a la lengua. No hay que
estresarse, pero toma tiempo aprenderlo.
—Vas a cantar varias arias de
“Carmen”, de George Bizet. Hace poco hubo una polémica por el cambio del final
en una nueva producción: Carmen no muere, sino que asesina al hombre. ¿Qué
opinión tienes de esta nueva versión de “Carmen”?
—Cómo decirlo… cuando se busca
poner un efecto para afectar la trama, creo que no sirve a la historia ni a la
música. “Carmen” se ha puesto tantas y tantas veces, y se puede cuestionar si
poner un cambio tan impactante al final le resta atención al resto de la pieza
con tal de tener un escándalo. No he visto la producción, no sé cuál es la idea
detrás. Algo rápido es comparar con Tosca, si no brincara al final: todos
tenemos la gran pregunta, ¿por qué? Pero creo que es bueno que el público se
haga esas preguntas; no siempre hacerlos felices o explicarles todo, sino que
regresen a casa pensando lo que vieron. Pero es un momento muy tradicional,
sabemos que se canta después del asesinato de Carmen: me resulta difícil
entender cómo se resuelve.
—Estos tres conciertos en
México son tus primeros del 2018, ¿cuáles son tus planes para el año?
—Tengo un par de nuevas
producciones. Después de México iré a Múnich donde cantaré “Carmen”, con Bryan
Hymel, luego algunos conciertos con el maestro Christian Thielemann. Tengo una
nueva producción para Viena para mayo, de “Sansón y Dalila”, de Saint-Saëns,
después una gira con la Filarmónica de Viena, mi festival, Garanča & Friends
(en Austria), abriré la temporada del MET con “Sansón y Dalila” y preparo mi
siguiente disco, que grabaremos quizá en noviembre.